Modelo educativo: símbolo y ceremonia
- Carlos Ornelas
- 24 julio, 2016
- Opinión
- Carlos Ornelas, nuevo modelo educativo
El secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, presentó el 20 de julio tres documentos que conforman el Nuevo Modelo Educativo. Es una propuesta seria que requiere de análisis escrupulosos. No los quiero hacer de botepronto sin leer con atención los dos documentos principales: Los fines de la educación en siglo XXI, que es breve; y El modelo educativo 2016.
El tercero, Propuesta curricular para la educación obligatoria: 2016, es un texto de más de 350 páginas, expone cada programa por grado y materia. Aunque es para todo mundo, la SEP dirige este material a los maestros en activo, ellos son los destinatarios principales.
En los artículos de los miércoles de agosto me encargaré de analizar los dos primeros textos. Hoy cato la ceremonia de presentación, elementos del simbolismo político. Insisto, siguiendo a Gramsci y, desde otra óptica, a March y Olsen, que el manejo de los símbolos —ceremonias, rituales, apariencias— es tan importante para el ejercicio del poder como el control de otros recursos.
En el presídium estuvieron quienes deberían de acuerdo con el contexto político enrevesado. En el centro, el secretario Nuño, la estrella del día. Lo escoltaronSylvia Schmelkes, presidenta de la Junta de Gobierno del INEE, a su izquierda, y el gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, presidente en turno de la Conago, a su derecha.
Con la primera, el secretario saldaba el desliz de la semana anterior al colocar al INEE como si fuera una dependencia de la SEP. Al segundo, además de significar al conjunto de autoridades estatales, le cayó bien la fecha: celebró un año de la “reconquista” del Instituto de Educación Pública de Oaxaca de manos de la Sección 22, la cabeza de la CNTE. ¡Qué mejor que festejar en el patio de la Secretaría de Educación Pública! Las efemérides cuentan.
Más a la derecha Juan Díaz de la Torre, con ánimo renovado y ocupando espacios que el gobierno le había negado. Equidistantes, el senador Juan Carlos Romero Hicks y la diputada Hortensia Aragón. Nadie del Poder Judicial. En los extremos,Carlos Mancera, para aludir a la participación social, y Sergio López Ayllón, director del Centro de Investigación y Docencia Económicas, institución que monitoreará la consulta.
El discurso del secretario Nuño fue breve, que no es usual en él. Expuso los afanes de la reforma y describió el contenido de los documentos. El mensaje alegórico no podía faltar: la referencia a José Vasconcelos y al presidente Álvaro Obregón, fundadores de la SEP y promotores de la educación de masas.
El ritual se cumplió. Juan Díaz de la Torre dirigió palabras de aceptación de las premisas del modelo; también dio fe de su defensa de los derechos de los maestros. Hay que reconocerlo, fue sobrio, como diciendo: “Estoy de regreso y voy por más”. La liturgia exigió que la mayor parte de los miembros del presídium tomara la palabra; cosa extraña, los legisladores guardaron silencio, acaso para beneficio de la concurrencia. La ceremonia se alargó, es una rutina cultural que predomina en los actos públicos.
Sé que voy contra la corrección política, pero —con excepción de Díaz de la Torre, que fue tradicional— los discursos me parecieron sensatos, sin presumir que esas palabras se convertirán en realidad. Cada orador destacó promesas de cambio esperanzadoras, como la apuesta por la autonomía curricular, que acentuóSchmelkes; la reforma como el activo más importante de la nación, según Cué. La promesa de equidad que sustentó López Ayllón y la idea pedagógica constructivista que resaltó Mancera.
La SEP se tardó en presentar su propuesta. Lo hace en condiciones desfavorables, con la CNTE en rebeldía y poco tiempo para discusiones profundas. Pero más vale tarde que nunca, dice el clásico. Hoy esclarece su postura. Hay bastante tela de donde cortar.