Problemas que Enfrenta la Educación Superior en México
- Pluma invitada
- 28 octubre, 2021
- Opinión
- arturo jimenez cruz
Arturo Jiménez Cruz
Entre los problemas que enfrenta la educación superior en México y que no han sido suficientemente abordados por las políticas de educación superior en nuestro país se pueden considerar los siguientes: 1) insuficiente compensación presupuestaria al aumento sustancial de la matrícula, 2) incesto académico, 3) la globalización del conocimiento, 4) las evaluaciones de licenciaturas, postgrado, programas institucionales, sistema nacional de investigadores y proyectos de investigación; 5) el financiamiento.
La necesidad de la apertura de nuevos programas académicos y del aumento de la matrícula, para cubrir la demanda de educación superior no se apoyó con un financiamiento compensatorio suficiente, por lo que la política de contratación de profesores en los noventas y los 2000, continuó con la inercia de los años setentas y ochentas, pero con menos presupuesto por alumno. Aunque se establecieron criterios para la distribución del presupuesto, las universidades con menos presupuestos estuvieron en desventaja. Se debe añadir la mala utilización de los recursos por parte de algunas universidades, con esquemas como el de la estafa maestra con el gobierno federal o mediante colusiones con los gobiernos de los estados, que provocaron fugas importantes de recursos destinados a la educación superior. Lo que aumentó las brechas en el financiamiento absoluto y relativo entre las universidades.
El incesto académico (IA), basado en el principio de la inmovilidad institucional y que significa que solamente los graduados de una universidad son contratados por la misma universidad donde se graduaron.
En los Estados Unidos, en las universidades de investigación, incluso en Harvard, los graduados usualmente trabajan en otra universidad durante algunos años, y si demuestran capacidad, son contratados por la universidad donde se graduaron, pero se trata de una minoría que no llega al 10% de sus académicos con base. Este es un buen referente de la universidad clasificada como la primera del mundo en la clasificación de Shanghái.
Diversos estudios se han realizado para valorar el impacto del IA y se ha observado menor productividad académica y una alta involucración en procesos administrativos de los productos de este IA; tienen menos productividad en la literatura internacional, tienden a colaborar menos con académicos de otras instituciones, y cuentan con un índice H (relacionado con las citas) 89% menor que los que no son productos del mismo.
Algunos sugieren que esta práctica fue benéfica al principio, lo que pudo ayudar a construir rápidamente una cohesión de equipos de académicos, mejoró la capacidad de conocimiento, promovió el reforzamiento de la identidad institucional y nacional, el sentido de pertenencia, y fue útil para proveer estabilidad organizacional.
Este proceso de IA sucedió en la mayoría de universidades mexicanas en los estados, que surgieron o crecieron rápidamente en los años 70 y 80´s, como consecuencia de la política de desconcentración obligada por los sucesos de 1968 y 1971. Aunque quienes fueron contratados en esa época por las universidades de los estados, al provenir la mayoría de la UNAM, solían repetir las prácticas de IA, como la formación de grupos para ocupar puestos administrativos y las prácticas de contratación y permanencia de profesores de la máxima casa de estudios.
Además de las debilidades heredadas, en las universidades de los estados se sumaron las propias originadas por los intereses de los grupos de poder local.
Lo anterior no significa que todos los productos de IA son necesariamente negativos, sino que se debe buscar un equilibrio entre profesorado proveniente de otras y de la propia institución; esta relación debería estar determinada por cada institución de acuerdo a sus características, pero partiendo de un referente mínimo que debería aplicarse para todas las unidades y programas académicos.
Otro problema que han enfrentado las instituciones de educación superior es la globalización del conocimiento y se ha expresado por una insuficiente capacidad de los profesores y administradores productos del IA para responder con efectividad a una demanda global de flexibilidad en los estudios, la apertura necesaria al conocimiento mundial difundida principalmente en el idioma inglés, el dinamismo en la generación y transmisión del conocimiento, para lo que se requieren herramientas de análisis crítico y la necesidad de desarrollar el pensamiento crítico, inhibido por la política orientada a priorizar el control de las universidades y a la política de concentración con los productos del IA que pretendía prevenir la contratación de profesores que no fuesen afines a los grupos de poder.
Otro problema que no se ha querido enfrentar es el resultado de los efectos producidos por los comités evaluadores o dictaminadores de los programas institucionales, los proyectos de investigación, del sistema nacional de investigadores y de los programas de posgrado, que ha favorecido a las instituciones nacionales.
Capítulo aparte han sido los Consejos acreditadores de licenciatura, caracterizado por cuotas excesivas que deben pagar las instituciones públicas a partir del presupuesto gubernamental federal y estatal, así como los alumnos de las universidades privadas. En ambos casos se han creado, grupos de poder privado que influyen en las políticas de educación pública, con interés principalmente comercial, y que han pervertido a los evaluadores, usualmente ex funcionarios, con fuentes adicionales de ingresos. Otras asociaciones privadas se han creado, tipo ¨outsourcing¨ para que un selecto grupo de investigadores tengan fuentes adicionales de ingreso, provenientes del presupuesto público.
En el financiamiento para los proyectos de investigación, el esquema de evaluación privilegió a las universidades más antiguas y con mayor presupuesto absoluto, es decir aquellas de donde provienen la mayoría de los profesores de las universidades estatales.
