La institución escolar pre y post pandemia: ¿Estamos listos para reinventarnos?

María Mercedes Ruiz Muñoz

Arcelia Martínez Bordón

Alejandra Luna Guzmán

Departamento de Educación

Universidad Iberoamericana Ciudad de México

El Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia (ODEJ) es una plataforma para el pronunciamiento público, impulsado por el Campo Estratégico en Acciones, Modelos y Políticas Educativas del Sistema Universitario Jesuita (SUJ). Su propósito consiste en la construcción de un espacio de análisis informado y de posicionamiento crítico de las políticas y las reformas educativas en México y América Latina, arraigado en la realidad social acerca de las injusticias del sistema educativo,
y recupera temas coyunturales y estructurales con relación
a la agenda educativa vigente.

 

La pandemia provocada por el Covid-19 reconfiguró la vida de la humanidad en lo global y en lo local; las interacciones sociales en diversos espacios se interrumpieron. En México, la institución escolar fue una de las primeras en reaccionar, con el cierre de alrededor de 274 mil escuelas que atienden a poco más de 33 millones de estudiantes en todos los niveles educativos y donde trabajan cerca de dos millones de maestros. Como es por todos sabido, esta situación agudizó aún más las ya de por sí enormes brechas educativas y tecnológicas, que afectan de manera más aguda a los sectores de mayor vulnerabilidad, en particular de las zonas rurales del país. 

A catorce meses del cierre de las escuelas y del confinamiento de estudiantes, docentes y directivos, la escuela se enfrenta al reto de volver a abrir sus espacios a millones de estudiantes, algunos de los cuales, por cierto, no volverán: se estima que en el ciclo escolar 2020-2021, 5.2 millones de estudiantes no se inscribieron por falta de recursos económicos o por motivos asociados directamente a la pandemia. De hecho, una encuesta elaborada por la Ibero Ciudad de México reporta que, de cada cuatro estudiantes de educación básica, media superior y superior, uno considera abandonar los estudios (Medina et al., 2021). Al respecto, INEGI indica que “26.6% no se inscribió por considerar que las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje” (INEGI, 2021, p. 16). Además, otro estudio de la UNICEF (2021) alerta sobre la inserción de más niñas, niños y adolescentes de entre 5 y 17 años al trabajo infantil que, si para el 2019 eran casi 3.3 millones (INEGI, 2019), se estima que se sumarán 550 mil (Juárez y Morales, 2020). Ni qué decir sobre el aumento de la violencia doméstica (UNICEF, 2021) y el mayor número de niñas hoy víctimas del matrimonio forzado en las regiones de mayor vulnerabilidad (I21CQ, 2021). 

De hecho, en esta coyuntura tan difícil se han reconfigurando circuitos desiguales en materia de calidad y equidad educativa para los estudiantes mexicanos, que parten, ciertamente, de las desigualdades estructurales previas del sistema educativo. Así, por ejemplo, un grupo importante de estudiantes no contó con los apoyos necesarios y suspendió definitivamente sus actividades escolares; se trata de las y los estudiantes que viven en las zonas más vulnerables del país, primordialmente en zonas rurales, pero también en las grandes urbes. Otro grupo está integrado por los estudiantes que sí pudieron estar “en contacto” con la escuela, sea a través del programa “Aprende en casa” en sus distintas versiones, o mediante clases virtuales, gracias al trabajo realizado y a estrategias varias ideadas por sus maestras y maestros (Mejoredu, 2021). También, incluso, hubo estudiantes, aunque los menos, sobre todo en zonas de pueblos originarios, que se mantuvieron en clases presenciales cuando su docente vivía en la misma comunidad (Ayala et al., 2020).

