(Desde la UABC) Los sonidos del silencio (de la autoridad universitaria para aclarar un posible plagio)

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El pasado tres de junio de este 2014 comentamos en este espacio la situación de un ex-académico de la UABC que solicitó por oficio al Rector, frente a la omisión, “por descuido, no tanto por negligencia o plagio,” de su nombre en un documento académico en el que se utilizaban ideas y textos que le entregó al Director de la Facultad de Pedagogía e Innovación Educativa, Mtro. Salvador Ponce Ceballos, dos acciones correctivas: (1) que se le diera el crédito que le correspondía como co-autor de la obra Modelo Educativo de la UABC (Cuaderno de Planeación y Desarrollo Institucional No. 23, 2014) y (2), que se hiciera la corrección o fe de erratas pertinente para que los lectores del trabajo en cuestión estuvieran enterados correctamente de los autores del mismo.

Días después aparecieron en la prensa varias notas relativas al caso. Sergio Haro Cordero (Zeta, junio 6) publicó las notas Plagian en UABC a ex-maestro y El plagio; “No fue descuido, ni ingenuidad ni ignorancia,” mientras que a nivel nacional el Blog de noticias educativas Educación Futura reprodujo nuestra nota Desde la UABC: ¿Descuido, ingenuidad, plagio?

Que se sepa públicamente, las autoridades universitarias implicadas más inmediatamente en este asunto, el Director de la Facultad de Pedagogía e Innovación Educativa, Mtro. Salvador Ponce Ceballos, y el Rector de la Universidad Autónoma de Baja California, Dr. Felipe Cuamea Velázquez, no han dado ningún tipo de respuesta a la solicitud del Mtro. Rafael Reséndiz Ramírez, ex-académico de tiempo completo de la citada Facultad, y actualmente estudiante del Doctorado en Ciencias en el Instituto de Ingeniería. Tampoco se tiene información si el Mtro. Reséndiz Ramírez ha realizado alguna otra acción al respecto.

Mientras que las autoridades universitarias no han hecho ningún comentario respecto a la solicitud de otorgación de créditos autorales, si podemos observar, sin embargo, que la página 31 del No. 327 de la Gaceta Universitaria (agosto 17, 2014), está dedicada a una breve descripción del modelo educativo que la universidad asume como propio.

El asunto no es menor y, aunque pudiera parecer que se trata de un problema privado, en realidad este incidente es ya un asunto de interés público y, en particular, de interés para la comunidad universitaria de la UABC específicamente, y del estado y del país a un nivel más general.

La UABC es una entidad pública que funciona gracias al financiamiento que recibe de la sociedad por vía de los impuestos que pagamos los contribuyentes. La sociedad merece, entonces, tener todas las seguridades de que una institución educativa tan importante está adecuadamente administrada, tanto en los aspectos técnicos como en los éticos. ¿Estaría satisfecha la sociedad si en una universidad financiada con recursos públicos las autoridades hacen uso del trabajo de los académicos sin respetar uno de los principios básicos de la vida académica, que es el del reconocimiento al derecho autoral?

De la misma manera, ¿no es razonable esperar que una autoridad universitaria dé muestras claras y públicas que su personal académico se comporta de acuerdo a los criterios reconocidos como éticamente adecuados para su trabajo, y de que sus funcionarios, así mismo, son los primeros en ajustarse a las normas internacionales de la profesión académica?

¿Qué respuesta dan a este tipo de situaciones las universidades más importantes del país? ¿Cómo se comportan al respecto las universidades del “primer mundo”? En más de un lugar eventos como el que se ha descrito han dado lugar a investigaciones y, en algunos casos, a sanciones severas que han incluido la separación de las personas implicadas, de sus puestos de trabajo (por ejemplo, el caso de la ex-Ministra de Educación de Alemania en el mundo político, y el caso de Boris Berenzon Gorn, de la UNAM, en el mundo académico).

¿Qué nos dice, entonces, el silencio de nuestras autoridades universitarias ante la solicitud de aclaración de un posible plagio; qué sonidos nos trae ese silencio? En lo particular, escucho tres estrechamente relacionados entre sí.

 

  • Ninguna de las autoridades universitarias implicadas en esta solicitud de aclaración considera que es necesaria una investigación y explicación al respecto. La investigación no se hizo y, en consecuencia, no hay explicación alguna que dar. ¿Por qué habría que atender a un ex-académico que no solamente hace su solicitud mediante oficio, sino que la hace pública? ¿No se estaría corriendo el riesgo de sentar un precedente para que haya otras peticiones de esta naturaleza? ¿No habrá por los rumbos de la UABC otros funcionarios y académicos, en busca de puntos para reconocimientos o con perspectivas de llegar a ser funcionarios, en situaciones semejantes?

  • Se analizó la situación y, cualquiera que haya sido la conclusión a la que se llegó, no se considera pertinente, hacerla pública. Se asume que este tipo de asuntos, la posibilidad de un plagio, solamente atañe a los actores implicados y, en esa medida, es esencialmente privado. Hacerlo público implicaría aceptar que los funcionarios y académicos de las universidades públicas tienen la obligación de rendir cuentas ante sus propias comunidades e, inclusive, ante comunidades más amplias, como pudiera ser la sociedad en general. En el caso extremo se piensa que dar explicaciones de este tipo de situaciones vulnera la autonomía universitaria.

  • Es probable que nuestras autoridades consideren que el problema, si no se habla de él, va a desaparecer. En el caso que nos ocupa creemos que sucederá exactamente lo contrario. No reaccionar con atención y consideración a este tipo de solicitudes manda el mensaje, claro y sonoro, de que en esta institución está permitido, al menos para las autoridades, usar el trabajo de los académicos como si fuera propio, y que nadie tiene el derecho de poner esta prerrogativa en duda.

 

Por lo que parece la comunidad universitaria o alguna instancia como las Academias, el Consejo Universitario o la Junta de Gobierno, tampoco están enterados públicamente de esta situación, toda vez que no han manifestado nada al respecto. ¿Qué dice de todo esto el claustro de doctores de la universidad? ¿Qué dicen los colegas académicos? ¿Qué instancia, entonces, se puede hacer cargo de atender situaciones como la ejemplificada por un posible plagio? ¿Están los académicos en un estado de indefensión frente a las autoridades universitarias? ¿Se maneja la UABC con base a la discrecionalidad de sus autoridades? ¿A esto lleva necesariamente la autonomía de una universidad pública; que nadie ni nada le pueda pedir cuentas a sus autoridades respecto de sus decisiones, particularmente cuando éstas parecen atentar contra los principios de la vida académica que debe caracterizar a toda universidad?

*El autor es investigador de la Facultad de Ciencias Humanas, UABC Mexicali.

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