La Universidad Nacional Autónoma de México calificó de flagrante e inadmisible violación a la autonomía y legislación universitarias, la resolución del 5to Tribunal Colegiado federal en materia Administrativa sobre los procedimientos llevados a cabo para determinar la autoría de la tesis profesional de la ex alumna Yasmín Esquivel Mossa.
Dicha resolución instruye a la Universidad a dejar sin efecto cualquier acto o procedimiento que vulnere los derechos de la hoy Ministra de la Suprema Corte de Justicia, Yasmín Esquivel.
“No obstante -agregó la UNAM en un comunicado-, el fallo judicial constituye una interferencia flagrante e inadmisible a la autonomía y la legislación universitarias. Establecer prohibiciones al actuar de los órganos universitarios, como el Comité Universitario de Ética (CUETICA), desde espacios ajenos a la academia, representa también un atentado a la libertad de expresión y al derecho a saber de la comunidad universitaria y de la sociedad en general”.
La ministra Esquivel fue señalada por el presunto plagio de su tesis de licenciatura en Derecho, presentada en 1987. El escritor Guillermo Sheridan, investigador del Centro de Estudios Literarios de la UNAM, documentó en 2022 que la ministra copió su trabajo de una tesis elaborada en 1986 por Edgar Ulises Báez. Ambos documentos fueron realizados como requisito para obtener el título en Derecho. En respuesta, la Esquivel negó categóricamente las acusaciones, calificándolas como “absolutamente falsas”.
La UNAM afirmó que dio seguimiento puntual y agotó todos los medios legales a su alcance en contra de los recursos promovidos por la ex alumna, para que el comité de ética universitario cumpliera con su derecho y con la obligación moral y legal de hacer público el resultado de su trabajo.
En su comunicado, la UNAM dijo que acatará la resolución y que para la institución la buena voluntad de las partes y particularmente la ética de sus estudiantes y profesorado “son valores que deben prevalecer en todos los trámites y procesos académicos”.
Por lo pronto, la Universidad Nacional está impedida de dar a conocer el resultado de la investigación llevada a cabo por el Comité Universitario de Ética sobre el caso del plagio en que presuntamente incurrió la ministra Esquivel, quien ya se anotó para contender por un cargo como ministra de la Corte en las elecciones de junio de 2025.
Luego de un análisis y datos a los que Educación Futura tuvo acceso sobre las propuestas presentadas por los candidatos para ocupar un puesto en la Junta Directiva y el Consejo Técnico del Organismo para la Mejora Continua de la Educación, instancia que sustituirá al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), se han detectado diversas irregularidades como plagio e incumplimiento de requisitos que marcaban la convocatoria emitida por el Senado de la República.
El caso de plagio se ha detectado en la propuesta presentada por la candidata Andrea Contreras Ramírez, quien en el ensayo titulado “El estado de la situación educativa en México”, el cual presentó para ocupar un cargo tanto en la Junta Directiva y el Consejo Técnico de este nuevo Organismo, resultó con una proporción de plagio superior al 20% del texto total al ser examinado con el software profesional antiplagio iThenticate.
Por ejemplo, en el cuarto párrafo de la página tres del ensayo, Andrea Contreras Ramírez se atribuye el siguiente texto, el cual, originalmente pertenece al pedagogo francés Gilles Ferry, que aparece en la página 62 del libro “El trayecto de la formación. Los enseñantes entre la teoría y la práctica”, editado por Paidós Educador en el año de 1990.
Evidencia de plagio. Comparación del texto presentado por Andrea Contreras Ramírez y fuente original del libro “El trayecto de la formación. Los enseñantes entre la teoría y la práctica” de Gilles Ferry
Esto se repite en los párrafos 3, 4, 5 y 6 de la página 4 del ensayo presentado por la misma candidata, quien hace propio el texto publicado en el libro “La aventura de innovar y el cambio en la escuela” de Jaume Carbonell.
Evidencia de plagio. Comparación del texto presentado por Andrea Contreras Ramírez y fuente original del libro “La aventura de innovar y el cambio en la escuela” de Jaume Carbonell
Finalmente, en el párrafo siete de la misma página, se adjudica un texto del autor previamente mencionado sin que exista la cita correspondiente.
Evidencia de plagio. Comparación del texto presentado por Andrea Contreras Ramírez y fuente original del libro “La aventura de innovar y el cambio en la escuela” de Jaume Carbonell
Incumplimiento de requisitos e irregularidades
Por otro lado, en el expediente público del candidato Earlt Beau Bunfild Baños, quien pretende ser parte de la la Junta Directiva del nuevo organismo, se localizó solo un resumen del ensayo titulado “Treinta años de reformas en México no han cambiado a la educación”. A comparación de los archivos de los otros candidatos, el expediente publicado en el sitio del Senado (http://comisiones.senado.gob.mx/educacion/docs/JDOME/EBBB.pdf) no contiene el texto completo del mismo.
