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Oaxaca: el arranque del retorno

Foto: internet

¡Buenas noticias para la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en Oaxaca! El gobernador Alejandro Murat le concedió las cabezas de Germán Cervantes Ayala, hasta el lunes director del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, y de Gilberto Gamboa Medina, quien fungía como oficial mayor del gobierno. ¡Un error garrafal!

El gobernador Murat anunció su derrota bajo el manto de una reorganización del gabinete, que incluye otros cinco cambios. Pero los dos emblemáticos son una concesión a los líderes de la Sección 22, quienes exigían su separación desde finales de 2016.

Por más que se quiera ocultar, el hecho marca el comienzo del regreso de la CNTE al control del IEEPO y los recursos que ello conlleva; en primerísimo lugar, el dominio sobre las trayectorias laborales de los maestros. En segundo lugar, un espacio de privilegio para mantener el (des)gobierno de la educación de Oaxaca. ¡Pobres de los alumnos y los padres de familia!

Para nadie es un secreto que Cervantes Ayala era el hombre de la Secretaría de Educación Pública en Oaxaca. El gobernador Murat nunca mostró tamaños suficientes para enfrentarse a la S-22. Hoy lo manifiesta sin velo alguno. En su primera declaración del sustituto de Cervantes Ayala, Francisco Ángel Villarreal, ofreció diálogo con los maestros de la CNTE. Diálogo, en ese contexto abstruso, significa capitulación.

El diario Milenio, de ayer, sintetiza la labor del hoy exdirector del IEEPO, en términos elogiosos: “Durante su encargo, Cervantes Ayala alcanzó que se rompieran las inercias y logró que se evaluaran más de ocho mil maestros… quienes claudicaron en su ofensiva contra la reforma y participaron en algún proceso de evaluación y, como resultado, cerca de dos mil 500 docentes aseguraron un espacio laboral en el Sistema Educativo estatal”.

Una parte de estos nuevos docentes, que contribuyeron a legitimar la Reforma Educativa —ya que no deben su puesto a las palancas sindicales ni lo heredaron de algún familiar ni pagaron por él— pasarán a ser discriminados por haber realizado el examen de ingreso. A menos, claro, que se alineen a los mandatos de los dirigentes.

Acaso el gobernador pondere que si negocia con la S-22 bajará la presión política en su estado. Si ése es el caso, es un pensamiento mágico. Una vez que la CNTE recibe una concesión, su apetito crece. Cada prenda que consigue es un incentivo para ir por más y más y más.

Apenas el domingo anterior, Wilbert Santiago, el vocero de la S-22, declaró que la CNTE planea adelantar su jornada de movilizaciones y la entrega de su pliego petitorio que cada 1 de mayo presenta a la Secretaría de Gobernación. Pide, nada menos, que una mesa única de negociación para las secciones 7, de Chiapas; 18, de Michoacán y, por supuesto, la S-22. Exige que esa mesa comience en marzo. El ambiente de campañas electorales favorece su expectativa. Por ello anuncia movilizaciones y paros por venir.

Lo que pasa en Oaxaca fortalece la noción de que la educación nacional es prisionera de intereses ilegítimos de grupos y partidos políticos. Los apetitos por poder e influencia hacen a un lado normas e instituciones. Lo que atañe a esos cenáculos es la ganancia política y ejercer poder. La educación es sólo un parapeto para medrar.

Wilbert Santiago también anunció que la CNTE va a estallar un paro indefinido de labores y una huelga general, aunque las fechas no están definidas. Dependerá de cómo pinten las campañas. No obstante, si bien no hacía falta, la CNTE ya definió por dónde orientará el sufragio de sus agremiados: “El voto va a ser antineoliberal, con esa declaratoria comenzaremos nuestra agitación a las bases y nuestra presencia con la población. Vemos que los neoliberales están ganado terreno con las reformas estructurales” (Reforma, 15/I/2018).

Los militantes de la CNTE quieren revertir esos cambios, en especial la Reforma Educativa, ya que les arrebató porciones de poder que habían conquistado —e institucionalizado— por medios arbitrarios.

RETAZOS

Pienso que Alejandro Murat cometió un error que le saldrá muy caro, a él, a su estado y a la Reforma Educativa en su conjunto. Si piensa que así fortalecerá a su partido, el Partido Revolucionario Institucional, en las elecciones de julio, está equivocado. No sé quién ganará la Presidencia, pero si Andrés Manuel López Obrador lo hace, quizás alguien le aconsejará al joven gobernador que comience a preparar sus maletas para un viaje sin retorno.

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