Se cumple en estos meses el quinto aniversario del movimiento de estudiantes del Instituto Politécnico Nacional que, durante varias semanas, principalmente en el periodo de la huelga estudiantil, ocupó el interés público al ser una de las primeras notas discordantes de la implementación de la reforma educativa impulsada por el presidente Enrique Peña Nieto, en particular en las áreas de educación media superior y superior. Sin duda, la importancia del Politécnico Nacional como una de las instituciones emblemáticas del sistema de educación superior del país contribuyó a fijar la atención de los medios sobre el movimiento y su desenlace, como también la actuación de las autoridades federales (Secretaría de Gobernación y Secretaría de Educación Pública) en el arduo proceso de negociación involucrado.
El proceso no podía ser más complejo al entrecruzarse, temporalmente, con los hechos de Iguala del 27 de septiembre, y con sus consecuencias políticas y sociales, así como con las expresiones de resistencia del magisterio opuesto a la evaluación docente que se encontraba en proceso de desarrollo.
La movilización estudiantil se oponía a la reforma de los planes de estudio del bachillerato politécnico, es decir el correspondiente a los Centros de Estudios Científicos y Tecnológicos, la reforma curricular en los programas de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura (ESIA), así como a las modificaciones al Reglamento Interno del IPN acordadas, por las autoridades politécnicas, en agosto de 2014. La entonces directora del Politécnico, Yoloxóchitl Bustamante, quien iniciaba un segundo periodo al frente de la institución, así como su cuerpo directivo, se proponían establecer reformas académicas que hicieran coincidir los planes y programas institucionales con la orientación general de la Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS), así como con los propósitos del Programa para Democratizar la Productividad incluido en el Plan Nacional de Desarrollo del sexenio.
El 17 de septiembre los estudiantes de la ESIA deciden la suspensión de actividades en la escuela. El 25 se lleva a cabo la primera Mega Marcha Politécnica a la que, según los organizadores, habrían acudido aproximadamente 20 mil estudiantes. El objetivo y destino de esa primera movilización sería expresar demandas de los estudiantes ante la dirección general del IPN. La ausencia de una respuesta satisfactoria daría lugar a varias acciones, la primera de ellas, el 28 de septiembre, la instalación de la Asamblea General Politécnica (AGP), dos días después a la declaratoria de paro indefinido en varias de las escuelas profesionales de la institución y en todos los centros del bachillerato politécnico.
Ese mismo día, el 30 de septiembre, se lleva a cabo una segunda Mega Marcha, esta vez con destino a la Secretaría de Gobernación y los estudiantes son recibidos por el titular de la dependencia (Miguel Ángel Osorio Chong) quien, les asegura, está en capacidad para resolver o de gestionar sus demandas, comenzado por la renuncia de la titular de la institución. El 3 de octubre, los estudiantes vuelven a Gobernación para recibir la respuesta formal a su primer pliego petitorio.
A los representantes en la AGP les parece incompleta la solución propuesta, elaboran un segundo pliego de peticiones que incluye nuevas demandas, entre ellas una central: la realización de un Congreso Nacional Politécnico para discutir y acordar el futuro de la institución en los aspectos académico, administrativo, regulatorio y de gobierno. Ese segundo pliego petitorio es entregado, el 14 de octubre, a las autoridades de Gobernación, Educación Pública, así como a las cámaras del poder legislativo. En tanto, la huelga se ha generalizado en todas las instalaciones del IPN y la directora Bustamante presentado su renuncia formal al cargo.
Entre la Secretaría de Educación, encabezada entonces por Emilio Chuayffet, se pacta la realización de mesas de diálogo cuyo objeto es convenir, entre la representación estudiantil (la AGP) y autoridades del gobierno federal, las condiciones para la terminación de la huelga, los acuerdos de aplicación inmediata, y los acuerdos cuya implementación encauzaría la solución al conjunto de demandas de los estudiantes. Los diálogos, según se pacta, tendrían difusión pública, a través del Canal 11 del IPN y por internet, y deberían culminar con acuerdos específicos vinculatorios suscritos entre las partes. Y así ocurrió.
Además de los representantes del gobierno, a los diálogos fue invitado por las autoridades, sin oposición de la AGP, el entonces secretario ejecutivo de la ANUIES, Enrique Fernández Fassnacht, quien sería designado, al término del proceso de negociación, nuevo director general del IPN y a quien le correspondería la implementación institucional de los acuerdos pactados.
La primera mesa de diálogo se instaló el 4 de noviembre, mes en el cual se desarrollaron ocho mesas en total, la última de las cuales finalizó el 5 de diciembre con la firma de acuerdos y compromisos entre las partes. Se reanudaron actividades en el Politécnico a partir de enero de 2015. Desde entonces y hasta la fecha la mayor parte de los temas incluidos en la agenda se ha abordado y en muchos casos resuelto. Pero hay todavía un pendiente muy importante: la celebración del Congreso Nacional Politécnico. Está programado para los primeros meses de 2020. Del enfoque que se busca dar a esa importante actividad nos ocuparemos en la próxima entrega.