La convocatoria emitida por la Junta de Coordinación Política (http://comisiones.senado.gob.mx/educacion/docs/Acuerdo_JCP_JDDO.pdf) señala claramente en el punto número diez de la base cuatro que, para acreditar que las y los candidatos posean “al menos diez años de experiencia y ser especialista en investigación, política educativa”, deberán presentar un “ensayo de autoría propia, en un máximo de 7 cuartillas, en hoja carta, letra tipo Arial tamaño 12, con interlineado sencillo, sobre el estado de la situación educativa en México y propuestas de mejora a raíz de la nueva reforma educativa”. Sin embargo, el candidato Earlt Beau Bunfild Baños, solo presentó un pequeño resumen.
En el archivo publicado por el Senado, se observa que Earlt Beau Bunfild Baños solo presentó un resumen de su ensayo
Finalmente, la candidata Isabel Cristina Montalvo Cabrera, presentó un ensayo titulado “Propuestas para la educación del nuevo siglo XXI” (http://comisiones.senado.gob.mx/educacion/docs/JDOME/ICMC.pdf) , cuya extensión se limita a cuatro páginas.
Sin respuesta del Senado
Hasta el momento, no existe respuesta de las oficinas de los Senadores Rubén Rocha Moya, presidente de la Comisión de Educación del Senado ni de Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política.
Farly Encarnación Heredia Tovar es una joven colombiana que aspira a ser investigadora. Ella recibió el grado de “Historiador y Archivista” a nivel licenciatura por la Universidad Industrial de Santander (UIS), en Colombia. Y posteriormente fue aceptada en la maestría “Enseñanza de la Historia” de la Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo (UMSNH). Para lograr el grado de licenciatura elaboró una tesis, dando así sus primeros pasos en la difícil profesión de la investigación. Para la elaboración de la tesis fue asesorada por un investigador de la UMSNH. Una vez logrado el grado, este asesor, de nombre Francisco Javier Dosil Mancilla, quien además es Profesor de Tiempo Completo en el Instituto de Investigaciones Históricas de esa universidad, la orientó también durante el proceso de selección del postgrado.
Desafortunadamente Farly tiene enemigos, y también desafortunadamente, fue mal asesorada. Como muchos otros investigadores de todo el mundo, Dosil considera (o consideró) de su propiedad intelectual el trabajo realizado por otros estudiantes por él asesorados. Puso a disposición de Heredia un marco de investigación que anteriormente resultó en un grado de maestría para Silvana Beatriz Casal, quien elaboró ese marco bajo la tutela de Dosil. El trabajo de Casal aplica y aporta a México. Heredia lo aplicó para un caso colombiano, aportando realmente con esta investigación a su país. La mala asesoría consistió en no notificar a Casal de que su trabajo ayudaría a una joven colombiana, aspirante a investigadora. Y lo grave también fue no darle crédito alguno a Silvana Casal en la tesis de Farly Heredia. ¡Docil fue el asesor de ambas tesistas!
Los jóvenes por egresar, los recién egresados necesitan de asesores, de tutores, de mentores que los orienten a encausar su ímpetu. Lamentablemente, cuando se escoge mal quien sufre las consecuencias mas graves es el asesorado, no el mentor.
Alguién cercano a Heredia, una persona cobarde, quería hacerle daño, y lo logró puesto que Heredia tenía cola que le pisasen. Escondida en el anonimato esta persona informó a Casal del plagio y le envió las pruebas irrefutables. Silvana Casal, la victima del plagio de tesis, hizo lo correcto, pedir aclaraciones y disculpas. No las recibió, por el contrario, el plagio intentó ser minimizado por los perpetradores. Entonces convocó a rueda de prensa e informó a ambas instituciones de educación superior. El caso fue documentado tanto por la prensa mexicana, como por la colombiana.
Recientemente el portal colombiano PlagioS.O.S., cuyos responsables también optan por el anonimato, informaron que la UIS, después de mucho investigar y deliberar, decidió revertir la calificación otorgada inicialmente a la defensa de grado de Farly Heredia, y darle una calificación de 0.0 (cero), y admitirla condicionalmente a dos semestres consecutivos. PlagioSOS también anunció que el grado había sido retirado. Lo cual fue posteriormente desmentido por la misma UIS. Heredia aun conserva su titulo universitario, la UIS tendría que iniciar un proceso legal para poder revocarlo. Con la reinserción por dos semestres consecutivos se puede corregir la mala asesoría recibida y que Heredia elabore un nuevo trabajo de grado. Heredia ya no cursa la maestría, no la concluyó.
Una lección dura pero justa. Muy bien por la UIS, quienes no consideraron el plagio un hecho consumado, como en su momento lo hizo la Universidad Panamericana en el plagio cometido durante su etapa de estudiante por nuestro actual presidente. Es de notar que el asesor no sufrió repercusión, aun labora en la UMSNH.
