En Oaxaca está la batalla
- Eric Spindler
- 15 marzo, 2015
- Opinión
- CNTE, IEEPO, oaxaca
“Ki – Kieeeee…”. “Ki – Kieeeeeeeeee…”. Un gallo de cresta colorada se posó sobre una rama de un pino que daba frente a la ventana del Presidente. De repente se oyó más claro, “¿Ki – Kieeeere?”
“Imposible”, pensó el Presidente, sorprendido. “A mí no me hablan los pájaros como al tonto ese.”
“¿Ki – Kieeereee?” volvió a entonar el gallo.
“Si tardo a la mejor no me vuelve a preguntar”, pensó, y rápido: “Quiero un México en paz, y un México con educación de calidad”.
“¿Kiiii? Pensé que me ibas a pedir por ti. Si así fuera, cualquier cosa se te concede. Ya sabes, eres Presidente. Pero ya que tuviste la sabiduría de pedir por tu país, te diré…. Por ahora,” dijo el ave, “por ahora solo se te puede conceder una de las dos. Pero si eliges bien, y le pones valentía, liderazgo y esfuerzo, la que elijas te ayudará a lograr la otra. Ahora, dime, ¿cuál prefieres? Al decidir, ten presente siempre que en Oaxaca esta la batalla.”
Oaxaca es el estado donde reside el 53% de la población indígena de México. Para la tercera parte de su población (más de un millón de personas) el español no es su lengua materna, y un cinco por ciento no habla castellano.
Hay una larga historia de lucha en Oaxaca. En la sierra norte, el pueblo Mixe nunca pudo ser conquistado por aztecas ni zapotecas, ni por los españoles posteriormente. La geografía rugosa de la Sierra Occidental también reforzaba la independencia de los mixtecas, el Pueblo de la Lluvia. Los zapotecas, habitantes del Valle de Oaxaca, resistieron los ataques del Tlatoani Ahuizotl en su ciudadela imbatible de Guiengola, que desde las alturas dominaba el Istmo de Tehuantepec.
Muchos pueblos de Oaxaca solo sucumbieron ante la conquista española hasta 1550. Lo aislado del territorio preservó la feroz independencia de su gente hasta que finalmente no los pudo proteger más. Después el mismo aislamiento permitió las tácticas de conquista más brutales por parte de los españoles sin que el resto de la Colonia se enterara. Poblados serranos fueron atacados por sorpresa. Los hombres eran apresados y marcados con hierros candentes. Caciques y otros líderes fueron quemados, ahorcados o devorados por perros.
Hoy en día, la independencia feroz sigue como característica esencial de los Oaxaqueños. Pero lo que más afecta su porvenir son las oportunidades educativas. ¿Un joven campesino que solo habla zapoteco, que no sabe leer ni escribir, y que llega a la ciudad con la intención de estudiar y tener un mejor nivel de vida, podría realizar sus sueños como lo hizo Benito Juárez?
En 2013 (año del cual ya se publicaron datos completos de ingresos y egresos) el Gobierno Federal aportó el 95% de los ingresos del estado de Oaxaca. Del presupuesto estatal total, el 57% se designó para promover al desarrollo social, y las dos terceras partes de esa cantidad se destinaron a la educación, constituyendo así el rubro mayor del gasto público.
Pero el servicio educativo no está al servicio de los estudiantes. Desde 1992 el Gobernador Heladio Ramírez entregó las llaves del Instituto Estatal de Educación Publica de Oaxaca (IEEPO) a la dirigencia sindical. “Hoy, 98% del personal del IEEPO es sindicalizado y no puede moverse un solo escritorio o realizarse un trámite de contratación de personal sin la previa autorización de las respectivas delegaciones sindicales.”
El sindicato designa las autoridades educativas estatales. En vez de homologar sus leyes con la Reforma Educativa, el Congreso del Estado tiene a su consideración el “Plan para la Transformación de la Educación de Oaxaca” promovido por la CNTE. Busca extender el “control que ya tienen sobre los maestros, al control de los alumnos, sus familias y las comunidades, al sujetar la canalización de los recursos a la aprobación de los proyectos comunitarios formulados por los colectivos escolares.” (Ruiz Ruiz, 2014)
La educación en Oaxaca se usa como fuente de bienestar social y económico para los funcionarios docentes y sindicales. Ya no promueve la movilidad socio-económico de los alumnos. Oaxaca tiene los índices de aprovechamiento académico más bajos y niveles de deserción escolar más altos de la República. Y los maestros siguen insistiendo en cerrar las escuelas bajo cualquier pretexto.
Hoy el gobierno federal negocia la Ley de la Educación con los dirigentes de la CNTE para evitar repetir los conflictos del 2006. Estos se detonaron cuando el sindicato de maestros, como cada año de costumbre, truncó el año escolar en mayo con huelga y pliego de peticiones, y el gobernador, Ulises Ruiz, los quiso desalojar a la fuerza de la Plaza del Centro Histórico. Por los enfrentamientos entre maestros y policías, hubo que cancelar la Guelaguetza 2006 y de hecho, las temporadas de turismo, fuente de trabajo para miles de Oaxaqueños: artesanos, hoteleros, restauranteros, músicos, guías turísticos, taxistas y vendedores ambulantes.
Perdieron la vida más de veinte ciudadanos debido a los conflictos. ¿Mientras tanto, cuántos jóvenes Oaxaqueños han visto carreras brillantes interrumpidas por falta de oportunidades educativas?
Hasta ahora en las negociaciones, el gobierno ha logrado recuperar control del presupuesto educativo. A cambio, concedió plazas a los egresados normalistas sin concurso, y seguirá pagando a todos en la nómina entregada por la CNTE, incluyendo comisionados sindicales y aviadores, hecho que pone en entredicho las aspiraciones de jóvenes Oaxaqueños deseosos de seguir el ejemplo de Benito Juárez. México con educación de calidad o México en paz: en Oaxaca esta la batalla.