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Una política de comunicación educativa (1)

La Mala Educación/Sonia del Valle

Durante 15 años investigué como periodista el sistema educativo mexicano. De verdad que eso se dice fácil, pero documentar e investigar un sistema que no está acostumbrado a comunicar, ni a difundir, ni a enseñar cómo funciona y para qué funciona lo que dice que hace, administra y gestiona, pues no fue, ni es una tarea sencilla.

Más allá de las estrategias que puse en marcha para obtener información, debo reconocer que sin duda, que el periodismo educativo comenzó a horadar la secrecía, la opacidad y la falta de apertura de las autoridades educativas y al mismo tiempo propició el debate sobre el sistema educativo que hace 15 años no existía.

Por ello, reconozco que los periodistas y los medios de comunicación hemos hecho un esfuerzo importante para abonar al debate educativo nacional y debemos seguir haciéndolo, pero este esfuerzo siempre será insuficiente porque el periodismo educativo no alcanza para explicar uno de los sistemas educativos más grandes del mundo, sus inequidades, sus procesos desiguales de transformación. Mucho menos alcanza ahora, ante el cúmulo de informaciones disponibles, muchas falsas y sin verificar o lanzadas a la espiral de las redes sociales por intereses políticos; y quizá lo más preocupante, es que tampoco alcanza para contener la urgencia social de transformar “ya” el sistema porque “no funciona”.

Por ello la propuesta de establecer una política de comunicación educativa, abocada a explicar el funcionamiento del sistema, cómo se gestiona, qué significa, quiénes son responsables, cuáles son las obligaciones y derechos de las autoridades, las familias, los alumnos, las instituciones educativas, las organizaciones civiles, los medios de comunicación, para poder dimensionar que el sistema educativo mexicano no se transforma por la voluntad de una persona, un partido o una mayoría; pues de lo contrario cada 6 años estaremos destinados a volver a empezar.

La comunicación educativa no es sinónimo de comunicación social, ésta tiene entre sus funciones, de acuerdo con el capítulo 12 del Reglamento Interior de la SEP, informar acerca de los asuntos competencia de la Secretaría; difundir los objetivos, programas y acciones de la Secretaría, establecer relaciones públicas con los medios; establecer canales y sistemas de comunicación interna; evaluar la información que difunden los medios, entre otras.

Muchas veces la tarea de las áreas de comunicación de la SEP se reducen a comunicar las acciones que realiza o encabeza el titular en turno de la dependencia. Y es muy curioso cómo opera este mecanismo, pues si al titular de la SEP “le gustan los reflectores”, había muchas actividades y la sala de prensa estaba llena de reporteros y reporteras; pero si el funcionario no era tan “mediático”, pues en la SEP “no había nada” y podían pasar días y meses, sin que la sala de prensa de la dependencia tuviera vida.

Pero más allá de si las actividades de comunicación social, son pertinentes, eficaces o no, lo cierto es que las áreas de comunicación social, en su mayoría, asumen que su trabajo se dirige a los medios de comunicación o sus representantes y que estos son el puente con la sociedad y aunque tengan algo de razón histórica, hoy no debería ser suficiente para los sistemas educativos, pues me parece que deben hacerse responsables de que la sociedad conozca, comprenda y tenga información accesible sobre el sistema educativo que pagan con sus impuestos.

No digo que no existan las campañas de comunicación social que elabora y difunde la SEP. Algunas exitosas, como lo es la campaña para las preinscripciones que son en febrero un asunto muy aceitado para los padres de familia que se difunde desde la década de los años 90.

Pero otro ejemplo es la campaña que se difundió durante el proceso de la reforma educativa en el año 2013 y 2014, en radio y televisión. Y que es evidente que al tiempo la SEP perdió la batalla sobre la percepción pública de la reforma educativa.

En los primeros meses de la reforma se elaboraron diversos spots para explicarla.uno de ellos es este (https://youtu.be/2dgti7ixfLM) En el video, que se difundió en el 2014, se explica que la reforma educativa representa “la oportunidad de elevar la calidad de la educación con equidad en todo el territorio nacional”. Esta frase supone que la mayoría de las personas saben qué significa la calidad educativa o la equidad. En el mismo video hay otras frases, como “la reforma se propone fortalecer el papel de la educación para reducir las desigualdades sociales”, y nuevamente se asume que la población en su conjunto sabe qué son las desigualdades sociales y cómo es que la educación brinda los mecanismos para reducirlas. También se habla de “mejores maestros” o “instalaciones adecuadas”, el “nombramiento definitivo” de los maestros, la transparencia y rendición de cuentas o las “nuevas opciones para el desarrollo profesional docente”.  

¿Y todas y todos entendemos lo mismo por calidad? ¿Por mejores maestros? ¿Por rendición de cuentas?  ¿Por desarrollo profesional docente?

Aquí es donde entra la propuesta para que la autoridades educativas tengan una política de comunicación educativa que iré diseccionando en las próximas semanas, pues me parece que ésta debe servir como un piso mínimo para que la sociedad comprenda de qué habla la SEP cuando habla de calidad, de maestros idóneos, de infraestructura escolar, de transparencia y rendición de cuentas, de plazas definitivas, de maestros y maestras.

Se trata de que la SEP nos explique quiénes son los maestros y maestras, para que la sociedad tenga un referente para poder coincidir o disentir. ¿Todos los maestros son iguales? ¿Todos ganan lo mismo? ¿Qué significa tener una plaza docente? ¿Todos tienen una plaza? ¿Qué es un maestro o una maestra idónea? Éstas son las preguntas que nos tendría que responder la SEP, de forma clara, sencilla, accesible y simple.

Cuando he conversado sobre esta propuesta con funcionarios o integrantes del sindicato magisterial, muchas veces me han preguntado: ¿Y a quién le importa? ¿A quién realmente le importa saber que hay maestros urbanos, rurales, indígenas, que en el Conafe los maestros son “Líderes de Educación Comunitaria” y no son maestros, qué hay maestros que tienen doble plaza y otros que sólo tienen una plaza de una hora a la semana y que hay maestros federales y estatales que tienen sueldos diferenciados, que hay maestros a los que les paga la Federación y otros a los que les paga el Estado?

Me parece que el conocimiento sirve para dimensionar la complejidad del sistema. El conocimiento sirve para comprender no solo los desafíos educativos que no se arreglan con el cambio a la ley, sino que requieren de la voluntad política de múltiples actores para comenzar a enderezar un sistema injusto, desigual e inequitativo, que repercute en las y los estudiantes.

Me parece también que el conocimiento compartido y accesible sirve para que el análisis de la política educativa deje de ser tan dicotómico, entre buenos y malos, entre neoliberales y revolucionarios, o para que las políticas educativas dejen de ser tan homogéneas y a raja tabla.

El sistema educativo requiere más aliados y menos detractores, que comprendan sus dimensiones y ayuden a resolver sus retos y  desafíos. Pero como he comentado en ocasiones anteriores, nadie puede ser aliado de una causa que no conoce.

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