Llueve sobre mojado en el campo de la copia y el plagio. Si bien es sabido que copiar y plagiar no es lo mismo, a efectos de repercusión social ambas acciones desacreditan al autor y debería al menos sonrojar a quienes no lo evitaron y debían hacerlo. Podemos afirmar que la culpa es del hacedor, pero también hay culpa in vigilando y debe ser asumida por quienes tienen la tarea de controlar la producción, sea académica, artística o de cualquier otra índole.
Como escribe César García García para este medio, los ejemplos de plagio académico y deshonestidad son numerosos y patentes. Estas acusaciones van dirigidas a múltiples personajes reconocidos y no desde el mismo presidente de la República hasta los trabajos diarios de alumnos y alumnas pasando por doctores adscritos al padrón CONACYT en las múltiples universidades públicas y privadas del país y diversos cargos públicos. Quizá el caso más curioso, no recogido en la nota, fue la sospecha de copia de la guía para prevenir el plagio realizado por la Universidad de Guadalajara (México) a la Universidad de Murcia (España). Ya corregida por la Universidad tapatía.
Pero este asunto no se queda en el mundo académico. El plagio va más allá. La semana pasada, con motivo del centenario del equipo de fútbol América, se presentó un himno conmemorativo con la pronta sospecha de derivada apropiación ilícita. La pieza musical americanista posee cierto parecido en melodía y letra al himno del Sevilla Fútbol Club, presentado por la entidad bajo el mismo aniversario de cien años el pasado 2005. La cuestión no es hacer leña del árbol caído, sino exponer elementos de análisis y debate.
Sobre el hecho del plagio, tras la denuncia, repulsa y escarnio a quiénes lo producen y lo permiten, cabe una reflexión en torno a los siguientes interrogantes: ¿Qué está pasando? ¿Qué consecuencias tiene? ¿Qué promueve la situación? Quizás un punto clave sea retomar lo expuesto en 2015 por un conjunto de académicos mexicanos[1] y publicado entre otros medios por el diario El País, el 29 de Julio de 2015, en su sección internacional.
En este artículo se destaca como principal consecuencia de proseguir con este tipo de práctica el deterioro de la formación y desprestigio de la vida académica. Así como se compromete el futuro en tanto que se dificulta y enmaraña la construcción de conocimiento, máxime en la sociedad tecnológicamente avanzada que predomina. Habrá que reconsiderar en especial alguna de las propuestas expuestas hace un año, como por ejemplo:
III. Que las sanciones que se apliquen en los casos de plagio comprobado por las instancias institucionales encargadas de su investigación reflejen inequívocamente su inaceptabilidad ética, intelectual e institucional.
Aunque el carácter punitivo de medidas a tomar puede beneficiar la disminución e incluso producir la desaparición del plagio a nivel académico, la cultura de la copia se expande como la gota de tinta china en el vaso de agua. Entender la producción, sin tener en cuenta la naturaleza de la misma, partiendo del compromiso ético con la historia, el conocimiento y la sociedad como una obra derivada no niega la originalidad, sino que la pone en valor. El valor procedente del reconocimiento al pasado desde el presente para el futuro de la producción humana. Es decir, entender la tarea individual como subsidiaria de un trabajo implícito de la cultura actual.
En conclusión, la cultura del copy&paste es el reflejo de una sociedad que desvaloriza el pasado y se despreocupa del futuro por aquí y ahora de supremacía del individuo sobre el colectivo.
Notas al pie:
[1] Publicado en El País, miembros académicos citados en la noticia: Elisa Cárdenas, Universidad de Guadalajara; Daniela Gleizer, UAM-C; Benjamín Arditi, UNAM; José Antonio Aguilar, CIDE; Marco Antonio Landavazo, Univ. Michoacana; Roberto Breña, COLMEX; Ariadna Acevedo, CINVESTAV; Gabriel Negretto, CIDE; Antonio Azuela, UNAM; Catherine Andrews, CIDE; Tomás Pérez Vejo, ENAH; Iván Escamilla, UNAM; Soledad Loaeza, COLMEXFausta Gantús, Instituto Mora; Alfredo Ávila, UNAM; Rafael Rojas, CIDE; Eugenia Roldán, CINVESTAV; Ignacio Almada Bay, El Colegio de Sonora; Jesús Rodríguez Zepeda, UAM-I; Juan Ortiz Escamilla, Universidad Veracruzana; Érika Pani, COLMEX; Gilles Serra, CIDE.
Hace unas semanas apareció en la revista Perfiles Educativos (Número 154) un suplemento especial dedicado al plagio académico. El tema es de especial relevancia porque los casos de plagio se repiten en todos los niveles y espacios y nos obliga a preguntarnos ¿quiénes son y qué podemos hacer para revertir estas prácticas?
