YO TAMBIEN SOY HARVARD

“Yo también soy Harvard”: el debate racial sacude a las universidades de élite

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¿Vivimos en un mundo post-racial? Preguntemos  a los estudiantes negros en las universidades de élite en Estados Unidos e Inglaterra. En los últimos meses, éstos han lanzado protestas en las universidades de Michigan, Harvard y Oxford, para llamar la atención a la persistencia de racismo y discriminación a que son sujetos en su vida universitaria.
La primera protesta surgió en noviembre en la Universidad estatal de Michigan, con una campaña en Twitter llamada “Being black at Michigan” (Ser negro en Michigan)—#BBUM por sus siglas en inglés. El movimiento inspiró a estudiantes negros de Harvard, que salieron en marzo con la campaña “I, too, am Harvard” (Yo también soy Harvard). Y semanas después, fueron seguidos por “I, too, am Oxford” (Yo también soy Oxford).

Como fue el caso del movimiento #YoSoy132 en México, los estudiantes están aprovechando las redes sociales para llegar a un público masivo y como nueva forma de protesta social. Además de Twitter, han utilizado al blog virtual Tumblr para subir fotos de estudiantes exponiendo mensajes provocativos y chocantes. Por ejemplo, una estudiante de Harvard sostiene una pancarta con la frase: “Mi nombre es Mónica, no ´mi nigga´”. Otra trae el mensaje “el que yo tenga una opinión no me convierte en una ´mujer negra enojada´”.

En el caso de Oxford, los participantes incluyen también a estudiantes asiáticos y del norte de África. comparten la experiencia de luchar contra estereotipos y discriminación en una universidad que, durante siglos, ha sido bastión de la élite anglosajona. “No, yo no vendo cocaína”, dice un estudiante con pelo largo y con aspecto árabe.  Otra, una estudiante negra, comparte una pregunta que recibe con frecuencia, para llamar la atención al supuesto de que entró a la universidad gracias a las políticas compensatorias: “¿Estás aquí por el Esquema de Acceso?”.
Las campañas también buscan ir más allá del ambiente universitario, para protestar el racismo presente aún en sociedades multiculturales como la estadounidense o la inglesa.

En el caso de Michigan, el movimiento surgió después de que estudiantes de la fraternidad Theta Xi, cuyos miembros son mayoritariamente blancos, anunciaron una fiesta en noviembre con una temática francamente racista. Citaron a “rappers, twerkers, gansters, thugs, basketball players” (raperos, twerkers, pandilleros, matones, jugadores de basket), invocando los estereotipos más negativos o clichés de la comunidad Afroamericana.

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Estudiantes negros se quejaron a la administración y la fiesta fue cancelada. Pero el asunto no paró allí. La Unión de Estudiantes Negros de la universidad invitó a estudiantes a compartir las “experiencias únicas de ser negro en Michigan” a través de Twitter. En cuestión de días, el  hashtag #BBUM se volvió un “trending topic” nacional, acumulando más de 10,000 tweets.

Los participantes expusieron lo que en su experiencia implica ser negro en una de las universidades públicas más importantes del país. Algunos buscaron enfatizar lo positivo, con comentarios como: “Enamorándome cada vez más del color de mi piel, la forma de mi cuerpo, y la cultura de mis ancestros”. Sin embargo, la mayoría relató los estereotipos más comunes y ofensivos que enfrenta en su vida diaria en la universidad. “Ser un estudiante de color es como estar en un banquete sin tener lugar en la mesa”, escribió una estudiante. “Ser ´inteligente para ser una persona negra´, en vez de ser simplemente ´inteligente´”, comentó otra.

La protesta también iba dirigida a las políticas universitarias y estatales, que han reducido el número de estudiantes negros en la universidad en años recientes. En 2006, los electores de Michigan avalaron la Proposición 2, que prohibió a todas las instituciones públicas del estado tomar en cuenta la raza de los candidatos en el proceso de selección. El resultado fue el desmantelamiento de una larga tradición de políticas de acción afirmativa en la Universidad de Michigan, que habían procurado abrir espacios para miembros de minorías raciales desfavorecidos, sobre todo para Afroamericanos. Como consecuencia, la proporción de estudiantes negros cursando licenciaturas en la universidad disminuyó de 7 por ciento en 2006 a 4.65 por ciento en 2013, según cifras de la propia universidad. En contraste, la proporción de negros que radican en el estado es de 14 por ciento, según los últimos datos del Censo federal.

La controversia sobre la Proposición 2 ha llegado a la Suprema Corte, que debe decidir en estos meses si la medida viola o no a la Constitución. La decisión de la corte tendrá importantes repercusiones para los estados de Arizona, California, Florida, Nebraska, New Hampshire, Oklahoma y Washington, en donde se ha prohibido el uso de consideraciones raciales en los procesos de selección de las universidades públicas.

