Educación Futura

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  • Justicia para el profesor Esteban…

    Justicia para el profesor Esteban…

    Abelardo Carro Nava
    Abelardo Carro Nava

    Entiendo que la docencia en las últimas décadas se ha convertido en una profesión donde las exigencias son mayúsculas. Entiendo perfectamente que esas exigencias son multifactoriales, es decir, que diversas circunstancias son las que originan que, a cualquier maestra o el maestro, de cualquier nivel educativo, se le demande en demasía.

    Por un lado, esas demandas provienen del mismo gobierno, de la Secretaría de Educación Pública (SEP), de organizaciones no gubernamentales, del empresariado, del clero u otros grupos conservadores, en fin, de diversos sectores públicos y privados; no obstante, lo anterior, pienso que la principal demanda, muchas veces infundada, proviene de los padres de familia y/o de la sociedad en su conjunto. Esa idea de que las escuelas se han visto en los últimos años como las guarderías de los padres es cierta; de unos años para acá, ¿acaso no se le ha delegado una responsabilidad a la escuela y al docente que no necesariamente le corresponde? Por ejemplo, además de ser maestra o maestro, ¿no acaso se le exige ser niñero, enfermero, médico, psicólogo o trabajador social? Esto sin olvidar que dichos profesores deban ser intendentes, secretarias, gestores, subdirectores y hasta directores de las instituciones educativas en las cuales se encuentran prestando un servicio educativo.

    Sí, se leyó bien, un servicio educativo que, desde luego, no incluye muchas de las labores que otras tantas personas o profesionales tendrían que realizar. Es cierto, si hay un desperfecto que puede arreglarse en el aula lo atiende un docente; es cierto, si algún alumno no lleva dinero para una torta u otro alimento, también le tiende su mano y le apoya; es cierto, si algún estudiante tiene un problema en casa se hace un espacio en la jornada y se le escucha; sí, estas y otras tantas cosas más se realizan durante un día completo de escuela. En serio, no imagino a un cardiólogo llegando a un hospital con martillo en mano, máquina especial o camilla porque el hospital no cuenta con los insumos necesarios para que pueda intervenir quirúrgicamente a un paciente; en serio, no imagino llegando a un juez a la sala de audiencias con su fotocopiadora personal, hojas, marcatextos, folders, aguja, hilo o cajas para expedientes. Vaya, no imagino al secretario de educación o la misma presidenta de la República dejar de asistir a sus acostumbradas mañaneras nada más porque tiene que arreglar el sanitario de Palacio Nacional porque no funciona. El punto al que quiero llegar es que a cada persona o sujeto que presta un servicio le corresponde realizar una función en específico.

    No sé por qué los diferentes gobiernos no han hecho nada o casi nada para ponerle un alto a muchos padres de familia que no cumplen con el rol que por decisión propia les corresponde cumplir. No sé por qué los distintos gobiernos en los últimos años han empoderado tanto a los padres de familia, a tal grado que muchos de ellos dirigen y mandan al interior de las instituciones educativas porque, para nadie es desconocido, la influencia que llegan a tener, por ejemplo, cuando a capricho quitan o ponen a directores o a maestros a su antojo.

    ¿Y qué hace Sindicato para apoyar, orientar o defender a las maestras y maestros si fuera el caso? La respuesta es muy sencilla: nada o casi nada, por ejemplo, el comité ejecutivo nacional del SNTE, así como su dirigente y flamante senador, se encuentran más preocupados y ocupados en complacer a su “compañera presidenta” que en cumplir con lo que por mandato estatutario tendrían que cumplir.

    De las instancias gubernamentales o de derechos humanos poco puede esperarse; recuerdo hace un par de años a una docente que fue agredida por tres madres de familia a la hora de ingreso de la escuela, solo por el simple hecho de que ya le habían dicho que no dejara tarea y lo seguía haciendo. ¿Qué hizo la SEP estatal o la comisión estatal de derechos humanos? Nada o casi nada, en el primer caso los brillantes funcionarios del gobierno estatal decidieron cambiarla de centro de trabajo y, en el segundo, archivar el caso en esa comisión de “supuestos derechos humanos”.

    El caso del profesor Esteban Canchola de Baja California es uno más de los tantos que existen a lo largo y ancho de la República Mexicana. Recientemente fue declarado culpable por omisión de auxilio porque, allá por el 2023, en la escuela primaria “Eucario Zavala”, al parecer entre las 12:00 y 13:00 hrs. del día, un niño se golpeó la cabeza cuando estaba jugando con sus compañeros; después de ese golpe, los padres del menor fueron notificados y, desafortunadamente, días después falleció en una clínica.