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Respecto a quiénes son los plagiosos hay toda una tipología que abarca a investigadores, funcionarios y estudiantes. El año pasado presentaba aquí en Educación Futura (06/08/ del 2015) la noticia de dos investigadores que fueron expulsados del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT por haberse demostrado problemas de un plagio sistemático y deliberado.
Recientemente apareció el caso del presidente de la república que había plagiado su tesis con la que obtuvo su grado de licenciatura. Las formas de cubrir el plagio llevaron a niveles inimaginables. El vocero presidencial dijo que “era un problema de estilo”. El secretario de educación, dijo que se trataba de un asunto que no era trascendente ni importante. La misma institución de la cual egresó el presidente de la república dijo, palabras más palabras menos, que nada se podía hacer (Pedro Flores, El antimodelo Educativo, Educación Futura, 01/09/ del 2016). Para rematar, el mismo presidente de la república en su IV informe de gobierno, frente a estudiantes que le increparon el problema del plagio de la tesis, reiteró “pude cometer algún error metodológico, pero nadie me puede decir que plagié la tesis” (Excelsior, versión digital, 01/09/2016).
Otro caso de plagio fue la del director de la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM. El director de la Facultad cometió plagio en su tesis de maestría y tuvo que renunciar, pero argumentó que la renuncia se debía como resultado de una “reflexión personal” (Emir Álvarez, La jornada, versión digital, 06/09/2016). El tema fue expuesto públicamente por el claustro del personal académico de carrera de esa facultad.
A la lista podemos anexar el plagio académico del ex titular de la SEP y del CONACYT, Fausto Alzati, al colega Germán Álvarez (Erick Juárez Pineda, Educación Futura, 22/09/2016). La respuesta de Fausto Alzati fue por demás cínica comentando en su cuenta de twitter “No cité la fuente porque sólo dispongo de 3,600 caracteres y se trata de un comentario periodístico, no académico” y “no hay nada que denunciar. En efecto copié el texto de Álvarez Mendiola. Quise darle mayor difusión”
Un mayor número de casos que se dan en la academia en Hispanoamérica son expuestos por un interesante espacio que se encuentra en http://www.plagiosos.org/. Ahí podemos encontrar noticias, estudios de caso, videos e investigaciones en curso sobre el plagio. En este espacio cada uno de los interesados puede conocer más de lo que sucede en el mundo académico y también puede denunciar públicamente.
Pero en todo esto ¿qué hacer ante un número cada vez más creciente de plagiosos? En todos los casos (de estudiantes, profesores y funcionarios) debería haber reglas muy claras de castigo y cumplirse, y aquí las propias instituciones educativas tienen un papel central.
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En cuanto a los estudiantes, dado que están en proceso de formación, quizá una manera consista también en no dar por hecho la acción correcta de los individuos. El punto es explicarles la importancia de la ética y la honestidad y las consecuencias de no hacerlo. Sobre advertencia no hay engaño. Pero además darles a los estudiantes las herramientas de cómo citar para que puedan elaborar sus textos académicos de manera correcta y honesta. Tan sencillo como esto.
Se presenta una versión abreviada de un ensayo escrito por O. Hernández y J. Kalman. El texto completo se encuentra en la página web del Laboratorio de Educación, Tecnología y Sociedad del DIE-CINVESTAV ( http://lets.cinvestav.mx/es-mx/desdelets.aspxo) o en el enlace http://bit.ly/2cYwyqx
Judith Kalman /DIE-CINVESTAV y Oscar Hernández / UAM, Lerma
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En fechas recientes se han expresado en redes sociales y en otros medios de comunicación diferentes opiniones sobre lo que implica usar las palabras de otros en un trabajo propio sin hacer el reconocimiento de la obra o el autor original. Sin embargo, tenemos que reconocer que copiar es una práctica aceptada e, incluso, promovida por la propia escuela en los niveles básico y medio (e inclusive, en el nivel superior). Consideramos que, en parte, esto es así porque a menudo las prácticas educativas en el salón de clase se sustentan en una idea del aprendizaje y la enseñanza basada en la transmisión (y adquisición) de conceptos y en una tradición didáctica que favorece más el transmitir los contenidos curriculares y el cumplir con las tareas asignadas que la construcción del conocimiento, su representación, la apropiación de discursos y la producción escrita propia. Es en este escenario en donde se promueven prácticas textuales basadas en la reproducción de los escritos ajenos: por ejemplo cuando los alumnos deben encontrar información o copiar una definición, poner su nombre en su hoja y entregarla; o cuando entregan “trabajos de investigación” copiados de diferentes fuentes, muchas veces sin explicaciones, sin articulaciones propias y sin citas. Los maestros los reciben, los aceptan, los evalúan y aprueban a los alumnos.
