¿Son válidas las prácticas para calificar a los estudiantes?
- Eduardo Backhoff
- 8 octubre, 2017
- Opinión
- Eduardo Backhoff, examen
Lorin Anderson, profesor emérito de la Universidad de Carolina del Sur, ha criticado severamente las prácticas que utilizan los docentes estadounidenses para calificar a sus estudiantes. Esta crítica se sustenta en cinco puntos:
Primero, las tres razones por las que los docentes califican a sus alumnos no han tenido el soporte científico necesario. A saber: motivar a los alumnos para mejorar su aprendizaje, contar con información para mejorar las prácticas pedagógicas y comunicar a diferentes audiencias sobre el logro educativo de los estudiantes. Segundo, las calificaciones pueden tener significados muy distinto para diferentes docentes, inclusive cuando se trata del mismo tema y grado escolar. Por ejemplo, para algunos profesores una calificación puede significar la capacidad que tiene un estudiante de retener información mientras que, para otros, significa su competencia para analizar críticamente lo que ha aprendido.
Tercero, el nivel de confiabilidad —entendida como la consistencia entre dos docentes que evalúan la misma tarea de un estudiante y como la consistencia de un docente que evalúa la misma tarea dos veces en el tiempo— es muy baja cuando se trata de calificar al estudiante con base en una sola tarea. Cuarto, no es claro en qué medida las calificaciones reflejan el dominio real de lo que un estudiante ha aprendido en un curso. Quinto, se han observado cuatro consecuencias negativas del uso de las calificaciones: 1) reduce el interés de los estudiantes por el aprendizaje en sí mismo, 2) distorsiona el currículo, 3) deteriora las relaciones de los estudiantes con el profesor y 4) deteriora las relaciones entre alumnos.
A diferencia de Estados Unidos donde existe una multiplicidad de currículos, en México existe un plan de estudios nacional en el que se plasman los mismos aprendizajes esperados para todos los estudiantes de educación básica, así como un conjunto de habilidades comunes para el caso de los estudiantes de Educación Media Superior. Por ello, en teoría, todos los docentes del país tienen el mismo referente curricular y, en principio, no deberían de tener diferencias importantes en la asignación de sus calificaciones. Sin embargo, esto no es así.
Algunos de los resultados que ha publicado el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) indican que los estudiantes que terminan el sexto grado de primaria en México pueden diferir enormemente en el nivel de habilidades y conocimientos adquiridos en Español y en Matemáticas, independientemente de las calificaciones que les hayan asignado sus profesores. Estas diferencias en el aprendizaje pueden llegar a ser abismales (de varios grados escolares). En consecuencia, las calificaciones que los docentes otorgan a estos grupos de estudiantes poco se relacionan con el dominio de los aprendizajes esperados que se señalan en el currículo nacional y que se evalúan uniformemente en las evaluaciones estandarizadas que realiza el INEE.
Dos aspectos que pueden explicar estas diferencias son: por un lado, el escaso énfasis que tienen los temas de evaluación y de calificación en el currículo de formación inicial de los docentes mexicanos. En las escuelas Normales y en la Universidad Pedagógica Nacional, donde se forman a los docentes de educación primaria y secundaria, son muy pobres los contenidos curriculares al respecto; en el resto de las instituciones de educación superior es prácticamente inexistente el tema de la asignación de calificaciones en los planes y programas de estudio.
Otro factor que incide en la manera en que los docentes asignan calificaciones tiene que ver con las grandes diferencias socioeconómicas que existen en el país. Estas condiciones sociales y escolares limitan severamente la posibilidad de que el currículo nacional se impartan uniformemente y, por lo tanto, que los estudiantes logren adquirir los mismos aprendizajes esperados que se señalan en los planes y programas de estudio nacionales. Luego entonces, las escales de calificación que utilizan los docentes en distintas partes del país también son diferentes, aunque en principio deberían reflejar el dominio que los estudiantes tienen sobre los contenidos curriculares.
Las conclusiones a las que llega el doctor Anderson son muy pertinentes para México: 1) el tema de la calificación de los estudiantes debe estar presente en el análisis de cómo mejorara la educación, 2) es necesario diseñar e implementar sistemas de calificación que sean íntegros y justos, 3) se requiere encontrar mejores formas de comunicar las calificaciones de los estudiantes a distintas audiencias, 4) se debe de incorporar el tema de los sistemas de evaluación y calificación en el currículo de los futuros profesores y 5) es necesario empezar a conducir estudios formales de la validez de los sistemas de calificación.