    Como era de esperarse, los padres del menor actuaron en consecuencia y, aunque en las audiencias se pudo constatar que el profesor Esteban actuó conforme a los protocolos, el juez encargado del caso lo encontró culpable por omisión de cuidados.

    Al parecer, erróneamente, por no decir estúpidamente, el juez de ninguna manera valoró que los hechos ocurrieron antes de que iniciaran las clases en el plantel, que el menor se golpeó la cabeza mientras jugaba futbol con sus compañeros donde al parecer era víctima de bullying, que ese accidente se suscitó, repito, antes del horario de clase, que el niño fue dado de alta del hospital pero que su estado se agravó días después y falleció, que el profesor siguió el protocolo establecido conforme a sus responsabilidades y posibilidades asignadas en la escuela.

    Hace unas semanas publiqué un artículo (https://profelandia.com/que-y-quien-defiende-a-maestras-y-maestros/) donde señalaba que la docencia se ha convertido en una profesión de alto riesgo. Hoy coincido con las voces que sostienen que esta profesional se enfrenta a un riesgo silencioso: la criminalización.

    ¡Por favor! Las maestras y los maestros son seres humanos que cumplen con una función clara y precisa, misma que se halla en el proceso de enseñanza y de aprendizaje; de ninguna forma pueden sustituir la educación que desde casa se les debe dar a las niñas y niños. ¡Dejemos de culparlos por todo!

    No niego, en absoluto, que haya casos en los que sea necesaria la aplicación irrestricta de la ley hacia quienes estando en el magisterio se aprovechan para abusar de las niñas, niños o adolescentes, pero de ahí a que a todas y todos se les mida con la misma vara es un error.

    Señoras y señores padres de familia, las y los profesores de sus hijas o hijos son eso: sus profesores, no los empleados o los sirvientes de ustedes.

    Desde este espacio y con estas letras, manifiesto mi total apoyo al profesor Esteban, sumándome al grito que comienza a esparcirse en todo el magisterio: ¡Justicia para el maestro Esteban!

  • Las cuotas escolares y la irresponsabilidad

    Las cuotas escolares y la irresponsabilidad

    escuela-pueblaTodos los que conocemos el sistema de educación pública, tenemos dos certezas incuestionables: que casi todo el personal que labora en ellas, es pagado por algún nivel del gobierno, y que algunos servicios o recursos son pagados por las instituciones, padres de familia, maestros; e incluso, algunas escuelas fueron construidas con recursos particulares. Sin embargo por mucho tiempo ha sido mencionada la palabra “gratuidad”, y otras tantas veces ha sido cuestionada.

    Hay que recordar que el principio de la gratuidad está prescrito en el artículo tercero constitucional desde 1917, el cual refería que la educación que impartan los establecimientos oficiales será gratuita. Sobre este tema se han esgrimido argumentos para denunciar el cobro de cuotas en algunos centros educativos.

    Todos tienen la razón

    Conforme han transcurrido los años se ha acentuado la regulación de las cuotas de inscripción, y la cualidad de “educación gratuita” también se ha venido trastocando y reinterpretando. Desde épocas de expansión de la cobertura, se habían gestionado recursos de diferentes instancias, e incluso se habían institucionalizado las cuotas de inscripción, que en ese entonces eran permitidas.

    Después se centró la atención en las cooperaciones o donaciones, y se puso en entredicho el carácter “gratuito” de la educación pública, al grado de permitir donaciones o cuotas voluntarias, con la aclaración de que no se tomarían como contraprestaciones o condicionantes para el servicio educativo. En este otro momento, también tenían la razón.

    Hace unos meses, Manuel Gil (El Universal, 28/02/2015) señaló que la gratuidad no tiene grados, y comparó las versiones de gratuidad de 1993 y 2013, de donde concluyó que hay incoherencias, y apuntó que la calidad de la infraestructuras de las escuelas es responsabilidad del Estado. Aquí hay otra razón incuestionable.

    Si observamos al Estado como patrón y a los profesores como empleados, resulta que los profesores son otro insumo que se paga en el gasto educativo. Entonces, el costo del mantenimiento de las instituciones, es responsabilidad del patrón, no del empleado. Sin embargo, a razón de la falta de sustento suficiente de los centros escolares, se habían implementado las cuotas, por parte de los empleados, porque el patrón no cubría todas las necesidades por atender.

    Y después, las autoridades educativas subrayaban en sus discursos, que las cuotas no serían obligatorias, y que no se condicionaría el servicio educativo con el cumplimiento del costo de inscripciones o cooperaciones. Y tienen razón. Pero el elemento faltante, es la suficiente inversión para el mantenimiento de los centros educativos públicos.