Lo que nos parece difícil comprender es en qué momento y de qué manera la práctica del copiar y pegar se deslegitima, y cómo se construye esta idea. Dicho de otra manera, ¿en qué momento suponemos que los estudiantes construyen una noción compleja de lo que es usar las palabras de otros y distinguen los usos aceptables de la reproducción de textos de los no aceptables? Creemos que, si es un fenómeno tan común como parece, entonces es un problema social y que los problemas sociales requieren soluciones sociales. Por eso, proponemos examinar el uso de la reproducción de textos en la escuela. Elegimos la escuela porque es la institución social que tiene a su cargo la formación de los nuevos lectores y escritores, que inserta a los alumnos, desde el momento que llegan al patio del pre escolar, a una cultura escrita académica. Desde un punto de vista interesado en la educación, los acontecimientos recientes nos ofrecen la oportunidad para reflexionar acerca de la escritura en la escuela.
Sin duda podemos afirmar que copiar es una práctica escolar común y ampliamente arraigada; una parte importante de las tareas que se asignan en la escuela se resuelven reproduciendo textos, datos y diagramas de diferentes fuentes; las llamadas preguntas de comprensión, tan comunes, se resuelven la mayoría de las veces copiando fragmentos, parafraseando o manipulando sintácticamente los textos leídos. La “investigación” en la educación básica, a menudo, consiste en buscar información y, ahora con el uso de la computadora, copiar fragmentos de texto de un entorno y pegarlos en otro. Pero copiar textos no es nuevo, antes de internet se copiaba a mano de la enciclopedia o del diccionario al cuaderno. Antes y ahora, el trabajo con términos especializados muchas veces se limita a buscar y copiar sus definiciones e inclusive, en la elaboración de mapas, diagramas y líneas del tiempo lo que el alumno hace es copiar de una o más fuentes sin reportarlas. En suma, muchas de las tareas y los ejercicios que se realizan en la escuela se resuelven con la reproducción de contenidos elaborados por otros y la actividad principal del alumno es copiar. Por ello es común observar en algunos cibercafés que parte de los servicios que ofrecen es el “hacer tareas” o “hacer investigaciones”; ahí los encargados de los cibercafés realizan las tareas escolares principalmente copiando y pegando información disponible en Internet (ver tesis de Hernández, 2015).
Copiar textos en sí mismo no es problemático, es una práctica aceptada en la elaboración de textos académicos, y por eso hay convenciones establecidas para hacerlo. Sin embargo, reconocer la aportación de otros autores en la elaboración de un texto propio, va más allá del dominio técnico de las reglas de citación. Implica participar en un tipo de alfabetización académica en la que se valora reconocer nuestras raíces intelectuales, el origen de las ideas y los insights de otros. Citar correctamente es dar crédito a los que promovieron ciertas perspectivas, construyeron argumentos, articularon ideas y palabras de una manera atinada y precisa. Asimismo es un recurso para disentir y contra argumentar, es decir, construir planteamientos propios sobre una problemática. También es participar en una cultura académica en la que el conocimiento está en discusión, donde se parte de la premisa de las múltiples interpretaciones y significados y donde uno busca añadir su voz a los diversos pronunciamientos sobre temáticas que le interesan (pensando en Bahktin).
Asumiendo el riesgo de la generalización, hay poco de esto en la cultura escolar. La escritura de textos tiene múltiples funciones en el aula, pero nos atrevemos a afirmar que cuestionar, dialogar, discutir, disentir, crear y expresar no son de los más comunes. Esto también lo podemos observar en las prácticas de lectura: el saber dialogar con los autores, discutir ideas y argumentos, identificar razonamientos, examinar y comprender diferentes puntos de vista sobre un hecho y construir a partir del trabajo con los textos ideas y posiciones propias es poco común. Y son estas formas de ver los textos de otros lo que permite desarrollar el pensamiento propio y llegar a una redacción propia. La lectura profunda, la apropiación de discursos y la elaboración de textos son quehaceres textuales intrínsecamente vinculados.
Por ello, nos parece fundamental subrayar que citar correctamente es una práctica social y como tal, se aprende; y su aprendizaje se inserta en múltiples eventos letrados, oportunidades de leer y escribir, discutir y compartir textos. Como cualquier conocimiento complejo, se construye, y su apropiación no se realiza ni por decreto ni con la distribución de las reglas de citación. El comprender la relación entre el texto propio y el ajeno, el sentido de las citas, el cómo participar en conversaciones culturales y académicas (nuevamente como dice Bahktin) es parte de una tradición textual que aún nos falta arraigar en nuestras escuelas e instituciones académicas. Nos parece que reducir la citación a la “aplicación de las reglas” es desconocer que se trata de un conocimiento complejo, profundo y especializado.
