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Nuevos horizontes

Escribo esta contribución con sentimientos encontrados. El día de hoy me dirijo a ustedes para despedirme de este espacio editorial que regularmente escribí durante dieciocho años, en este gran diario, que es EL UNIVERSAL.

Por ello, al verme obligado a dejar este espacio, siento una natural tristeza por todas las relaciones humanas y de comunicación que me permitieron desarrollar mi contribución quincenal, tanto con mis lectores como con todo el equipo de este importante y plural medio de comunicación.

Aquí hemos hablado de temas tan variados como la sociedad líquida, hemos escrito de los migrantes, reflexionado mucho sobre calidad y equidad educativas. Creo que la educación es local; la educación es con las maestras y los maestros; es en las escuelas y debe de estar uno como servidor público más en el territorio, en la geografía, que en la calle de Argentina, sede de la dependencia.

Recuerdo muy bien cuando abordamos temas tan interesantes como las teorías de Stephen Hawking y sus asombrosas enseñanzas. En esta columna he descrito las características de tres grandes Méxicos que conviven como un sólo gran país. A partir de mañana me corresponderá trabajar en la Secretaría de Educación Pública que es, sin duda, base y sustento para que a través de la educación de todos los mexicanos podamos armonizar esos tres maravillosos y complejos “Méxicos” en una nación líder para un mundo que busca soluciones como las que podremos construir.

Esas tres grandes realidades tienen un destino común, dentro de una sociedad armónica, justa y productiva, pero sobre todo, de una gran riqueza en su pluralidad y en su diversidad.

A través de la educación se buscará la fórmula para estar siempre conectados y siempre unidos, como lo hemos sostenido en diversos artículos previos. Decirlo es fácil, pero realizarlo no lo es, porque tenemos que superar atavismos, tenemos que llevar muchas anclas culturales y tenemos que luchar contra muchos prejuicios que nacieron siglos atrás, que se han venido reproduciendo a lo largo del tiempo y que aún gozan de cabal salud.

El México moderno, con toda su energía, tiene que apoyar al México tradicional a salir adelante y poder enfrentar juntos al mundo global de una mejor manera; y el México indígena, además de enseñarnos todos sus valores, toda su cosmovisión debe contar con un nuevo espacio de inclusión, para hacer de estos tres Méxicos, uno sólo: nuestro querido México.

Gracias por todo, por haberme leído todos estos años. Al despedirme quiero asegurarles que todo mi entusiasmo, todo mi esfuerzo; todo lo que tenga de inteligencia y talento estará enfocado en una sola meta: calidad y equidad en la educación para nuestras niñas, niños y jóvenes, en un México reconciliado, unido, próspero y armónico.

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