Es muy importante comprender y mejorar la dinámica de la vida escolar, el aprendizaje y la cultura escolar, de ahí la necesidad de aquellos estudios que analizan cómo las prácticas educativas se desarrollan en contextos específicos, buscando comprender las experiencias de estudiantes y docentes, así como las estructuras sociales que influyen en la escuela.
La orientación de las investigaciones se remonta a la década de los noventa, cuando las preguntas se redefinieron. De, ¿quiénes son los alumnos? a ¿cómo son los alumnos?, de tal manera que se fue configurando una tendencia de investigación centrada en el estudiante como sujeto. A principios de este siglo las investigaciones dieron cuenta de la heterogeneidad y de nuevas maneras de ser estudiantes y han ido evolucionando por los nuevos procesos escolares.
Las tendencias de investigación todavía no se han afianzado, sobre todo en lo relativo a cómo los estudiantes de los diferentes niveles escolares se centran en lo cognitivo, lo emocional, lo social y también con las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), dado que las experiencias de la escuela no pueden ser analizadas sin considerar la actividad mediada tecnológicamente.
En los espacios de reflexión y discusión surgen diversas preguntas relacionadas en cómo los alumnos y estudiantes construyen sus experiencias en torno a la escuela, sus vivencias y el sentido que tiene para ellos estudiar: ¿qué experiencias y vivencias tienen los alumnos y estudiantes en y de la escuela?, ¿qué sentido le confieren a la escuela, al aprendizaje y a los estudios?, ¿cómo viven la organización escolar?, ¿qué significa ser alumno y estudiante?, ¿cómo construyen una imagen de sí mismos en tanto personas, no solo como alumnos y estudiantes, a partir de sus vivencias cotidianas en las aulas, con compañeros y profesores? , ¿cómo se entrecruzan las identidades entre ser estudiante y otras identificaciones familiares, sociales? (Guzmán y Saucedo,2015).
Estos estudios nos acercan a las voces de los estudiantes, a sus emociones y las maneras de pensar y entender tanto sus circunstancias en la escuela como a sí mismos en el conjunto de relaciones en los que se sitúan. Pero también hay otros medios para acercarnos a esta realidad escolar, como los documentales. Acabo de ver “La Falla”, un documental mexicano dirigido por Alana Simões en 2024. La película parte de una pregunta central: ¿qué revela del mundo lo que enseñamos a los niños dentro y fuera de las aulas?
Este documental retrata la vida cotidiana en un salón de segundo de primaria en el pequeño pueblo de Acatic, Jalisco, y se centra en la despedida de la maestra Celeste y el impacto que por su partida genera en sus estudiantes. La cinta fue producida en 2024 por Cinematrópodos y distribuida por Figa Films y Artegios. A lo largo del documental se muestran los días del mes de septiembre que faltan para que la maestra Celeste deje la escuela para trasladarse a otra.
Juntos viven un mes de septiembre cargado de emociones, movimientos, rumbos y revelaciones, en el entrañable universo de un salón de clase en Acatic, una localidad ubicada en el estado mexicano de Jalisco, cerca de la falla de la barranca de Acatic. La vida cotidiana se desarrolla como en muchos salones de clase, donde cada niña o niño muestran su forma particular de interpretar su realidad, sus relaciones, las interacciones con sus compañeros y las experiencias que van moldeando su forma de ser y la manera en la que miran el mundo.
El documental muestra la subjetividad de los alumnos y su maestra, del trabajo que llevan a cabo para construir el sentido de sus prácticas y de su autonomía con respecto al sistema social, lo que se relaciona con el concepto de experiencia que propone Dubet (2010), quien identifica, en primer lugar, la heterogeneidad de los principios culturales y sociales que organizan las conductas ya que, desde su punto de vista, los roles, las posiciones sociales y la cultura no bastan ya para definir la acción, sino que corresponde a los actores construir su propia experiencia.
Lo anterior permite reflexionar en que el sentido de la escuela no está predeterminado cuando los alumnos y estudiantes llegan a ella. Si bien hay orientaciones y pautas culturales (discursos, historias, emblemas, signos, prácticas) que establecen que estudiar es importante y necesario, son los propios niños quienes construyen el sentido de la escuela a partir de sus experiencias y vivencias.
Rochex (1995) señala que, la historia y la experiencia escolar de cada niño, su relación con el futuro y la escolaridad, las actividades de aprendizaje y sus contenidos, dejan siempre escuchar el eco de otra historia que los desborda, por eso es necesario analizar a los alumnos como sujetos de la experiencia, es decir, construidos en y a través de las mismas, de las vivencias que les llenan de contenido y de los sentidos que las organizan.
En lo personal pienso, que este documental plantea nuevos retos de investigación y análisis, tomando en cuenta también que las experiencias de los alumnos no se encuentran previamente construidas, sino que es a través del diálogo y de la narración que los sujetos van reelaborando sus propias experiencias, expresando sus emociones y haciendo conexiones de sentido.
En “La Falla” se muestra cómo, a partir de la guía de la maestra, cada uno de ellos, en el día a día escolar, trabajan arduamente en la construcción de sí mismos y a través de sus diálogos, sus comentarios, sus acciones podemos identificar los sentidos contenidos en significados colectivos y personales, historias, relatos de eventos, emociones, perspectivas diversas, la relación entre ellos etc. Sin embargo, el documental no permite hacer generalizaciones de sentido de esos alumnos, es necesario profundizar y sistematizar sus experiencias para acercarnos de manera más concreta a sus vivencias.
La riqueza de este documental estriba en lo interesante y maravilloso que es acercarnos a la vida cotidiana del aula escolar, de observar a las niñas y niños en su realidad cotidiana, lo que me hizo recordar mis primeros años de maestra de primaria, en una población alejada y rural donde con mucho esfuerzo, cariño y dedicación, mis alumnos de primer año, aprendieron a leer y a escribir.
Referencias
Dubet, François (2010). Sociología de la experiencia, Madrid: Editorial Complutense, pp. 11-18 y 85-124
Guzmán Gómez, Carlota, & Saucedo Ramos, Claudia Lucy. (2015). Experiencias, vivencias y sentidos en torno a la escuela y a los estudios: Abordajes desde las perspectivas de alumnos y estudiantes. Revista mexicana de investigación educativa, 20(67), 1019-1054.
Rochex, Jean-Yves (1995), Le sens de l’expérience scolaire, París: Presses Universitaires de France.
