A la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la otrora invencible cabeza de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, las cosas no le pintan bien. Los astros se alinearon en su contra.
El Congreso de Oaxaca la agarró desprevenida; el gobernador Gabino Cué mira cerca la coronación de la faena que comenzó en julio del año pasado; el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, se frota las manos y felicita a los diputados oaxaqueños; y hasta el arzobispo de Antequera aplaude la armonización de la ley de educación de ese estado con los cambios constitucionales, opina que no debe haber marcha atrás.
Para unos, la aprobación de esa ley —el sábado pasado, en sesión extraordinaria, casi a la medianoche— fue un clásico madruguete. Para otros, la aplicación de una estrategia política correcta. El Congreso de Oaxaca estaba en la mira de la Suprema Corte. Los diputados sólo contaban con cinco días para armonizar el precepto local con las coordenadas de la Reforma Educativa. Si no lo hubieran hecho, caerían en riesgo de desafuero.
El secretario general de la S22, Rubén Núñez, se quejó porque los diputados aprobaron la ley mientras la dirigencia de la sección estaba en asamblea y porque no tomaron en cuenta su Plan para la Transformación de la Educación de Oaxaca. Luego asentó que la promulgación de ley no significa una derrota para la disidencia magisterial oaxaqueña: “Por el contrario, estamos más fortalecidos que nunca y vamos a establecer nuevos acuerdos” (El Universal, 10 de abril).
Se pueden extraer muchas lecciones al recapitular las acciones políticas del gobierno a partir de julio de 2015, cuando reconquistó el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca y fortaleció al gobernador Cué. Quiero resaltar tres.
Primera. Tal vez Gabino Cué alcance a dejar “la casa limpia”. Lo que ya logró es no pasar a la historia como otro gobernador que, por comodidad o debilidad, se plegó a los deseos de la CNTE.
Segunda. Al parecer el presidente Peña Nieto se convenció de que conceder beneficios a la S22, en lugar de calmar a sus dirigentes, aumentaba sus apetitos. Por ello tomó la determinación de retirar al subsecretario de Gobernación, Luis Miranda, de la negociación con la CNTE y dejar en el secretario de Educación Pública el diseño y control de la estrategia. Consecuencia: las ristras del poder fueron coherentes. La acción política se alineó al discurso duro.
Tercera. La coherencia política incrementa los grados de legitimidad. Los pasos erráticos que el gobierno dio al lidiar con la CNTE tras disciplinar a la corriente mayoritaria en el SNTE, hicieron crecer a la disidencia, pero el gobierno extravió su credibilidad. Comenzó a perder aliados en el sector privado y a sembrar dudas en los gobernadores. Éstos, que nunca vieron con simpatía la reforma, no se atrevían a tocar a los sindicalistas de ninguna corriente. Pensaban que se quedarían colgados de la brocha.
Más allá de sólo inquirir si fue un madruguete —que sí lo fue—, vale la pena preguntarse si la armonización de la ley es una derrota más o será la puntilla definitiva a la S22.
Por una parte, observo un debilitamiento real y simbólico de la S22. Sus dirigentes ya no pueden convocar a grandes contingentes; no tienen a la mano los recursos de que disponían hace un año. Además, su moral va a la baja, andan de capa caída. Ciertos grupos ya bajaron la guardia y, por fatiga o conveniencia, se pliegan a los nuevos tiempos. Van en retirada.
Por otra parte, las derrotas legales y políticas pueden incitar a los extremistas —o a quienes ya tienen poco que perder— a radicalizarse, como en Guerrero. Pequeños grupos decididos a la acción directa pueden causar daño a la educación. No sólo con boicots a las evaluaciones, sino en la práctica de las escuelas. En varios municipios los directores —que obtuvieron sus puestos con la constancia de participación sindical— no dejan ingresar a quienes ganaron la plaza por concurso; también se oponen a la entrega de libros de texto gratuitos y hasta que se ejerzan las partidas que ahora llegan a cada plantel.
La acción de la legislatura de Oaxaca del sábado pasado tiene valor estratégico. Es un paso firme que enseña que las directrices legales de la Reforma Educativa avanzan por el camino que desea el gobierno. No entiendo cómo Rubén Núñez se aferra a decir que la armonización de la ley de Oaxaca fortalece a la S22. Sospecho que no mira la alineación de los astros.