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SNTE-SEP: firmeza e incertidumbre

A fe mía que el gobierno de Enrique Peña Nieto se equivoca. Cuando en la etapa de euforia y debates sobre la Reforma Educativa, en 2013, el Presidente propuso y el Congreso aceptó modificar la Ley de Coordinación Fiscal para recentralizar el pago de la nómina de los maestros, también acabó con la doble negociación salarial. A partir de 1993 había dos tipos de convenios para ajustar aumentos a los salarios y prestaciones, uno a escala nacional y otro entre los gobiernos estatales y las secciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Las bolsas locales eran barriles sin fondo.

Pacto por mexico reforma educativaEl argumento parecía sensato: centralizamos y ahorramos y, de paso, abatimos la corrupción. Este razonamiento armonizaba con la retórica de retomar la rectoría de la educación. Con la recentralización —al parecer— el gobierno quiere que las relaciones entre la Secretaría de Educación Pública y el SNTE sean como en el pasado, digamos, como lo fueron hasta finales del gobierno de López Portillo: corruptas, pero estables; el gobierno toleraba y el magisterio —como dijo Carlos Jonguitud Barrios— era el plomero electoral del Partido Revolucionario Institucional.

Pero la realidad echa para abajo las supuestas bondades de la recentralización. La concentración del pago de la nómina trajo ahorros, pero también le dio tiempo al SNTE y a los gobiernos estatales de acomodar sus fichas. La negociación única, si bien pone límites a la voracidad de los dirigentes seccionales, fortalece la figura del líder nacional, Juan Díaz de la Torre, quien empieza a soñar con su cacicazgo. Ya abordó el culto a su personalidad, pronto se le verán otros rasgos.

La negociación entre el SNTE y la SEP —el orden de los factores señala la importancia del producto— fue maravillosa para la dirigencia del sindicato, por eso festejó en grande. En resumen: más de un millón 700 mil maestros recibirán un incremento de 6.2% global, retroactivo al 1 de enero; un incremento al bono único, que será de dos mil 600 pesos por trabajador. Asimismo, el gobierno entregará ocho mil 587.7 millones a los estados para que hagan frente a las prestaciones que pactaron con las secciones estatales. Esta provisión se refiere a trabajadores que nunca cobraron en el gobierno federal pero que, debido al Acuerdo de Modernización de la Educación Básica de 1992, sus salarios y prestaciones deberían homologarse con las de los maestros transferidos.

Achuayffet_diazdelatorredemás, la SEP gastará más de 166 millones de pesos en 34 festejos para maestros afiliados al SNTE; incluye la celebración —en grande— del Día del Maestro, el Día de la Madre, un programa vacacional y un programa deportivo. La cereza del pastel: 150 millones de pesos administrados por el sindicato para comunicación social, propaganda, pues. Estos gastos implicaron más de cuatro mil 100 millones de pesos arriba de lo aprobado en el Presupuesto de Egresos de la Federación.

Por supuesto que Díaz de la Torre y su grupo tenían motivos de contento; incluso, hasta mencionó que el SNTE sí pudo y la UNAM no, rebasar el tope salarial. Habló de la fortaleza del SNTE, 48 legisladores, aunque militen en diferentes partidos. Quizá no lo quiso presumir, pero el sindicato controla las secretarías de Educación de los estados. En Oaxaca, Guerrero y Michoacán el mando lo tienen los grupos disidentes, que también pertenecen al SNTE. A ellos, como era de esperarse, lo conquistado les parece poco.

El SNTE muestra su músculo político. Mientras que el gobierno no tiene la certeza de que se cumplirán sus expectativas; al mismo tiempo provoca la sospecha de que quiere tener contentos a los maestros no para que realicen mejor su tarea, sino para que voten como deben votar, por el PRI y sus aliados.

Sin embargo, los viejos métodos no funcionan en los nuevos tiempos. Una de las cosas que le granjeó simpatías a la Reforma Educativa de este gobierno fue la propuesta de retomar la rectoría de la educación. No lo hace, por el contrario, insiste en otorgarle mayores poderes al SNTE. Cierto, ya las secciones y los gobernadores pintan poco, pero el gobierno no gobierna en la educación básica, ni es seguro que el SNTE consiga más votos para el PRI.

La dirigencia del SNTE anda con paso firme, confiada en su poder. Con esos incrementos salariales y los dineros extra se legitima ante sus bases, lo que le otorga cierta garantía de continuidad. La SEP, en tanto, siembra incertidumbre respecto al futuro de la reforma.

 

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