El grito de las voces silentes
- Manuel Navarro Weckmann
- 24 junio, 2016
- Opinión
- Manuel Navarro Weckmann, profesión docente
“Es muy sencillo despreciar las críticas a la reforma educativa poniendo a todos los que la debaten en el mismo costal impresentable.”… Manuel Gil Antón
Durante más de una década fui director de instituciones de Educación Normal y siempre en cada oportunidad que tuve de compartir unas palabras con el estudiantado, mis palabras estuvieron orientadas hacia que eran el futuro, la medida y el modelo del cambio, de encabezar siempre un proceso de transformación y mejoramiento del esquema de la educación que tenemos en nuestro país.
El atender siempre la necesidad y privilegiar a la educación como un medio de liberación de un pueblo, de generar en ellos la responsabilidad de asumir su compromiso con el cambio y con la mejora constante, con la posibilidad de reinventarse a cada momento y a cada instante, de poner en duda los saberes, los autores, de cuestionar a sus maestros, de poder leer el contexto para actuar en consecuencia.
He tratado, no sin cometer errores, de buscar ser congruente entre lo que hago y lo que digo, buscando siempre, desde hace más de un lustro en que tengo la oportunidad, pero sobre todo la gran responsabilidad de que mis letras sean mi voz al utilizar los diferentes medios de comunicación y redes sociales, que mi participación permita brindar un mejor cauce a la educación, en la búsqueda de la sociedad que deseamos para nuestros hijos.
Orgullosamente, al igual que mis hijos, soy producto de la Escuela Pública, así, con mayúsculas, de una educación que cuenta con una historia que desconocen quienes ahora la dirigen porque jamás pasaron por sus aulas y cuyo único compromiso es con las clases privilegiadas que ven en la educación, como ha ocurrido ya en otros países, una excelente oportunidad de abrir un negocio más para el lucro, importando muy poco el aprendizaje de las niñas y los niños.
Por lo anteriormente dicho y en congruencia con ello, viendo más allá de personas y partidos políticos, desde no hace poco tiempo elevo la voz con la cara en alto exigiendo respeto a la profesión docente, denunciando que la educación se encuentra en este momento en uno de los momentos más oscuros de su historia, en donde se ha tirado por la borda lo realizado por los grandes hombres y mujeres que en el último siglo dieron su vida y pensamiento para contar con uno de los más grandes y mejores sistemas educativos que existen en el mundo.
Estamos invadidos hasta la médula por el espíritu neoliberal de ver en la educación un simple negocio, como un medio para producir hombre y mujeres sin capacidad de reflexionar, sin las más elementales normas sociales, que sólo sepan leer y escribir, sumar y restar, pero que no piensen en el futuro que les estamos dejando a nuestros hijos.
Estamos en un país en que el único facultado para interrumpir clases lunes a lunes es el Secretario de Educación Pública, en donde todo aquello que no sea la voz oficial sale en los medios nacionales de comunicación que, callando son partícipes culpables de lo que está ocurriendo en el país, pero que gracias a las redes sociales hoy podemos elevar la voz y más recientemente el voto para expresar el rumbo que deseamos para nuestro país.
Soy parte de una generación de la cual me siento muy orgulloso y comprometido, formado por maestras y maestras que siempre fueron críticos de las circunstancias que estaban mal en la sociedad; por ello hoy elevo de nueva cuenta la voz para expresar que la educación no es lo que nos dicen que debe ser, para expresar que mienten quienes dejan en cualquier mano la formación de las generaciones venideras, que al combatir la inconformidad con acciones policiacas solo traerá más violencia y que jamás alcanzarán las cárceles para acallar la voz de un gremio que piensa, que siente y que, como lo ha hecho siempre, es un libre-pensador-actuante para la construcción del México que merecemos.