El viernes 14 de septiembre, mi compañero, David Vicenteño y yo entrevistamos al secretario de Educación Pública, Otto Granados Roldán. Fue una conversación abierta, no hubo preguntas a modo, tampoco se trataba de agredir. Interrogamos al secretario al alimón, cada uno inquirió lo que parecía más importante: el reportero la coyuntura y su opinión sobre los hechos presentes; el académico sobre la perspectiva del sexenio y el futuro inmediato.
Sobre la segunda cuestión no hubo mucho. Granados Roldán mostró distancia y respeto a las futuras decisiones del Congreso y el próximo gobierno: “Nuestra responsabilidad concluye el 30 de noviembre” y afirmó que la cumplirá por mandato constitucional.
EL TRAMO CONSTRUCTIVO. Con todo y que expresó cierta autocrÍtica —las diferencias entre la Secretaría de Educación Pública y la Secretaría de Gobernación para lidiar con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, por ejemplo— fue enfático al subrayar los logros de la Reforma Educativa. Por supuesto, sería lamentable que todo se viniera abajo, dijo, cuando si bien hay asuntos que requieren mejoría, la nueva arquitectura institucional ofrece bases sólidas para seguir avanzando.
Si bien titubeó cuando David le insistió si pensaba que la reforma sobreviviría los embates en el Congreso, asentó que hay asuntos trascendentes que no se han tocado en los debates, como el Sistema Nacional de Información y Gestión Educativa, el programa de infraestructura educativa, la nueva relación con las autoridades estatales y —agrego yo— la recentralización del pago de la nómina. Piensa que el nuevo Modelo Educativo es la parte más noble y que ofrece perspectivas para lograr que, junto con el Servicio Profesional Docente, los estudiantes alcancen mejores niveles de aprendizaje.
Incluso, mostró orgullo al apuntar que en ese renglón —avances en el aprendizaje— México lo hace más rápido de como lo hicieron otros países que emprendieron reformas desde el siglo pasado. De 2015 a este año, niños de 18 estados mostraron progreso significativo en matemáticas y 11 en comprensión lectora, de acuerdo con los exámenes de Planea.
También indicó estar satisfecho por el desempeño de la SEP —reconoció la labor de sus predecesores y de la Junta de Gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación— por fincar un sistema de asignación de plazas transparente, robusto, justo y basado en el mérito. Lo contrario a las relaciones clientelares que existían hasta hace poco tiempo. Ya fuera de la entrevista, nos presentó láminas extraídas de Google y Yahoo! de 2010 y 2011 donde anunciaban subastas para la venta de plazas y cotizaciones de algunas de ellas, dependiendo del territorio.
LA CUESTIÓN POLÍTICA. El laurel más preciado fue haber descolonizado la mayor parte del gobierno —usó el término gobernanza— del sistema educativo, aunque reconoció que no es un éxito completo, pues subsisten segmentos en los estados donde la resistencia de los líderes sindicales ha sido mayor —al igual la negligencia o displicencia de los gobernadores, digo yo— y recuperar plazas que ocupaban aviadores. También haber disminuido el número de comisionados sindicales.
MI PERSPECTIVA. En este último punto es donde se concentra la contienda por la Reforma Educativa. Si uno lee las declaraciones de los dirigentes de Morena en el Senado y la Cámara de Diputados o las proclamas estridentes de los voceros de la CNTE —que votan con el puño izquierdo en alto— no les interesa mucho la cuestión educativa, desean un retorno al pasado, anhelan controlar de nuevo el gobierno de la educación básica y, claro, hoy que se sienten al amparo de Morena, crecer y desplazar a los líderes de las otras facciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
No obstante, que al comienzo del gobierno de Enrique Peña Nieto era escéptico, no oculto mi simpatía por los cambios alcanzados en la educación, aunque sé que son insuficientes. Hoy mi optimismo está mermado; los nubarrones sobre la Reforma Educativa son reales y percibo que, aunque el futuro gobierno no conceda todo a la CNTE, habrá retroceso. ¡Una desventura!
LA PERSONA. Conozco a Otto Granados Roldán desde 1983. Tengo aprecio a su persona, a su labor como funcionario y a su carácter como político profesional. Siempre ha entregado buenas cuentas. Hoy no será la excepción, con todo y los ataques que recibe por quienes la reforma les arrebató privilegios. Le daré la bienvenida cuando retorne a la academia.