Muchas de estas medidas se basan en la lógica de que cualquier política que tome en cuenta la raza de los individuos es inherentemente discriminatoria y anticonstitucional. Además, dicen los críticos, las políticas de acción afirmativa ya no son necesarias en la sociedad “post-racial” del Siglo XXI.

Los estudiantes negros, sin embargo, difieren con esta apreciación, y están exigiendo acción por parte de las autoridades.

En el caso de la Universidad de Michigan, la Unión de Estudiantes Negros presentó una lista de siete demandas a finales de enero.  Incluyen: más fondos para su organización; becas de emergencia, y acceso a viviendas subsidiadas en el campus central para estudiantes negros de escasos recursos; la creación de un nuevo centro multicultural en el campus principal; la enseñanza en todas las carreras de la historia de la discriminación racial y étnica en Estados Unidos; un mayor acceso a los documentos pertenecientes de la universidad sobre la historia racial del país; y—lo más importante—un incremento en el porcentaje de estudiantes negros para llegar a un 10 por ciento de la matrícula.
Con un toque teatral y simbólico, los estudiantes escogieron el 21 de enero, el día en que el país celebra el cumpleaños de Martin Luther King Jr., para presentar su lista de demandas a las autoridades. También, aprovecharon la presencia del cantante y activista negro Harry Belafonte, quien dio el discurso magistral en la universidad, para lograr una mayor cobertura mediática de sus demandas.

Gran parte de las demandas—y sobre todo la última—han surgido de forma reiterativa durante los últimos 40 años en la universidad. En 1970, después de protestas lideradas por el Movimiento de Acción Negra, las autoridades prometieron trabajar para alcanzar la meta de tener un 10 por ciento de estudiantes negros. Pero el acuerdo nunca se cumplió, lo que desató otros movimientos estudiantiles en 1975 y 1987.

Esta vez, los estudiantes optaron por una postura de confrontación abierta con las autoridades. Avisaron que al no recibir una respuesta favorable a todos los puntos en un lapso de siete días, adoptarían “acciones físicas” de protesta—una declaración que fue vista por muchos como una amenaza, aunque aún no se ha cumplido.

Por su parte, la administración universitaria aceptó reunirse con los líderes estudiantiles y prometió desarrollar planes de corto y largo plazo, según reportes en los medios locales. En específico, se comprometió a “mejorar el clima en el campus, aumentar la matrícula de minorías sub representadas al máximo permitido por ley” y a discutir el tema del centro cultural. No obstante, no queda claro cómo la universidad pretende incrementar la matrícula de estudiantes negros, dada la prohibición estatal al uso de medidas compensatorias raciales en el proceso de admisiones.

Tal no es el caso en Harvard u Oxford, que por ser instituciones privadas, cuentan con mayor autonomía en sus procesos de selección. Sin embargo, los estudiantes de esas universidades no han hecho demandas explícitas en términos de los números de alumnos de una raza u otra, sino que buscan concientizar a la comunidad sobre la discriminación contra la cual tienen que luchar.

Hasta ahora, las campañas han recibido mucha atención en los medios más importantes de los respectivos países —aunque no toda la atención ha sido positiva. El movimiento en Oxford inclusive ha motivado una campaña rival, llamada “We all are Oxford” (Todos somos Oxford). Consiste en estudiantes de distintos orígenes étnicos, quienes a través de mensajes en pizarrones blancos, buscan contrarrestar la imagen de la universidad como un lugar racista, a la vez que cuestionan la relevancia de la raza.

“La gente me juzga por mi sentido de humor estrafalario, no por ser rumano”, dice un estudiante con una sonrisa enorme.  Otro, de piel negra clara, afirma que “Oxford es un lugar maravilloso para gente de todos los colores. Nunca nadie nos ha hecho sentir diferentes”. Y un estudiante blanco, con rastas hasta la cintura, argumenta: “Tu cerebro, no tu situación familiar, abre las puertas de Oxford”.

La contra compaña ha generado aún más controversia que la original, con columnistas y estudiantes tachándola de mal gusto y poco sensible. “El elitismo cultural de Oxford ha sido expuesto por esta campaña estudiantil”, escribió la columnista Harriet Walker en el periódico inglés The Guardian. De forma parecida, un usuario en Twitter escribió: “La existencia de #WeAllAreOxford comprueba porque necesitamos a #ITooAmOxford”.

Lo cierto es que las campañas en las redes sociales han sacado a relucir temas que durante mucho tiempo fueron escondidos o poco visibles, sobre todo en las universidades de élite. Es decir, la cuestión de la raza sigue siendo tema, aunque algunos no la quieren ver.

Marion Lloyd

Académica y periodista

Publicado en Campus milenio

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