    Tapar el sol con un dedo

    nuño-escuela1El pasado 28 de septiembre, apareció el Comunicado 287, en el que el actual secretario de educación, Aurelio Nuño, mencionó que: “las cuotas escolares están prohibidas, y advirtió que no se puede condicionar a los niños su ingreso a las escuelas o la entrega de calificaciones a cambio de algún pago”. Como todos sabemos, esa prohibición ha sido recurrente a inicios de cada ciclo escolar, y como ya vimos, atenta contra la gratuidad.

    Sin embargo, la última reforma educativa, viene con un elemento que apunta hacia la autonomía de gestión. Esta otra generación de organización y gestión escolar se centra en el aprendizaje y menciona, de paso, algunos elementos del mantenimiento de los centros escolares, desde dos acuerdos secretariales.

    El Acuerdo 716. (DOF, 4/03/2014), que establece los lineamientos para la constitución, organización y funcionamiento de los Consejos de Participación Social en la educación, prescribe todo lo necesario para esta figura, a nivel nacional, estatal, municipal y escolar.

    Específicamente para el Consejo Escolar, el inciso i, menciona que: “estará facultado para realizar convocatorias para lograr la participación voluntaria en trabajos específicos de mejoramiento de las instalaciones escolares”, es decir, que el Consejo Escolar de Participación Social puede convocar a dicha participación voluntaria.

    Pero también, en el mismo Acuerdo, “se prohíbe el pago de cualquier contraprestación que impida o condicione la prestación del servicio educativo a los alumnos”. Porque anularía la gratuidad. Sin embargo, no se ha percibido gran trascendencia de dichos consejos.

    También está el Acuerdo 717. (DOF, 7/03/2014) de Lineamientos para formular los programas de Gestión Escolar, que tiene como objetivo:

    “Administrar en forma transparente y eficiente los recursos que reciba para mejorar su infraestructura, comprar materiales educativos, resolver problemas de operación básicos y propiciar condiciones de participación para que alumnos, maestros y padres de familia, bajo el liderazgo del director, se involucren en la resolución de los retos que cada escuela enfrenta.”

    Esta gestión escolar, también habrá de centrarse en la calidad educativa y en el logro de los aprendizajes de los educandos, en coordinación con el Consejo Técnico Escolar, y los Consejos de Participación Social. De este acuerdo subrayamos unos aspectos de atención:

    1. f)Promover que cada centro escolar disponga de infraestructura, mobiliario y equipamiento digno;
    2. g)Asegurar que cada centro escolar disponga del equipamiento y demás elementos necesarios parapoder registrar, administrar e informar todos los movimientos e incidencias que se presenten de su personal, alumnos y del plantel, durante el desarrollo del ciclo escolar, en el Sistema de Información y Gestión Educativa;
    3. o) Proveer recursos pertinentes y oportunos con base en los diversos contextos y en las necesidadesidentificadas en los centros escolares.

    También hay que tomar en cuenta el Presupuesto de Egresos de la Federación, de recursos asignados al Ramo 11. “Educación”, que se autoriza desde el poder legislativo año con año. Este presupuesto se destina a gastos programables de las diferentes líneas establecidas en el programa sectorial de educación, y se distribuye en función de lo programado y de lo asignado.

    niños-escuelaDFSin embargo, queda fuera el gasto corriente que hay en cada institución educativa, que se compone de compras, proveedores, reparaciones, recursos consumibles, servicios, remuneraciones y material educativo o de oficina. Estos recursos son autogenerados por las instituciones, a partir de las cooperativas escolares que venden refrigerios en el recreo, o por medio de actividades para recabar recursos.

    Sin embargo, a pesar de las estrategias para solventar las necesidades de los centros educativos, surgen gastos imprevistos y necesidades por atender. Y las cuotas prohibidas, se habían vuelto una medida paliativa para atender las necesidades de las escuelas.

    Muchos padres de familia, habían percibido claramente los requerimientos que no se atendían con recursos oficiales, y se habían solidarizado con las escuelas, a través de aportaciones en trabajo, o especie, o con cuotas voluntarias.

    Sobre este panorama descrito, pareciera que los vacíos mencionados se llenan de irresponsabilidad. Pero ¿cuál será mayor irresponsabilidad? ¿autogenerar recursos con cuotas, o limitar los recursos públicos y la posibilidad de generarlos?

    El secretario Nuño, el mismo día de la prohibición de cuotas también mencionó que “…más allá de edificios, las escuelas lo que realmente son, son comunidades de aprendizaje”, como si no importaran los recursos y la infraestructura. Como si el aprendizaje sólo se generara con buenas intenciones, con la retórica de los discursos, y con la evaluación docente.

