Las escuelas deben abrirse a la comunidad: Axel Arañó

Por Claudia Altamirano

Axel Arañó
Axel Arañó

La principal carencia arquitectónica de las escuelas actuales en México es su significación urbana, pues responden a un formato de prefabricación anodino que no finca una identidad en el entorno ni se vuelve un edificio significativo de los valores públicos ciudadanos, advierte el experto Axel Arañó.

En el marco del Seminario Internacional de Educación Integral (SIEI) -organizado por la Fundación SM con la colaboración de Educación Futura- el arquitecto explicó que, cuando una escuela está cerrada al tejido urbano, hay poco afecto de los usuarios y de los vecinos, y en los tejidos suburbanos contemporáneos es muy importante que los valores públicos tengan un lugar y una imagen en el escenario urbano.

“Ahí se nota la identidad, el afecto que la gente construye en torno a ellos, no tiene que ser una gran obra arquitectónica o lujosa, simplemente un edificio que tiene identidad, personalidad propia, es mucho más susceptible de que la gente se identifique con él o lo identifique con valores ciudadanos”, explicó.

OAXACA/ESCUELAS PRIMARIAS/INICIO CLASESEl modelo post revolucionario de recinto escolar, abundó el experto, fue exitoso en cantidad pero en calidad fue muy defectuoso: es un módulo de prefabricación que asume casi la misma crujía para baño, auditorio, dirección, biblioteca, que no tiene variables, los espacios de patio son residuales y no espacios compuestos a través de los edificios, son modelos de muy poca adaptabilidad, ya sea a condiciones climáticas extremas o a entornos urbanos específicos. “Son escuelas ajenas a su entorno urbano. Hace falta construir escuelas con características de centro comunitario”, puntualizó.

En entrevista con Educación Futura, Arañó dijo que el recinto educativo debe estar abierto a la comunidad y responder a las características del entorno, y citó como un buen ejemplo de esto la escuela Benito Juárez de la colonia Roma, primera escuela del vasconcelismo y conocida como “la escuela de los presidentes”: remata una calle, tiene una biblioteca que puede ser pública, dos patios, murales y “una presencia urbana que, sin ser monumental ni apabulladora, sí es relevante y digna”.

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