De acuerdo a nuestra experiencia en el trabajo con profesores de educación básica, muchos de ellos reconocen que es muy común que sus estudiantes copien y peguen información sin indicar sus fuentes. Ante ello, algunos maestros piden a sus alumnos que escriban a mano, o redacten sus propias ideas en solitario sin recurrir a ningún tipo de fuente como una estrategia que les podría ayudar a desarraigar la práctica del copy paste. Algunos también consideran soluciones punitivas, o de una mayor vigilancia sobre lo que los alumnos hacen, por ejemplo, mediante el uso del software que detecta el plagio. Sin embargo, lo que es poco común es que los profesores pidan a sus alumnos que reporten sus fuentes o discutan con ellos cómo usar las ideas y palabras de otros para desarrollar ideas o posiciones propias, argumentar, ejemplificar o cuestionar. ¿Y por qué van a hacerlo si se formaron y trabajan en un contexto educativo arraigado en la transmisión del conocimiento y la reproducción de textos? De hecho, en nuestro trabajo con profesores, el cuestionamiento de la copia es uno de los aspectos que enfatizamos: no solamente presentamos algunas convenciones para reportar sus fuentes, reflexionamos con ellos sobre cómo fomentar que sus alumnos expresen por escrito sus conocimientos, ideas, acontecimientos y experiencias y cómo no aceptar trabajos copiados y pegados (con recursos digitales o a mano). No obstante, muchos docentes se sorprendieron cuando planteamos estas posturas porque creían que copiar era necesario para aprender conceptos complejos, definiciones, eventos históricos, etc. En talleres recientes en el Departamento de Investigaciones Educativas (DIE), los profesores expresaron que copiar textos era necesario porque así los alumnos se quedaban con “algo”, sobre todo los alumnos poco entusiastas o cumplidos.
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En un momento en el que se discute el nuevo currículo escolar, consideramos que se debe conceptualizar lo qué significa enseñar a escribir en la escuela y cómo hacerlo. Con internet existe la posibilidad de desarrollar prácticas fiscalizadoras muy sofisticadas para que el maestro descubra a los alumnos que copian textos ajenos. Pero debemos preguntarnos si queremos que los profesores dediquen tiempo y esfuerzo a vigilar a sus estudiantes. Pensamos que la relación entre los estudiantes, los docentes, la escuela, y el conocimiento debe—y puede—ser otra. Se trata de desarrollar prácticas textuales y una conexión distinta con el conocimiento, o como lo han dicho otros, de construir una cultura académica distinta, desde la educación básica hasta la educación superior. Hasta ahora, casi nadie ha puesto sobre la mesa lo que, en nuestro sistema educativo, representa la problemática de enseñar y aprender a escribir como una de las explicaciones de lo habitual del plagio.
Judith Kalman. Investigadora del DIE- Cinvestav; sus líneas de trabajo son la construcción social de la alfabetización y cultura digital. Su trabajo actual se centra en la alfabetización y el uso de las tecnologías digitales dentro y fuera de la escuela. En 2008 fue cofundadora del Laboratorio de Educación, Tecnología y Sociedad (LETS). En la página web de LETS se encuentran artículos recientes, tesis e informes www.lets.cinvestav.mx grupolets@gmail.com @DIGITALpuntoED
Oscar Hernández es profesor-investigador en el Departamento de Estudios Culturales de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Lerma. Entre sus líneas de investigación se encuentran la formación docente y el uso pedagógico de tecnologías digitales, la digitalización de procesos de trabajo, y la educación de jóvenes y adultos y TIC. @oscarenriquehr
El ex secretario de Educación Pública y columnista del diario Excélsior, Fausto Alzati, plagió en un texto difundido en dicho medio, buena parte de un artículo publicado por el investigador Germán Álvarez Mendiola en Educación Futura.
En el texto titulado “La CNTE: película de terror y suspenso“, el también ex director general del Conacyt, copió textualmente varios párrafos del artículo del investigador del DIE -Cinvestav, publicado en Educación Futura el pasado 20 de septiembre, el cual lleva por título “El repliegue de la CNTE”, donde se adjudica como propias, diversas ideas previamente plasmadas por este medio.
Mediante una carta dirigida al director del periódico Excélsior, Pascal Beltrán del Río, Germán Álvarez Mendiola, advierte que prácticamente la mitad de la columna de Alzati corresponden al artículo original publicado en Educación Futura, copiando 281 de 607 palabras.
Con sorpresa e indignación esta mañana me percaté que el Sr. Faustio Alzati en el escrito titulado “La CNTE: película de terror y suspenso”, publicado hoy tanto en la edición impresa como en la digital por el diario que usted dirige, copia textualmente varios párrafos y frases de un artículo que publiqué para el portal Educación Futura el 20 de septiembre de este año y que lleva por título “El repliegue de la CNTE” (http://www.educacionfutura.org/el-repliegue-de-la-cnte/). Como dato importante, le hago de su conocimiento que prácticamente la mitad de la columna de Alzati corresponden a mi artículo original (281 de 607 palabras del texto de Alzati).
Finalmente, Mendiola advierte no se detendrá en consideraciones éticas y legales sobre este plagio, “ni abundaré sobre el hecho de que este acto se suma a muchos otros que le han dado al Sr. Alzati una pésima reputación política, académica y periodística.”
