Movimientos Estudiantiles, Democracia y Política

Un sello común de los movimientos sociales en las escuelas, que saltaron de los muros educativos a las calles de las ciudades, fue la rebeldía

Juan Carlos Miranda Arroyo

Es interesante reflexionar sobre el movimiento estudiantil de 1968 y vincularlo con las posteriores luchas por la democracia, generadas por formaciones sociales más amplias no sólo desde las instituciones educativas sino a través diversos colectivos o grupos independientes, durante las últimas décadas en México.

En esta oportunidad propongo cinco apuntes para mostrar que el movimiento estudiantil, vivido hace 55 años, no es semejante al de los acontecimientos experimentados durante la actual coyuntura política electoral del país.

I
La concentración en el zócalo capitalino, del pasado 18 de febrero, no se puede comparar ni identificar plenamente con las demandas sociales de las y los estudiantes, profesores y sociedad civil que fueron protagonistas del movimiento estudiantil de 1968, sobre todo en cómo y por qué se dio el movimiento en México: 1º. Porque el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz realizó una represión sistemática y generalizada contra las y los participantes del movimiento. Y 2º. Porque uno de los puntos del pliego petitorio estudiantil fue “libertad a los presos políticos”.

Evidentemente, las demandas sociales del 2024 no tienen ninguna semejanza con las demás exigencias ni con lo sucedido hace 55 años.

II
Los movimientos estudiantiles de 1968, en México y en otras ciudades del mundo, se escenificaron tanto en las aulas como en las calles. Un sello común de los movimientos sociales en las escuelas, que saltaron de los muros educativos a las calles de las ciudades, fue la rebeldía. Y aunque el contenido de sus demandas y reivindicaciones fueron diversas, en función de los conflictos locales o nacionales correspondientes, en esencia, las movilizaciones estudiantiles representaron -y representan- a las luchas de amplios sectores de la sociedad en contra de las arbitrariedades del poder político establecido o estacionado desde determinada ideología. A eso, algunos observadores le llaman establishment.

Justamente por ello se ha adoptado la idea de un “movimiento”, porque está en contra de lo “inmovilizado” o de lo estático.

III
Pero también las movilizaciones de estudiantes y profesores en ese año, 1968, fueron generadas en oposición a un sistema capitalista, en su etapa industrial proto maquiladora, que comenzaba a producir descontento en la clase obrera. En Francia, por ejemplo, cerca de 10 millones de obreros y empleados públicos se lanzaron a la huelga para demandar derechos laborales, más que exigir reformas de orden político, mientras que los estudiantes luchaban desde sus trincheras en contra del establishment.

Un análisis sociopolítico más extenso y profundo sobre los movimientos estudiantiles de matriz antiautoritaria que se generaron durante la década de los años 60 del siglo XX, y en especial durante el año 1968, tendría que incluir fundamentalmente, como factor preponderante, la lucha por la democratización de los sistemas políticos y de las propias instituciones escolares, en principio, de la educación superior.

Si bien las universidades y en general las instituciones de educación media superior y superior no son, en sí mismas, una república, sí constituyen, sin embargo, semilleros de formación para la democracia y la defensa de los derechos cívicos.

Para ampliar y profundizar un poco más sobre este punto, sugiero la lectura del texto “1968, el mayo francés y la Educación, hoy”, que escribí en 2021:
https://www.sdpnoticias.com/opinion/juan-carlos-miranda-arroyo-1968-el-mayo-frances-y-la-educacion-hoy/

IV
En la coyuntura política actual, cuando un grupo o una lista de membretes, en México, organizado por las cúpulas empresariales y dirigentes de los partidos políticos de oposición al gobierno encabezado por el presidente López Obrador, que conforman la minoría en las cámaras legislativas (Senado y de Diputados federales), así como en los tres órdenes de gobierno, que se proclama como defensor de “nuestra democracia” (donde se transmite la idea de que defiende una noción específica de democracia, es decir, “su” concepto de democracia con una clara intencionalidad electoral), implícitamente niega la posibilidad de que ésta sea (la democracia) un bien común y que esté consagrada en la constitución como un derecho de todos las y los mexicanos.

