Regreso que no es regreso. Una visión didáctica

Ángel Díaz Barriga

En general la discusión sobre el regreso a clases presenciales el próximo día 30 se ha centrado en los temas de salud, en las condiciones que hay que guardar para evitar contagios, en plantear si los niños y adolescentes son proclives a contagiarse con mayor frecuencia. 

También se expresa que ya muchas actividades públicas han sido abiertas y que en ese sentido no hay razones para no abrir las escuelas, a los niños ya se les encuentra en diversos espacios como parques, centros comerciales, etc e incluso se ofrecen informes sobre las diversas formas de agresión que han vivido en sus hogares, lamentables y condenables todas ellas.

Como en otras ocasiones, una discusión pedagógico/didáctica sobre este tema es la gran ausente en estos planteamientos. Como docente y como estudioso de la didáctica me permitiré hacer mis comentarios relacionados con este tema, así como desde una perspectiva pedagógica de la institución escolar.

  1. La afirmación que guía mi comentario es Regreso que no es regreso, por varios motivos. La escuela que dejaron los niños y alumnos en marzo de 2020, ya no existe y no queda claro si existirá en un futuro. La escuela no son los muros paredes y salones que la contienen, más allá de las carencias que en muchas de nuestras escuelas públicas existen: falta de agua, sanitarios inadecuados, falta de electricidad o de mobiliario necesario. La afirmación la escuela que se suspendió en 2020 ya no existe, significa que la pandemia canceló el conjunto de relaciones académicas, personales, de desarrollo humano, de encuentros personales que se daban en el marco de esa institución. Hoy tendremos que construir otra institución, con otro tipo de relaciones que serán significativamente diferentes de la institución que la precedió.
  2. Regreso que no es regreso, porque aunque se regresa al mismo espacio físico, no se regresa a una propuesta pedagógica acorde al cambio esperado. Se regresa reivindicando el tema de los “aprendizajes escolarizados” del “mayor logro de aprendizaje”, no del reconocimiento a los aprendizajes para la vida o de los significativos. Se regresa a trabajar los contenidos de un plan de estudios pre-existente, de unos libros de texto elaborados bajo una lógica escolástica del conocimiento, con un significativo recorte disciplinar que múltiplica el número de asignaturas que tiene que trabajar el niño conforma avanza en su trayecto escolar. Con la tarea de que los primeros meses se realice “un diagnóstico”, no se sabe muy bien de qué, pero se supone de los conocimientos y habilidades adquiridas o carentes después de 16 meses en que los espacios de los hogares se convirtieron en salones de clase improvisados; en que se pidió atender a los programas de Aprende en Casa, las clases por radio, a los cuadernillos o a los WhastApp que con esfuerzo y dedicación, los maestros, responsables como siempre de su tarea, elaboraron para sus estudiantes. 
  3. Regreso que no es regreso cuando la distancia física será el rasgo distintivo de una relación pedagógica y personal diferente (todos a 1.5 m de distancia); cuando no hay rostros ni expresiones faciales que observar, el uso de un cubrebocas que al mismo tiempo que protege, agotará a sus usuarios por el número de horas que los tienen que portar. 
  4. Regreso que no es regreso, cuando lo didáctico quedará suspendido, parece que serán dos las únicas tareas posibles para realizar en los distantes salones de clase: escuchar al maestro o resolver ejercicios individuales. La interacción pedagógica suspendida, la relación pedagógica como encuentro entre personas rigidizada, los trabajos en equipo, discusiones en grupo cancelados, ante el distanciamiento físico que imponen las nuevas normas para la vida pública
  5. Regreso que no es regreso, cuando se encuentra la vida y dinámica escolar cancelada en donde lo que se enfatizan son una serie de normas que sólo crean un ambiente altamente burocratizado: revisión a la entrada, al ingresar al salón de clases. Lavado de manos al entrar, al ingresar al salón de clases, antes y después de ir al baño. Lavarse las manos o colocarse gel, pasar ante el equipo de padres, madres de familia y docentes para permitir su ingreso a la escuela. ¿Se sabe como serán las filas que los alumnos tendrán que formar para ingresar a las 8 de la mañana?.
  6. Regreso que no es regreso, cuando se le doblan, triplican o cuadruplican, las tareas a los docentes. De esta manera, se necesita atender a los alumnos A que les corresponde asistir lunes y martes; a los B cuya asistencia será de miércoles y jueves; a los C una combinación de A y B, pero señalados como alumnos que tienen una insuficiencia en su manejo de conceptos y/o habilidades. 
  7. Regreso que no es regreso cuando además, el docente tendrá que encontrar una forma que permita combinar el trabajo con los alumnos presenciales y organizarse para dedicar tiempo, o bien establecer actividades para esos alumnos, pidiendo nuevamente apoyo de la familia donde vive el niño, para que realice las labores escolares los días que no le corresponden asistir a la escuela. El horror de Aprende en casa aún sigue girando como opción en la cabeza de diversos actores sociales. Algo es mejor que nada se suele pensar.
  8. Regreso que no es regreso, cuando la autoridad educativa tiene la ilusión de una escuela universal que no existe el país. Cuando no se reconoce que la opción y formas de un posible regreso deben estar en cada escuela, en cada una de sus comunidades escolares. 
  9. Regreso que no es regreso, cuando no se asume la responsabilidad, que el mismo presidente marcó para este sexenio, de construir una política educativa desde abajo. Al mismo tiempo que se plantea revalorar al docente se le pauta una cantidad de tareas que tendrá que asumir: participar en el comité de salud de la comunidad escolar con padres de familia; vigilar ingreso y distancias en el andar de los estudiantes hacia los salones de clase; cuidar en todo momento distancias y uso adecuado de cubrebocas; vigilar los tiempos de estancia y saturación de los baños; cuidar lavado de manos al ingresar a la escuela, al salón de clase, al entrar y salir de baños, al ingerir alimentos; cuidar que no se compartan útiles escolares, ni la comida entre los niños, tampoco los cubrebocas. Cuidar la limpieza y satinización del aula escolar antes y al terminar las clases del día. Todo ello con independencia de su responsabilidad fundamental de crear condiciones de aprendizaje, atender a los alumnos y a sus padres de familia; revisar cuadernos y tareas; más las que le confiere el Consejo Técnico Escolar.
  10. Regreso que no es regreso ante una política de arriba abajo, que plantea una Guía para todo el sistema educativo con independencia del contexto y condiciones de cada comunidad escolar, que en el fondo muestra una profunda desconfianza hacia los docentes.
  11. Regreso que no es regreso cuando no se le permite a cada escuela, a cada comunidad escolar, que en un reconocimiento de sus condiciones y de su contexto planteen a la autoridad educativa, la forma como pueden enfrentar esta demanda social de retornar a cierta presencialidad en los espacios físicos escolares. 
  12.  Regreso que sí es regreso para pedir a los padres y madres de familia que asuman otras responsabilidades para el funcionamiento escolar. Su participación en los comités de salud escolar, su presencia y vigilancia en el ingreso a la escuela y en el cuidado de lavado de manos; su apoyo para realizar la limpieza profunda de los espacios físicos de la escuela; y, no queda claro si de la limpieza y sanitización de los los salones antes de iniciar las labores del día escolar y al concluirlas. Además de seguramente solicitar su apoyo para que al menos exista suficiente gel en cada uno de los salones de clase. Al mismo tiempo que se demanda que padres y madres de familia apoyen a sus hijos en las actividades escolares de casa cuando no les corresponda asistir a la escuela