Contar con una pluma que es incapaz de ser original y de dar crédito intelectual a las ideas que emplea sólo puede lastimar el prestigio de Excélsior.
Reacciones
En su cuenta de Twitter, el ex funcionario aceptó que copió el texto de Álvarez Mendiola, “pero solo para darle mayor difusión”.
En este sentido, detalló que no citó la fuete porque en su columna solo “disponía de 3600 caracteres, y se trata de un comentario periodístico, no académico”.
Fausto Alzati, fue titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en el sexenio del priísta Ernesto Zedillo, sin embargo, fue destituido del cargo por asumirse con el grado de Doctor por la Universidad de Harvard, sin haberlo acreditado.
Hoy, en México, el plagio tiene permiso. Carece de consecuencias. La analogía con el título del cuento de Edmundo Valadés, “La muerte tiene permiso”, vale. El “tumbaburros” dice: plagio es “copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias” Así entendido (RAE), consiste en “usar el trabajo, las ideas o las palabras de otra persona como si fueran propias, sin acreditar, de manera explícita, de dónde provienen”. Las comillas que se ponen al inicio y al final de lo que dijo o escribió otra persona, e informar de quién se trata, es indispensable en el quehacer intelectual ético.
“Desde el principio se hicieron mal las cosas; (se definió) a la carrera perfiles, parámetros, indicadores de medición”. Ni la SEP ni el SNTE hicieron bien las cosas. Cuando crearon el INEE, hubo presión para echar a andar las cosas ya: “se obligó a salir muy rápido, no se informó apropiadamente, se creó una estructura sobre la marcha y muy absurda, para evaluar; además, para dirigir el proyecto más importante de la reforma educativa, se puso al frente a un administrador que es muy bueno para ver números, mover plazas, pero nada más”. Se contrató al Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval) para que hiciera los exámenes, sin experiencia alguna en evaluación de Educación Básica: “Se les encargó y lo hicieron mal, a la carrera, urgente, mal”. En la evaluación del desempeño, “hubo muchos errores, pifias, en los procesos, en el trato humano hacia los profesores, hubo educadores que exageraron y trataron mal a los maestros. Hubo problemas de logística graves”.
Esto no lo dijo un opositor a, o crítico de la reforma: a quien se cita es a Gilberto Guevara Niebla, integrante de la Junta de Gobierno del INEE (ver: Gerardo González Acosta, La Crónica de Hoy, 17/07/ 2016). A confesión de parte, relevo de pruebas. ¿Se puede sostener que la evaluación, a la que se ha sometido a miles de docentes, es adecuada? ¿Está orientada a que mejoren sus labores cotidianas en el aula? No. Es una imposición para conservar el empleo. Es falaz que sean detalles “de implementación” que no invalidan los resultados.
Además de plagiar, en el sentido de secuestrar la voz y la palabra al magisterio, tratándolo como objeto, no sujeto activo en el proceso de transformación educativa. Profesionalizado (sic) desde la soberbia del poder, lo que contradice el rasgo central de una profesión: se regula por los especialistas en un campo del saber. Anuladas su diversidad, y talento, en la generalización absurda, clasista y racista, de ignorantes. Acusados por las élites de ser culpables de todos los problemas educativos, cuya cura es la evaluación a la trompa talega, hay otro problema serio.
En las páginas 43 y 44 de El Modelo Educativo 2016: el planteamiento pedagógico de la Reforma Educativa, firmado por la SEP, se copia, con ligeras variaciones, el párrafo entero de un documento de la OCDE sin entrecomillar, ni referir —siquiera— al trabajo y sus autores. Aparece como texto original sin serlo. “Es sólo un párrafo”. “Un error”. “En otro documento sí se hace la debida referencia” ¿Sin comillas? “No se requieren: si es una traducción se puede parafrasear sin ellas”. Falso. En esos casos se entrecomilla el texto o se cambia la tipografía, se da la fuente y se indica que la traducción es propia o de una versión en castellano. No es un problema “metodológico”. ¿Se cayeron las comillas en la imprenta? Es una falta de honradez intelectual en el documento orientador de la educación del nuevo siglo. “No juzgues al todo por una parte”. Un delito es tal no por su tamaño, sino por su naturaleza.
Varios tipos de plagio, a cual más grave. Al nacer torcida la reforma, no hay modo de enderezarla. Se necesita, pronto, otra, no fincada en la arena del plagio, la mentira y el desprecio.
El golpe a la educación en México es severo. La herida que frente al hecho nos deja maltrechos, va más allá de la denuncia del empleo de textos ajenos, como propios, en la tesis que presentó Enrique Peña Nieto para ejercer como abogado con licencia académica y cédula profesional. Es en el amplio espacio del hurto y los fraudes, concebidos como “naturales”, donde podemos, sin olvidar esa trampa, transitar del síntoma a la causa, escapar del mero espectáculo para mirarnos en el espejo.
Comparto rasgos de lo que me ha sido posible atisbar. Calan.