Hay que recordar que la lucha por la democratización del país ha tenido diferentes raíces y fuentes u orígenes. La paternidad de la lucha en contra del régimen priista, hegemónico y autoritario, no sólo es propia de una sola formación o movilización social. La misma lucha de oposición y de denuncia de los fraudes electorales ha sido encabezada tanto por líderes como de ciudadanos simpatizantes de una y otra ideología política.

V
Un quinto y último apunte que sugiero es sobre la incongruencia y la falta de autoridad moral para defender a “nuestra democracia”: Uno de los principales dirigentes de la oposición al gobierno federal actual y promotor de la candidatura de Xóchitl Gálvez, junto con los dirigentes del PAN, PRI y PRD, el empresario Claudio X. González Guajardo, dijo que las y los maestros en protesta y su dirigencia sindical, en 2016, eran unos “pinches delincuentes”. Hoy, los gobernantes que ordenaron la represión magisterial de ese año y los poderes fácticos que la legitimaron, junto con él, se manifestaron en el zócalo el domingo pasado y se autodenominaron “defensores de la democracia”. Eso, el magisterio no lo olvida.

Cuando se observa a un ex arbitro electoral, como Lorenzo Córdova, que ocupa el sitio de orador único en defensa de “su” noción de democracia, es posible llegar a la conclusión de que, con esa actuación, Córdova pierde de inmediato legitimidad, credibilidad e imparcialidad, aun cuando ya no sea consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE).

Entre los círculos y las élites empresariales, incluidos algunos medios de comunicación y comentócratas, así como entre círculos de la derecha, políticos conservadores o grupos de interés anti obradoristas, hay una clara consigna: Sembrar la idea de que AMLO es corrupto. Sin embargo, durante más de 20 años no han podido demostrar esos supuestos actos de corrupción, pero ahora lo gritan en las plazas, en las redes sociales y medios porque es año electoral (como aquella del 2006, de que era “un peligro para México”). Y junto con ello, lanzan la idea oportunista de que lo sucedido el domingo es semejante a lo acontecido en 1968 (Krauze dixit).

Entre las consignas de la manifestación del 18 de febrero, en el zócalo capitalino y decenas de ciudades del país, no sólo se exigió la defensa de “nuestra democracia” y el voto libre como derechos políticos que están establecidos en la constitución, sino que también se registraron tanto expresiones fuera de contexto (macartistas o anticomunistas) como reivindicadoras de programas o proyectos de los gobiernos anteriores, de signo neoliberal.

Como lo dije hace unos días en redes sociales digitales, en nombre de la democracia se pueden cometer toda clase de membretes. En esa movilización del 18 de febrero, que no se parece en los contenidos ni en las formas a los producidos por las y los estudiantes de 1968, los opositores convocantes convirtieron su acto en una feria de logos, donde cada grupo ocupó su stand en el zócalo de la sociedad anónima.

Las y los estudiantes del 68 discutían ideas y elegían democráticamente a sus representantes en asambleas, a brazo alzado, en cada una de sus escuelas o planteles. Y luego, las decisiones importantes se debatían y decidían en el Consejo Nacional de Huelga (CNH). Hoy los partidos políticos de oposición no tienen una vida democrática interna de la cual puedan presumir.

En buena medida, el domingo anterior se reunió la base social dura anti obradorista, así como la cúpula del empresariado conservador; la marea rosa de los abajo firmantes. Grupos que se representan a sí mismos, acompañados de militantes del PRI, PAN y PRD, o lo que queda de estos institutos políticos, y de sus dirigencias, de la mano de intelectuales respetables, que tienen claros posicionamientos políticos de centro-derecha.

Posdata: Para entrar en más detalles acerca de cómo vivimos el movimiento del 68 las y los vecinos de Tlatelolco, les sugiero la lectura de mi libro: “Tlatelolco es más que un minuto de silencio” (Episistemas Educativos, 2019), que pueden descargar, sin costo, desde aquí:
https://contactoepisistema.wixsite.com/website/blog

jcmqro3@yahoo.com
@jcma23

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