La reforma educativa en Xalapa

*Wenceslao Vargas Márquez

Cuando el Pacto por México echó a andar la reforma educativa a fines del año 2012 (con el PRI a la cabeza y el PAN y el PRD a remolque) muy probablemente no tuvo en la cabeza que esa variable, la reforma educativa, sería un factor fundamental y definitorio de la sucesión presidencial de seis años después. Hoy la reforma educativa está en la mesa de discusiones dentro de la disputa del partido en el poder (PRI) y el candidato de izquierda que en todas las encuestas serias cuenta con más posibilidades de ganar la presidencia de la república.

¿Cuál es el problema del magisterio con la reforma educativa? Trataremos de decirlo de nuevo a como lo hemos hecho en otros momentos. Quizá el único problema del magisterio con la reforma educativa radica en el tema de la evaluación docente obligatoria para el personal antiguo, es decir, para el personal ya contratado antes del año 2013 en que entró en vigor la reforma. ¿Por qué el magisterio se resiste? Se resiste porque lo que se presenta como evaluación docente es un proceso administrativo que deja fuera dos cosas, deja fuera la valoración del trabajo diario conocida como Informe de Responsabilidades Profesionales (puntualidad, asistencia, plan de clases, compromiso social, etc.) y deja fuera la observación del docente en el aula. ¿Cómo puede una evaluación llamarse evaluación sin estos dos elementos?

Contra esta evaluación y su manera de aplicarla es que está en contra el magisterio. Ni pedagogos, ni el INEE, ni los políticos, ni los investigadores, ni nadie, ha hecho posible que la SEP comprenda que esta manera de evaluar es un despropósito. Pero quien no se evalúe está cesado según la ley, un despropósito mayor. ¿Quién firma el cese? Los gobernadores de los estados, de quienes depende el magisterio nacional desde el acuerdo SEP-SNTE del año 1992 y que no están lo suficientemente limpios en ética y moral como para firmar ceses. Desde que entró en vigor la ley el magisterio estuvo en desacuerdo que se midiera así su capacidad para permanecer en el empleo.

La revista Nexos, recién en el enero 2018 en curso, publicó una nota de un colaborador suyo titulada Algunas pistas para seguir el debate educativo del 2018 (bit.ly/2mQ8Brx). Lo firma B. Naranjo, quien da algunas razones para el análisis. Luego dice: “Por estas razones, mi primera invitación es que los actores educativos no centren su debate en la ‘reforma educativa’ en general. Sería más preciso y prudente definir en todo momento el programa o acción específica al emitir sus opiniones. En cuanto a la discusión actual, parece pertinente acotarla a la conveniencia o no de mantener la “evaluación de permanencia” y  –en su caso– de las modificaciones necesarias a la misma; de esa manera no se pone en la misma discusión la asignación de plazas docentes y ascensos por concursos de oposición, como lo establece la LSPD”.

Lo repito: la conveniencia o no de mantener la (obligatoria) evaluación de permanencia y de la realización de modificaciones necesarias. ¿Cuáles son las modificaciones necesarias y suficientes para el caso? La propuesta nuestra es modificar el artículo octavo transitorio de la Ley General del Servicio Profesional Docente para que la evaluación de la permanencia, únicamente para el personal antiguo, no sea obligatoria sino optativa, y la planteamos en junio-julio de 2016 (“Ley docente y trece palabras”).

Al articulista de la revista Nexos se le puede sumar la postura del PRI de Veracruz que este jueves 25 de enero, en voz de un diputado suyo, ex dirigente del SNTE, propuso en la legislatura local eliminar la evaluación docente para efectos de permanencia. Eso es precisamente lo único que incomoda al docente de banquillo en todo lo que es la reforma educativa. Ahora se sabe con más claridad que el aspirante López Obrador está llevando hacia su causa a la mayor parte del magisterio nacional precisamente por el tema de la evaluación docente obligatoria para efectos de permanencia y urge ponerle un contrapeso que frene la sangría de votos hacia su causa. El PRI está urgido de ello porque las encuestas apuntan hacia una derrota tanto en lo nacional como en lo veracruzano.

Especulemos. ¿No será esta iniciativa el principio de una medida política de alto calado y profundidad del PRI para frenar a la izquierda puntera en las elecciones? Revertir sólo un aspecto de la reforma educativa permitiría al PRI decir que la reforma educativa sigue en pie. El único aspecto que lastima al magisterio, que es permanecer o no en el empleo con base en una evaluación, puede modificarse legalmente sin efusión de sangre ni efusión de dinero y contribuiría a quitarle votos al puntero electoral. Si el PRI está dispuesto a todo, a todo, para retener el poder, esta medida legislativa es fundamental e indolora. Ya el gobierno lo hizo en las elecciones intermedias federales de 2015 cuando Chuayffet (SEP) suspendió las evaluaciones docentes de entonces.

Recordemos también que dentro de tres semanas se renovará la dirigencia nacional del SNTE y esta iniciativa podría presentarse en aquél escenario de Puerto Vallarta, Jalisco, como un triunfo salido de un profesor diputado del SNTE para desalentar a las Redes Sociales Progresistas (RSP) que se inclinan por Morena. Una observación adicional es que, en realidad, la iniciativa debería (mejor) ser presentada por un diputado federal en el lugar donde se debe, que es en la Cámara de Diputados en la Ciudad de México, y no en Xalapa, legislatura que no tiene competencia al respecto.

Pronto veremos si esta propuesta del PRI de Veracruz se quedó en sólo nota mediática de un día para intentar sorprender al elector docente jarocho en favor de Yunes Zorrilla, o realmente es el principio de una operación política nacional de largo alcance de la que se quiere dejar la impresión que “viene de abajo”, de un diputado docente. En el supuesto de que fuese una embestida legislativa nacional de largo aliento de parte del PRI, los diputados locales del PAN, PRD y Morena que se sumaron a la iniciativa realmente no saben qué están haciendo. En el caso de que prosperara habrían votado por algo que capitalizaría el PRI para sus candidatos. Pero por supuesto.

Se verían ingenuos, se verían somnolientos compañeros de viaje dormitando en la batea de la camioneta electoral del PRI.

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