Algunas investigaciones sugieren que la trasparencia en las políticas de reclutamiento de profesores, la movilidad, la internacionalización y los procesos basados en evaluaciones internacionales, como la clasificación de Shanghái, pueden revertir estos procesos.
Los resultados del IA, han sido positivos para lograr un control de las universidades en los estados y para la obtención de ingresos adicionales de un selecto grupo de académicos, pero no han sido efectivos cuando se evalúan los principales indicadores utilizados en la jerarquización de universidades.
México en Scimago no ha mejorado su posición en los últimos años en los que se refiere a producción de documentos, ocupa el lugar 28, mientras España el 11 y Brasil el 14. En el índice H, México ocupa el lugar 35, y en citas por documento de investigación producido, México baja al lugar 144, en una posición menor que la que ocupan otros países del continente como Venezuela, Honduras, Perú, Jamaica, El Salvador, Argentina, Chile, Guatemala, Uruguay, Haití, Nicaragua, Costa Rica, Bolivia, Puerto Rico, Panamá, y Belice.
Esto es el resultado de las políticas hacía la ciencia y la educación superior de los últimos 25 años, en la que se incluye el programa del sistema nacional de investigadores, el programa nacional de postgrado, el foro científico, las convocatorias de financiamiento a proyectos de investigación, los programas de apoyo a las empresas, los programas de estímulo a los profesores, etc.
En la clasificación de Shanghái, la UNAM, está ubicada entre la 201 y 299 universidades del mundo y el IPN, entre la 501 y 600, pero ninguna otra universidad de México se ubica entre las primeras 1000 y ninguna disciplina en una universidad mexicana se ubica entre las primeras cien del mundo. En contraste, la UCSD, fundada en 1960, está en el lugar 18 del mundo y es la segunda mundial en oceanografía; la UC Irvine, fundada en 1965 está en la 70 del mundo y ocupa el lugar once en educación en el ámbito mundial; el sistema público de las universidades de California tiene nueve universidades entre las primeras 500, incluyendo el de UC Merced, fundada en 2005; la Universidad Autónoma de Barcelona, fundada en 1968, está entre la 201 y 300 y en ciencias veterinarias está en el séptimo del mundo, en geografía se encuentra en el lugar 36 y en otras cinco disciplinas se ubica entre las primeras 100; la universidad del país Vasco, fundada en 1980, está entre la 301 y 400; la Universidad Pompeu y Fabra fundada en 1990, está en el lugar 22 en Salud Pública en el mundo, en Economía en el lugar 40 y en otras cuatro disciplinas se ubica entre las primeras 100; Israel cuenta con tres universidades entre las primeras 100 y seis entre las primeras 500, y en ninguno de esos países existe un sistema nacional de investigadores.
Algunas características de esos países que hacen que su política hacía la educación superior y el desarrollo de la ciencia y tecnología sea superior al nuestro son: 1) no existe el centralismo para el financiamiento de la investigación, la asignación de presupuesto, la evaluación de programas de postgrado, ni los proyectos de investigación; 2) sobretodo en California tienen una política contra el IA; 3) la brecha en el financiamiento público entre las universidades no es tan grande como en México y 4) el sistema de financiamiento entre universidades es menos heterogéneo; 5) no existen universidades de carácter nacional que concentren más de 20 veces el presupuesto que el promedio de las que no lo son, incluyendo las universidades autónomas de los estados, las universidades interculturales, la universidad abierta y a distancia, los institutos tecnológicos, las universidades tecnológicas y las politécnicas.
En México, el financiamiento de las universidades nacionales lo otorga el Congreso de la Unión, mientras que para las universidades de los estados los otorga el gobierno federal y el gobierno estatal. Las universidades de los estados deben negociar su presupuesto y recursos extraordinarios con la Subsecretaría de Educación Superior y con los gobernadores. Las políticas como la de la estafa maestra o la falta de cumplimiento en el pago que algunos gobernadores han hecho para no cumplir con sus obligaciones ha afectado de manera significativa el desarrollo de las universidades estatales.
El presupuesto que tienen los estados en México, no les permite hacer una política suficiente, fuerte y autónoma para el desarrollo de la educación superior e investigación de cada estado, como se lo puede permitir el estado de California, que cuenta con tres sistemas públicos de educación superior, el de las Universidades de California, el de las universidades estatales del estado, y el de los “ Colleges”, todos financiados principalmente con presupuesto del estado. Con el presupuesto de los estados en México, tampoco se podría hace una política de financiamiento a las universidades y apoyo a la investigación como lo ha hecho Catalunya para tener seis universidades entre las primeras 1000 del mundo, o el país vasco, quienes han contratado a profesores distinguidos con el premio Nobel para fortalecer su planta académica.
Es urgente una trasformación de las políticas y formas de financiamiento para el desarrollo e impulso de las universidades e instituciones de investigación, que evite la centralización, la brecha que existe del financiamiento a las universidades de los estados y a las instituciones públicas de carácter nacional, que se transparente el gasto (no solamente su programación), por programa académico en todas las instituciones, que se supervisen y se hagan públicos todos los recursos y su distribución, para que puedan opinar los contribuyentes.
Existen referentes con mejores resultados en el mundo que los que están dando las universidades mexicanas, incluyendo la UNAM y el IPN.
Para transformar la política de educación superior, disminuir las brechas entre las universidades, tener resultados más competitivos en el ámbito internacional, coadyuvar al desarrollo económico y social del país, establecer formas de financiamiento más equitativas y eficientes se requiere una visión diferente a la vigente.