carlos-ornelas-avatar-2

Clases de lucha

cnte-bucareli2Contrario a lo que colegas investigadores y periodistas filosofaban la semana pasada, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación no está muerta. Pienso que aun disminuida, sin recursos y con un amplio rechazo social, la CNTE está lejos de llegar a su último aliento.

Con las marchas del viernes en la Ciudad de México y ciudades de Oaxaca, Chiapas y Michoacán (pocas en Guerrero), los líderes de los maestros disidentes quieren forzar una mesa de diálogo en la Secretaría de Gobernación. La respuesta de Los Pinos refrendó la postura del secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño: “Negociar, sí, pero sólo sobre cómo vamos a ejecutar la reforma en esos estados. No vamos a trocar la ley”.

Pienso que se equivocan quienes examinan que las marchas del viernes son las patadas de ahogado de los disidentes, que después de las elecciones del 5 de junio recibirán “su merecido”. Cierto, la CNTE no tiene capacidad para boicotear las elecciones, pero todavía puede desquiciar el tráfico de las ciudades, bloquear carreteras y aeropuertos. Causar molestias a la ciudadanía, pues.

Hay una especie de pensamiento primitivo en la apuesta de los líderes de la CNTE: cavilan que si crean el caos, la ciudadanía presionará al gobierno para que los reciba y les otorgue lo que reclaman. Hoy exigen la reinstalación de los docentes despedidos por no presentarse a la evaluación y los cesados por las ausencias consecutivas. Además, los de Michoacán quieren 900 plazas para egresados de normales y maestros que cubren interinatos.

Si uno lee los comentarios de ciudadanos comunes en los blogs de los periódicos, tras las notas de las marchas de la CNTE, se dará cuenta que, en efecto, presionan al gobierno. Pero para que “meta en cintura a los rijosos”, “use mano dura, no nada más mano firme”. Las marchas de la CNTE provocan que cada vez haya más voces que piden que ya se les ponga un alto. No se piense que sea gente reaccionaria. Son comerciantes afectados por los plantones o transeúntes que pierden horas por las marchas de los disidentes. Incluso, hay cartas que piden a los ciudadanos perjudicados organizarse y llegar a la acción directa.

anuncio_ieepoLos líderes de la disidencia no leen los símbolos políticos. El gobierno llegó a un punto de no retorno cuando en julio de 2015 “reconquistó” el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca. Ya no dará marcha atrás. Al contrario, escala los protocolos para lidiar con los movimientos de masas.

El uso de la fuerza pública ya es cotidiano. El gobierno no permite que la CNTE realice plantones en Bucareli ni en el Monumento de la Revolución, mucho menos que lleguen al Zócalo. Asimismo, hizo público que la Procuraduría General de la República tiene órdenes de aprensión contra los dirigentes principales y están en la cárcel cinco disidentes de Oaxaca.

No obstante, los líderes de la CNTE son persistentes. Piensan que gozan del favor ciudadano. Mis compañeras Lilian Hernández y Andrea Meraz reportaron ayer en Excélsior: “Alrededor de cuatro mil profesores marcharon en avenidas principales de la Ciudad de México, pero en esta ocasión el argumento constante fue que si se ausentaron de las aulas es porque ‘estamos dando clases de lucha’”.

La SEP reporta que alrededor del 99% de las escuelas de esos estados funciona con normalidad. Tal vez, como escribió en estas páginas Jorge Fernández Menéndez, no todos —acaso ni siquiera la mayoría— de los manifestantes sean docentes. Quizá, cavilo, entre quienes marchan andan los maestros que ya fueron despedidos o saben que lo serán por haber acumulado ausencias.

A fe mía que la CNTE no desaparecerá. El gobierno la reducirá a representar un papel testimonial; sus dirigentes seguirán dando clases de lucha. Pero en lugares cada vez menores, ante menos alumnos y tal vez tras las rejas.

Facebook Comentarios

Leave A Comment