Por la tarea se conoce al maestro

Érase una vez un alumno de preparatoria que tenía una tarea: redactar 70 (!) ejemplos de diferentes tipos de silogismos, para lo cual no le habían dado ejemplo alguno. Como este alumno es mi hijo, me dispuse a sufrir con él. Presionados por el tiempo y el volumen de la tarea, no “nos” dio tiempo desentrañar en detalle las diferencias que existen entre estos tipos. Se entregó y listo. Pero casi me da un infarto cuando, la semana siguiente, la tarea consistió en redactar 130 ejemplos de diferentes tipos de argumentos. Ahora bien, suponiendo que todos los alumnos del grupo de mi hijo –son unos 40– cumplan con las dos tareas, el maestro habrá recogido 8,000 oraciones en total. Pero imparte la materia en varios grupos… ¡Es humanamente imposible corregir todo eso! ¿Entonces qué? ¿Los alumnos sabrán si sus ejemplos fueron atinados o no? ¿Habrán aprendido algo? Me temo que no.

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