 

La escuela mexicana requiere mirar a la pedagogía y a la didáctica, para desde el conjunto de saberes que disciplinar y prácticamente los docentes han acumulado a lo largo de su formación y de su experiencia, trabajen en el reto de construir el proyecto educativo en las actuales condiciones que la pandemia ha colocado al país y a la humanidad. Voltear a lo pedagógico-didáctico para analizar cómo construir los proyectos de aprendizaje acordes a las exigencias del mundo actual, pero a partir de las diversas realidades de los alumnos, analizar como reestructurar los contenidos de aprendizaje que necesita formular y la forma como tales contenidos se vinculan con los aspectos significativos de la vida del alumno, apuntar hacia otras nociones que permitan rearmar planes de estudios, integrar contenidos a través de problemas de aprendizaje, integrar materias que contribuyan a analizar la realidad, en vez de segmentarla. Y fundamentalmente, reconstruir las relaciones didácticas, las interacciones en el marco del seno escolar, con el fin de crear ambientes significativos para el aprendizaje.

Regresar a la presencialidad demanda muchas más cosas en el ámbito pedagógico que las que actualmente se suele reconocer.

Ojalá la escuela mexicana pueda ver a Freinet, a Freire, al PTEO, a las múltiples experiencias que han construido nuestros maestros en su actuar cotidiano, a los proyectos educativos diferentes y diversos pero que tienen sentido. 

Dejar de suponer que los 16 meses de pandemia han sido un tiempo perdido para el niño. Quizá no hayan aprendido lo que se promueve en el currículo escolar y los libros de texto. Pero han aprendido sobre muchos temas vinculados con su vida cotidiana, con lo que acontece en su entorno, con el significado de la pandemia, no lo que relatan los libros de texto sobre la mortandad que causó en Europa la peste negra, ni la forma como la viruela provocó el exterminio de millones de indígenas. El niño ha vivido en carne propia lo que es una pandemia desde la perspectiva personal en la forma como afectó su vida personal, la de su familia y la de su entorno; desde el significado de la enfermedad, la salud e incluso la muerte de personas cercanas o allegadas, el dolor que significa esa separación; desde la necesidad de encontrar formas para comunicarse con sus amigos en el medio urbano a través del whasapp y en el rural y semirural yendo a la siembra, al campo, a la venta de productos al mercado; desde la perspectiva de las ciencias en lo que es un virus o la dificultad de elaborar una vacuna; desde la perspectiva social de muy diversos ángulos los cambios que observa a su alrededor, el uso social del cubrebocas, e incluso la forma como se expande el virus en la población, en la república, en el mundo. Lamentablemente no son los aprendizajes cotidianos los que suele impulsar, reconocer, valorar y aprovechar el sistema educativo.

El niño ha aprendido de sus hermanos, de sus familias, de otros actores que han interactuado con él. Ha aprendido que en la sociedad el aprendizaje es diverso, no un proceso homogéneo.

No son los únicos aprendizajes que ha obtenido el niño, pero son un indicador de la necesidad de replantear el currículo actual, de la necesidad de sentar las bases para avanzar en la construcción de planes de estudios integrados, donde los contenidos de las diversas asignaturas se vayan dosificando a través de la elección y conformación de diferentes problemas con graduando paulatinamente su complejidad.

Facebook Comentarios

Leave A Comment