Javier Castañeda Rincón*
La SEP en su documento del Modelo Educativo 2016 pone la vara muy alta dadas las condiciones en que operan las escuelas de preescolar, primaria, secundaria y bachillerato del país, por lo que difícilmente podrá ser retomado en forma total por las diversas instituciones educativas, dada la disparidad de sus contextos locales, infraestructura, gestión, docentes y alumnos que las caracterizan.
Por su parte, la Propuesta Curricular de la educación básica es un documento inacabado, con muchos errores y omisiones, y por tanto perfectible. Entre ambos documentos no existe relación alguna ni complementariedad deseable. Lo que sí existe, es un paralelismo sin llegar a tener un punto de encuentro o correspondencia.
Probablemente la no correspondencia, se debe a que el primero se plantea como un ideal o utopía educativa no alcanzada ni por los países más desarrollados, en tanto, el segundo, ciertamente no corresponde a las condiciones reales de desigualdad e inequidad del sistema educativo mexicano.
Por ello y ante las implicaciones laborales, la falta de capacitación y actualización de los profesores, el incumplimiento en las viejas y nuevas necesidades de infraestructura, material y equipo escolar, entre otras situaciones igualmente críticas, la SEP decidió hacer un currículo que no tuviera grandes cambios e implicaciones; laborales, de organización y de gestión escolar.
Sin embargo, un currículo interpretativo se funda en la tradición cognitiva y sociocultural como concreción cultural de un sistema educativo que se hace realidad de acuerdo a un conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes. El currículo debe plantear múltiples posibilidades de relación e interacción de contenidos en diferentes espacios y tiempos con la virtud de organizar debidamente procesos y cambios espaciales en su justa dimensión, es decir, los contenidos geográficos se pueden analizar en forma comparativa, incidental y secuencial para integrar una base empírica y conceptual, que en el caso de lo que nos interesa destacar, se trata de una cultura geográfica básica indispensable para operar en la realidad con acciones concretas o juicios que hacen posible las reflexiones en torno de los cambios deseables que se pueden proponer, difundir o impulsar desde la escuela. No podemos pedir a los niños y adolescentes que fundamenten, analicen, argumenten y debatan sus juicios a partir de la propuesta curricular 2016 de la SEP, si carecen de una base conceptual mínima sobre la cual puedan operar sus reflexiones e interpretaciones.
Un currículo inclusivo, dialógico y argumentativo es fundamentalmente coyuntural y no puede responder a un modelo educativo que no considera diferencias socio-culturales y académicas de un país pluricultural como es México, por lo que retomarlo es posible pero representa nuevos retos para estudiar problemas vigentes y adecuados al desarrollo cognitivo-afectivo y socio-cultural de los niños y jóvenes de diversas condiciones sociales, que para el caso de la geografía, se debe traducir en contenidos con problemas de coyuntura social, política, cultural, económica y ambiental, pero nunca con contenidos de geografía física, como propone la SEP, donde la argumentación, el debate y la interpretación que proponen sólo pueden hacerla ciertos científicos especializados en esos temas, pero nunca los alumnos de secundaria.
Un currículo humanista socio-cognitivo incluye el desarrollo de procesos cognitivos y afectivos acordes a un modelo de cultura, en este caso, de cultura geográfica, donde los alumnos aprenden a aprender y el profesor es guía, mediador y potenciador de sus procesos de aprendizaje centrados en el qué, el cómo y el para qué aprender, bajo un modelo de integración socio-afectivo donde la geografía aporta cultura a sus alumnos, al posicionarlos en su entorno inmediato y en su vida cotidiana con conocimientos y habilidades que les permiten cambiar sus relaciones directas e indirectas con la naturaleza y con la sociedad de su tiempo.
La geografía se ha ganado un lugar en el currículo escolar desde fechas muy tempranas de la independencia nacional, siendo muy importante en la formación de la identidad nacional de los alumnos, por ejemplo, después de 1848 ante la pérdida de más de la mitad del territorio nacional, fomentó junto con la historia y el civismo la identidad nacional y el amor a la patria. Y ahora que enfrentamos nuevos problemas fronterizos y migratorios es fundamental que los niños y jóvenes asuman su pertenencia a la tierra y al país que los vio nacer, también es imprescindible que conozcan la historia nacional, así como que estén bien formados en torno de sus derechos y de sus deberes hacia la nación.
La geografía siempre ha establecido relaciones interdisciplinares con otras asignaturas sociales para que los niños y adolescentes puedan ubicarse en su espacio y en su tiempo, es decir, los alumnos son sujetos de su tiempo y ven en su espacio inmediato condiciones concretas que les permiten construir su identidad a la luz de situaciones vivenciales de las cuales pueden partir para explicarse el porqué de las cosas, en complemento con la historia, que en su línea del tiempo va desde las culturas primigenias hasta la historia moderna, vinculada con la formación cívica y ética en el estudio de los derechos y obligaciones sociales de los ciudadanos en su familia, comunidad, municipalidad, estado o país.
Hoy sigue siendo válido vincular estrechamente y en condiciones de igualdad curricular a la geografía, la historia y la formación cívica, ya que tan importante es saber vivir el espacio, como tener memoria histórica o luchar para consolidar el estado de derecho. Las tres asignaturas forman valores útiles para el respeto de los derechos humanos, la equidad social, el vivir en y para la paz, la seguridad pública, el bienestar común y la felicidad familiar en un ambiente sano y resiliente.
Por ello se propone integrar a la Geografía, la Historia y la Educación Cívica y Ética en los tres primeros años de primaria y el primer año de secundaria con el fin de estudiarlas posteriormente con igual carga horaria y por separado en los tres últimos años de la primaria y los dos últimos años de la secundaria. La propuesta implica ir de lo general a lo particular, partiendo de una visión global e integrada de las ciencias sociales hasta llegar a su estudio particular como asignaturas en cuarto, quinto y sexto años de primaria, así como en segundo y tercer años de secundaria con el estudio de temas acordes al desarrollo cognitivo de los estudiantes.
*Docente especializado en la enseñanza de geografía