Pedagogía violeta: el feminismo es un acto político y pedagógico
- Pluma invitada
- 27 agosto, 2020
- Opinión
- Delma Cecilia Martínez Muñoz
Dra. Delma Cecilia Martínez Muñoz
Centro Internacional de Pensamiento Crítico Eduardo del Río “Ríus”
CINPECER RÍUS CLACSO
La Pedagogía Violeta es un planteamiento que he venido construyendo desde hace años, a través mi praxis como docente de Nivel Secundaria y Universitario, mi teorización como académica investigadora y mis vivencias como activista desde el feminismo. La Pedagogía Violeta es en sí misma entonces es un constructo derivado de mi acercamiento a la Pedagogía Crítica, la Educación Popular y el Feminismo, los cuales me permitieron comprender que la educación al igual que el feminismo y el pensamiento crítico, son un acto político y como tal, requieren de teoría y práctica, requieren congruencia entre ser y hacer, pero sobre todo conllevan una gran responsabilidad.
Es urgente hablar de la necesidad de ejercer una militancia pedagógica violeta que permita despatriarcalizar los procesos educativos y los espacios escolares, sobre todo ante la actual situación de la Pandemia que ha desnudado las desigualdades, pero también ha recrudecido la violencia y puesto de manifiesto la asimetría que vivimos en el mundo las niñas, mujeres e identidades sexuales.
Para comprender la importancia de la Pedagogía Violeta requerimos conocer que la educación y el feminismo tienen una relación estrecha, pues desde el feminismo Occidental, uno de los puntos de su agenda, fue que las mujeres pudieran acceder a los estudios, considerando con ello a la educación como uno de los componentes emancipatorios del feminismo europeo.
Dentro de los debates referentes a las mujeres y la educación, sin lugar a dudas el debate ilustrado entre Rosseau y Mary Woollstoncraft es épico, pues el primero, cuestionaba el acceso de las niñas y mujeres a la educación por no considerarlas capaces de ingresar a la escuela formal, argumentando que la mujer solo era un cuerpo movido por el espíritu, estrechamente relacionado con la servidumbre, la dependencia hacia el hombre y la sumisión. Además, este concluye que las mujeres no pueden ser iguales a los hombres, hablando abiertamente contra el feminismo que había conquistado para esa fecha un argumento político.
Aunque Mary Wollstoncraft defendiera la idea de las mujeres y la educación contra los textos más influyentes de la época: El Contrato Social y el Emilio, criticando que ambos habían dado en el punto de que la debía constituirse un nuevo estado, legítimo y una educación apropiada, refuta que no puede admitir que esos postulados excluyan a las mujeres de esas conquistas, sin embargo, Rosseau será determinante por su peso político y su argumento de que las mujeres deben garantizar funciones como agrandar la familia y criar hijos, fundamentará perfectamente la misoginia en la educación. (Varcárcel, 2019)
No quiero detenerme en los detalles históricos que sin lugar a dudas son importantes para comprender el por qué la urgencia de la Pedagogía Violeta, pero considero que este transitar histórico es individual, íntimo, y te llevará indudablemente a mirar con gafas violetas la realidad y con ello, analizar cómo y porqué se ha dejado de lado a las mujeres en la historia, condenándolas a la sombra y a la violencia durante muchos siglos.
Considero entonces, que la Propuesta de la Pedagogía Violeta no solo es un constructo más, sino que viene a resarcir una deuda histórica que la hegemonía patriarcal tiene con las niñas y las mujeres, pero sobre todo representa el hecho de que ya no podemos permitir que se nos inocule con lo que Amelia Varcarcel denomina “El Espejismo de la Igualdad”, pretendiendo hacernos creer que se ha alcanzado la vindicación para nosotras.
La Pedagogía Violeta es una forma de vida, una forma de ser y hacer pedagogía dentro y fuera del aula, que debe estar basada en puntos muy estratégicos para deconstruir el pensamiento sexista y patriarcal que permea el mundo y por supuesto los espacios escolares.
En primer término, considero que es necesario trabajar para desmitificar el feminismo en nuestra vida personal y así desmitificarlo en todos los espacios sean o no escolares y con ello me refiero a conocerlo, aprender sus aportes y dejar de repetir discursos conservadores que lo satanizan, que pretenden erradicarlo porque cimbra las estructuras del sistema, no podemos ya omitir o desconocer los grandes aportes de los movimientos feministas y sus Agendas, es necesario entender que el feminismo no es una lucha contra los hombres, sino que queremos un mundo con ellos, donde se privilegie el respeto y la dignidad, eso es una consigna de la Pedagogía Violeta.