1) “No es para tanto”: no fue escaso el sector social que, una vez enterado del entuerto, se sintió defraudado. “Yo pensé que era algo serio, como el robo de millones”. El delito ocurre, o es grave y merece atención, según la materia de la que se trate y su monto, no por quebrar la norma.
2) “Se trata de errores de estilo en la redacción del texto” explicó la oficina del mandatario, y “sucedió hace mucho tiempo”: la desfachatez transmutada en impericia al redactar. La distancia temporal de lo sucedido se esgrime como coartada para no asumir el atropello, en procura de dirigir la mirada a los motivos de quien desvela la tropelía. La culpa se endosa a quien descubre el timo. La víctima es quien estafó pues lo quieren desprestigiar.
3) “Mira, no sé, este… algo oí anoche… estoy seguro que no es nada serio… lo que sí te digo es que no hay que distraernos de las cosas verdaderamente importantes y trascendentes”: la fuga de quien sabe bien lo sucedido y su gravedad, y no puede ni quiere declarar algo pues impulsa una reforma sin precedentes que sí es crucial. Huye trivializando lo que finge ignorar, porque, está convencido, lo descubierto tiene la intención de dañar el empeño estructural de gran calado. Por eso no se vale criticar lo que ocurrió: la querella busca perjudicar el futuro de la patria.
4) “No exageres. En todos lados ocurre. ¿Quién no lo ha hecho?”: en la escuela te enseñan a hacer eso, y a rellenar ovalitos de confusión múltiple. ¿A poco no pasa hasta en las mejores universidades? Se diluye la gravedad de lo sucedido porque es lo normal. Lo anormal, rayando en lo estúpido, es no hacerlo. Despierta iluso: estamos en México.
5) “Se cayeron las comillas en la imprenta”: sin comentarios. Sobran.
6) El ruidoso silencio. Pocos medios de comunicación nacionales atienden el asunto. De lo que no se habla no existe. En otros países es concebido como un escándalo y se difunde. Acá no.
Lo que sucedió es parte, una muestra no más, de la plaga: “Calamidad grande que aflige a un pueblo” (RAE). ¿Cuál? La inmensa tolerancia a la impunidad. La convicción de lo irremediable de la transa, el delito, el desfalco, la mentira, la transgresión a las normas y la carencia, e inutilidad, de los más elementales principios éticos si se quiere progresar. Convivimos con dosis de violencia y crueldad crecientes, que van siendo lo cotidiano: ¿cuántos muertos hoy? No tantos. ¿Va a llover?
Del mismo modo en que ya no nos avergüenzan o indignan la desigualdad y la pobreza, hemos asumido que la corrupción es cultural e inexorable, que la justicia es más improbable que ganar un mundial y, por tanto, ¿qué importancia tiene hurtar palabras a otros y hacerlas mías? Ninguna. La calamidad social que hace intrascendente al plagio, al robo, el hambre, la violencia y tantas fosas, tantos huesos, es directamente proporcional al quebranto de las instituciones. Desampara la honradez. Es ese el problema. Sería el trancazo más fuerte a la reforma educativa, si fuera tal, y tuviera como eje consolidar la moral laica.
No es así. En medio del fango, los que plagian tesis o partes del modelo educativo sin recato alguno, avanzan en lo importante: sus intereses, plagados de miseria humana. ¿Rompemos el espejo o nos miramos? Ahí reside el dilema.
Profesor del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México. @ManuelGilAnton mgil@colmex.mx
En entrevista con el periodista Carlos Loret de Mola en Televisa, el titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Aurelio Nuño, señaló que no es es competencia de la dependencia investigar el posible caso de plagio en la tesis del presidente Enrique Peña Nieto.
Luego de que este domingo el equipo periodístico de la comunicadora Carmen Aristegui asegurara que el titular del ejecutivo plagiara la mayor parte de su tesis para recibir el título de Licenciado en Derecho, Nuño minimizó las declaraciones, señalando que es “muy probablemente falsa” esta información.
En este sentido detalló que el reportaje no corresponde a la realidad y ni siquiera amerita un calificativo.
Hay cosas mucho más importantes y además desconozco exactamente el tema, no sé si realmente sea cierto o no, me parece que no lo es. Me parece que es un señalamiento que no corresponde con la realidad ni algo trascendente o importante.
Anteriormente, Eduardo Sánchez, vocero de la Presidencia de la República, afirmó que el presidente Peña Nieto cumplió con los requisitos de la Universidad Panamericana para titularse como abogado.
“El licenciado Peña Nieto presentó esa tesis hace 25 años. Cumplió con los requisitos establecidos por la Universidad Panamericana para titularse como abogado”, aseguró en un comunicado.
Finalmente, destacó que, “por lo visto errores de estilo como citas sin entrecomillar o falta de referencia a autores que incluyó en la bibliografía son, dos décadas y media después, materia de interés periodístico”.