Ya mero se van

Cada año, este escribidor hace un texto frente al prodigio de las jacarandas en la Ciudad de México. Esta vez resulta tardío —suelo escribirlo a finales de febrero, o en marzo de preferencia, cerca del día 8 cuando marchan las mujeres y aprendemos tanto de su andar, su coraje y sus pañoletas cuyos colores las reflejan— pues están a punto de caer las últimas flores en su ramaje: no están ellas para saberlo, ni yo para contarlo, pero dediqué 7 textos a intentar un balance educativo del sexenio a partir de enero y hasta mediados de abril. Esto demoró la conmemoración de la esperanza que siempre su florecer significa.

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