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La CNTE, a la reconquista del IEEPO

La sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación quiere revivir los activos que perdió el 20 de julio de 2015, sin importarle los medios que utilice para ello. La S-22 fue la vanguardia de la alicaída Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.

La S-22 tenía el control político y administrativo del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca. Logró que, con excepción del director general y unos cuantos funcionarios, la estructura la controlaran sus fieles. Éstos llegaban a puestos directivos en la burocracia por méritos demostrados en campaña; la constancia de participación sindical era la llave que abría las puertas.

El IEEPO era una extensión del Comité Ejecutivo de la S-22. En una simbiosis magistral, los líderes controlaban ingreso, promoción y trayectoria de los maestros. Conjuntaron una base de apoyo formidable que creció conforme obtenían de cada gobernador prebendas que distribuir.

Cierto, los orígenes de la CNTE se remontan a luchas épicas en los 70 y 80. Pero el tiempo y las conquistas materiales quebrantaron los ánimos democratizadores de los líderes y pronto hicieron lo mismo que reprochaban a los charros. Incluso, perfeccionaron los medios de control.

Cuando el gobierno les arrebató el control que tenían sobre el IEEPO, muchos pensaron que se acercaba el fin de la CNTE. Pero su capacidad de supervivencia es fenomenal. Tras los hechos tristes de Nochixtlán, recuperó terreno; pero el gobierno porfió y avanzó. Y ahí la llevaba. Consiguió que egresados de normales presentaran el examen para el ingreso, controló la nómina —con las restricciones que el movimiento disidente le marcaba— y puso en la cárcel —a unos cuantos de muchos posibles— a quienes se les demostró delitos.

Pero los líderes de la S-22 son diestros en el manejo del chantaje y la amenaza. Las desgracias que provocaron las lluvias y los terremotos en Oaxaca les brindó una oportunidad de oro. Dado que, por la emergencia y la destrucción de escuelas, no hay clases en muchas de ellas, la S-22 aprovechó la coyuntura. Si los maestros se movilizaban no faltarían a clases y no se les descontaría salario por ausencia.

Como muchas otras veces, los maestros disidentes tomaron el Zócalo de la capital del estado; el gobernador, Alejandro Murat, los recibió el lunes por casi cinco horas y, a decir del líder de la S-22, Eloy López Hernández, el mandatario dio respuesta positiva a sus demandas: 1) reestablecer bilateralidad entre su dirigencia y el gobierno estatal para la toma de decisiones en el sector educativo; 2) destituir al director del IEEPO, Germán Cervantes Ayala; 3) cerrar las investigaciones contra profesores acusados de delitos del fuero común; y, 4) que la S-22 administre los fondos para la reconstrucción de las escuelas afectadas por los sismos de septiembre.

López Hernández, además, declaró que eran respuestas parciales que serían confirmadas el viernes 27, pues “ellos ya no confían en el gobierno” (escribo esta nota el viernes por la mañana. No sé si habrá dicha reunión; estaré fuera del ciberespacio por dos días).

El gobernador no dio declaraciones a la prensa (el que calla otorga). La S-22 recibió respuesta del secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, y del Comité Estatal de Participación Social en la Educación. Pero la bronca la tiene el gobernador. Si cede ante las presiones será como una traición a su amigo, el presidente Peña, y enterrará la reforma. Si no, Oaxaca seguirá sitiada por la S-22.

La presidenta del CEPSE, Luisa García Cruz, señaló que la CNTE muestra una postura mezquina. En efecto, los escrúpulos y la moral no forman parte de su bagaje. Lo que le interesa es recolonizar el IEEPO, el derecho de los niños a la educación es lo de menos. ¡Pobre Oaxaca!

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