En segundo término hay que despatriarcalizar la historia, llevar el feminismo a las aulas, hablar en las aulas de las mujeres y sus vidas, de lo femenino, hablar de las Diosas y no solo de los Dioses, hablar de las Guerreras, de las Sabias, de las Escritoras, Revolucionarias, Filósofas, Pintoras, Matemáticas, etc., porqué también están ahí, también hacían historia. Dejar de mirar el mundo solo desde lo masculino, para mirarlo con las mujeres y desde las mujeres.
Además, hay que escuchar todas las voces narrativas, no solo las voces impuestas por la hegemonía, pero además todas las voces de las corrientes feministas, desde las occidentales hasta las del Abya Yala, reconociendo con ello que estuvimos ahí en todos los espacios, que transitamos en el feminismo desde diversas fronteras y desde las propias condiciones históricas individuales y de los pueblos. Con ello iniciaremos pues un trayecto a conocer la Geneaología del Patriarcado, similar a la propuesta por Foucoult, pero desde una visión feminista. El patriarcado se encuentra a flor de piel en los libros históricos, en todos los filósofos antiguos y contemporáneos, en la academia, en la lengua, que se arraigan a los postulados Aristotélicos de nuestra inferioridad como hembras. Por tanto, militar la Pedagogía Violeta requiere hacer un bordado fino de la Epistemología del Feminismo, porque el Feminismo es una Teoría Política.
Cuando transitemos de manera individual por el camino epistemológico del feminismo, quizá tengamos que hacerlo también desde la colectividad, para apropiarnos entonces de un análisis de que hay un sistema patriarcal y capitalista que es el que debe ser erradicado, y que dicho sistema se alimenta de poder y todo poder requiere de mecanismos de violencia, miedo y opresión para perpetuarse. Será necesario entender de qué manera cada una y uno de nosotros vive fortaleciendo esos dispositivos patriarcales y qué tendremos que hacer para eliminarlos.
La Pedagogía Violeta debe hacer también un entramado indisoluble que nos permita comprender que el Capitalismo y el Patriarcado están unidos, que el primero se perpetúa desde la explotación de nuestros cuerpos y el segundo desde la opresión de nuestros cuerpos.
Para erradicar nuestras prácticas sexistas, machistas y misóginas que llevamos a cabo en lo particular y en lo público, debemos entender que existe una sumisión histórica de lo femenino, un imaginario de la mujer como encarnación del mal, un trabajo doméstico no remunerado que ha hecho florecer la propiedad privada y con ello este sistema de acumulación de riqueza que considera ínfimo todo lo que no se enmarca en lo masculinizado, heterosexual, joven, amo, blanco.
Pero que además la Pedagogía Violeta nos debe hacer entender que para la América Latina se imprime el componente indispensable de que se debe descolonizar la mirada, porque la dominación y la colonización que se ha hecho de nuestros cuerpos y territorios, debe tener también su propia historia de emancipación, que no tiene que ver con la historia de la emancipación de las niñas y mujeres occidentales, orientales, estadounidenses, etc., porque como dice el Feminismo Comunitario, las personas de la América Latina no eran consideradas “humanas” ante los ojos del conquistador, por ello necesitamos mirarnos, descolonizarnos, para caminar con nuestros pies y mirar con nuestros ojos.
Transitar la Pedagogía Violeta es un acto de resistencia, es un acto de emancipación, es un acto de amor, porque implica romper nuestras cadenas, nuestros miedos y ataduras, pero sobre todo implica reconocer un espectro de opresión y discriminación que nos constriñe en nuestra individualidad, desde la comunalidad, aunado a los privilegios que se van dando en el peregrinar de nuestra vida: clase social, etnia, edad, escolaridad, nacionalidad, estudios, religión, identidad sexual, estética, etc., componentes que este mundo ha ido fijando como ataduras para categorizarnos. Por ello la Pedagogía Violeta, propone trascender a la Utopía donde esas ataduras de opresión, discriminación y privilegio sean comprendidas como procesos históricos, como construcciones históricas y por tanto puedan ser erradicadas, porque la historia la construyen las mujeres y los hombres.
Parafraseando al gran Maestro Paulo Freire “El feminismo es un acto político y pedagógico”, por tanto, la Pedagogía Violeta es un acto político y pedagógico y representa un Bálsamo de Fierabrás que permitiría construir un mundo más justo después de la Pandemia.