     

    Twitter: @pluralidad

    *Maestro en Ciencias de la Educación. Jefe de redacción de la revista Voces Normalistas.

     

  • Educación: voz y salida

    Educación: voz y salida

    salida, voz y lealtad

    Hace más de 40 años Albert O. Hirschman escribió: “En una obra reciente traté de explicar por qué los ferrocarriles nigerianos habían trabajado tan mal frente a la competencia de los camiones… Me quedaba sin explicar la prolongada incapacidad de la administración de los ferrocarriles para corregir algunas de sus insuficiencias más obvias, a pesar de una competencia activa… Propuse la explicación siguiente: la presencia de una alternativa fácil al transporte por ferrocarril vuelve menos probable el ataque a las fallas de los ferrocarriles. Cuando se dispone de transporte en camiones y autobuses, un deterioro del servicio ferrocarrilero no es tan grave… tal deterioro puede soportarse durante largo tiempo sin generar fuertes presiones públicas… En lugar de estimular una actuación mejor u óptima, la presencia de un sustituto fácil y satisfactorio para los servicios ofrecidos por la empresa pública sólo la priva de un precioso mecanismo de información que opera al máximo cuando los clientes están cautivos. Los administradores de la empresa pública, siempre confiados en que la tesorería nacional no los abandonará, pueden ser menos sensibles a la pérdida de ingreso derivada del desplazamiento de los consumidores hacia un sistema competidor que a las protestas de un público enojado que tenga interés vital en el servicio y que al no tener alternativa arma un escándalo”. (Salida, voz y lealtad. FCE, 1970).

    El ejemplo era utilizado por Hirschman para ilustrar la posibilidad de que en circunstancias particulares ni la “voz” ni la “salida” fueran instrumentos eficientes para modificar la actuación de los responsables de una empresa, organización o servicio público. Del caso derivaba que “la combinación de la salida y la voz resultaba particularmente negativa para toda la recuperación: la salida no tenía su efecto acostumbrado de llamar la atención porque la pérdida del ingreso no representaba una cuestión de máxima gravedad para la administración; y la voz no funcionaba mientras los más enojados… fuesen los primeros en cambiar los ferrocarriles por los camiones”.

    Leí de nuevo esas líneas pensando en la escuela pública mexicana y sus relaciones con las escuelas privadas. Quizá quienes podrían haber alzado la voz durante las largas décadas de deterioro (real o imaginado o artificialmente construido, para el caso es lo mismo) emigraron y fortalecieron a las escuelas privadas. Y esa salida prácticamente no fue tomada en cuenta por los responsables de la educación, porque se convertía en una válvula de escape que les quitaba presión, mientras estaban seguros que el apoyo estatal se encontraba atado (en buena hora).

    Resultó que mi analogía no era siquiera ingeniosa. El propio continuaba su argumentación precisamente con las escuelas norteamericanas. Escribió: “Si en lugar de los ferrocarriles y camiones de Nigeria contamos la historia de las escuelas públicas y privadas en algunas partes de los Estados Unidos, obtendremos un resultado similar. Supongamos que… las escuelas públicas se deterioran. En consecuencia, un número cada vez mayor de padres conscientes de la calidad de la educación enviará a sus hijos a escuelas privadas. Esta “salida” puede generar cierto impulso hacia un mejoramiento de la escuela pública; pero aquí también este impulso es mucho menos potente que la pérdida por parte de las escuelas públicas de los miembros-clientes que estarían más motivados y decididos a pelear contra el directorio si no tuviesen la alternativa de las escuelas privadas”.

    Recordemos que para el autor multicitado, la salida y la voz eran dos mecanismos idóneos para alertar sobre comportamientos deficientes. Las voces discordantes, las huidas e incluso las amenazas de salida, eran resortes eficientes que estaban al alcance de consumidores -en relación a diferentes productos-, integrantes de organizaciones, incluidos partidos -en relación a sus respectivas direcciones-, votantes -en relación a las opciones partidistas- e incluso ciudadanos en relación a sus respectivos regímenes de gobierno -la posibilidad de expresar su disidencia o migrar-. Pues bien, el propio Hirschman argumentaba contra él mismo, ejemplificando con situaciones en las cuales ambos resortes se anulaban uno al otro. La salida inhibía a la voz y la voz se extinguía precisamente porque existía la posibilidad de salida.

    Bueno, es una idea más que eventualmente puede ayudarnos a explicar lo que sucedió con nuestras escuelas públicas. Y además esbozada en vacaciones.