La pandemia y la forma en que se pudo resolver la educación a distancia da cuenta de la diversidad de circunstancias contextuales y económicas de nuestro país que, como hoy sabemos, contribuyeron a que se ampliaran aún más las brechas educativas, tecnológicas y de aprendizajes. Pese a ello, la contingencia y el aislamiento forzoso al que ésta nos obligó han abierto un nuevo horizonte en lo que se refiere a estrategias para la enseñanza y el aprendizaje, y en algunos casos también para la agencia, autonomía y trabajo colaborativo de los y las maestras, como asuntos de vital importancia en el próximo regreso a lo presencial. 

Ante el llamado de las autoridades a regresar el próximo 7 de junio a las aulas, nos encontramos ante la puesta en jaque de la pertinencia de la educación. Se ha dicho que los aprendizajes sociales superaron en este periodo a aquellos que se derivan de los contenidos escolares en los distintos ciclos educativos. Aunque es un hecho que la reapertura de las escuelas es indispensable para las poblaciones en el primer grupo, es decir, aquellos que se han visto afectados directamente, habrá que considerar que las escuelas que atendían a estas poblaciones operaban con muchas limitaciones incluso antes de iniciada la pandemia, como consecuencia de una infraestructura pobre, la rotación excesiva de docentes, y toda la suma de carencias que enfrenta el sistema educativo. 

Por otro lado, es evidente la importancia de la función social de la institución escolar en términos de socialización y de construcción de identidades. Sabemos de la agencia que lograron construir los más afortunados, en su proceso de aprendizaje, en materia de autocuidado, autonomía, organización del tiempo y de sus actividades, así como del despliegue de estrategias que llevaron a cabo para acercarse al conocimiento.

Así pues, el retorno a la institución escolar deberá privilegiar el diálogo y una nueva forma de interacción entre estudiantes, docentes y padres de familia. Habrá que comenzar por discutir, entre todos, los temas y problemáticas a las que nos enfrentamos, a fin de recuperar el interés genuino por los aprendizajes escolares, para que estudiantes y docentes, particularmente los primeros, se reintegren a la vida escolar desde su propia agencia, y sobre lo vivido en este largo periodo de distanciamiento, dejando, por un momento, la gramática escolar.

Hoy es clara la necesidad de reconfiguración de la institución escolar en un espacio abierto y flexible para la reflexión y la acción de las y los estudiantes, para la construcción de los aprendizajes sociales y las competencias y lenguajes propios de la escuela. Avanzar en el derecho a la educación es avanzar en el derecho a aprender con calidad y calidez humana, sin dejar a nadie atrás y respetando los distintos ritmos de aprendizaje de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes.

¿Estamos listos para reinventarnos todos el próximo 7 de junio? 

Referencias

Ayala, S. et al. (2020). Historias locales frente a estrategias nacionales La educación en tiempos de pandemia en México. Educar en la diversidad. Boletín del Grupo de Trabajo Educación e Interculturalidad. México: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.

INEGI (2019). Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI). México: INEGI.

INEGI (2021). Encuesta para la medición del impacto Covid-19 en la educación (Ecovid-ed). México: INEGI.

Institute for 21st Century Questions (2021, 21 de mayo). All-Latin America Summit of the Worldwide Commission to Educate All Kids (Post-Pandemic).
https://www.i21cq.com/publications/worldwide-commission-to-educate-all-kids-post-pandemic/ 

Juárez, B., y Morales, F. (2020, 11 de junio). Aumentará 5.5% el trabajo infantil en México por Covid-19. El Economista. https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/Aumentara-5.5-el-trabajo-infantil-en-Mexico-por-Covid-19-20200611-0142.html 

Medina et al. (2021). Educar en Contingencia. https://www.conacyt.educarencontingencia.net/

Mejoredu (2021).  Encuesta sobre experiencias de las comunidades educativas durante la contingencia sanitaria por COVID-19. México: Gobierno de México.

UNICEF (2021). Coronavirus y violencia hacia la infancia. Chile: UNICEF. 
https://www.unicef.org/chile/historias/coronavirus-y-violencia-hacia-la-infancia

 

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