En los últimos días, mucho se ha hablado en las redes sociales y en medios de comunicación sobre la posible cancelación de México en PISA (Programa de Evaluación de Estudiantes Internacionales), proyecto que coordina la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) en el que, actualmente, participa México junto con más de 70 naciones. De manera muy sucinta, describo a continuación las características básicas de este proyecto, para después señalar algunas de sus fortalezas y debilidades y terminar, argumentando por qué es importante que México permanezca en PISA.
La idea de realizar estudios comparativos de los resultados de aprendizaje es de la IEA (Asociación Internacional de Evaluación del Aprovechamiento Educativo), quien puso en práctica a principios de los años 60 del siglo pasado. Su principal idea es que los países se beneficiaran mutuamente de las mejores prácticas educativas, que implementaban los países cuyos estudiantes obtuvieran mejores resultados. Cuarenta años después (2000), la OCDE realizó la primera evaluación internacional —para países miembros de la OCDE, que después amplió a otras naciones— en las áreas de matemáticas, comprensión lectora y ciencias; evaluación que ha venido repitiendo cada tres años. Las evaluaciones de PISA no son curriculares y se centran en las competencias o habilidades para comprender, razonar y resolver problemas de la “vida cotidiana”, que logran adquirir los estudiantes de 15 años, independientemente del grado escolar que cursen. Esto obedece a que los jóvenes de esta edad ya terminaron o están por terminar la educación secundaria en todas las partes del mundo.
Las fortalezas más importantes de PISA son: 1) cada año se suman más países al proyecto con los cuales una nación se puede comparar, 2) sus pruebas de aprendizaje están elaboradas con estándares de calidad muy altos, donde participan grupos de especialistas muy reconocidos, 3) los métodos para seleccionar a muestras de estudiantes y los procedimientos para administrar los instrumentos son altamente confiables, 4) los análisis estadísticos para analizar y reportar los resultados son muy rigurosos, 5) se pueden conocer las tendencias de los resultados de aprendizaje de cada país, 6) los informes trianuales se enfocan tanto a la comparación entre países, como a los resultados de cada país y 7) los informes van acompañados de recomendaciones de mejora educativa para cada nación y pueden servir como base para fundamentar o cambiar políticas y programas de gobierno, así como para rendir cuentas a la sociedad.
Las debilidades más importantes del proyecto son: 1) los instrumentos se diseñaron para estudiantes de países industrializados (miembros de la OCDE), cuyos estándares educativos son considerablemente altos y poco viables para los países en vías de desarrollo, 2) las preguntas que conforman los exámenes son, igualmente, más pertinentes para los estudiantes que viven en las ciudades y menos para los que viven en zonas rurales, 3) en los comités de especialistas de PISA están subrepresentados los países en vías de desarrollo, 4) si bien la OCDE asegura que las competencias que mide PISA son esenciales para el éxito en el mundo laboral de los futuros profesionistas, hay dudas muy bien sustentadas de si esto es cierto para todos los países y contextos sociales, 5) se ha criticado que las recomendaciones de PISA para los países se basen en los resultados de un solo instrumento que solo mide tres áreas escolares, dejando otras de igual importancia (ej.: historia, geografía, educación cívica, formación artística), 6) los cuestionarios que se aplican junto con las pruebas no tienen la misma calidad que las pruebas de aprendizaje, por lo que presentan serias limitaciones para hacer comparaciones entre países, 7) los resultados de PISA se utilizan con mucha frecuencia solo para hacer rankings y no para mejorar los procesos educativos de una nación, esto promueve el efecto perverso en las escuelas de enseñar-para-la-prueba y 8) muchos especialistas cuestionan que la OCDE dicte políticas educativas a nivel mundial, que no está entre sus funciones y responsabilidades.
Finalmente, es benéfico para todos los países contar con evaluaciones internas y externas, tanto en educación como en otros ámbitos de la vida de un país. Por el momento, México no ha definido si continuará con las pruebas PLANEA (desarrolladas por el INEE) o si iniciará el desarrollo de una nueva generación de evaluaciones. De ser éste el caso, tardaría cuando menos un par de años en contar con una nueva generación de evaluaciones nacionales. Si, en este momento de la pandemia, se abandona el proyecto PISA, nos quedaríamos como el capitán de un barco que pierde su brújula en una tormenta: navegando en un mar incierto sin instrumentos que lo lleven a buen puerto.
@EduardoBackhoff