Tres libros que te marcaron en pandemia

Javier Tolentino García

A finales de cada año se realiza la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y los mexicanos recordamos la torpeza política de Enrique Peña Nieto cuando no pudo citar los tres libros que lo marcaron en su vida. He aquí el momento de la ignominia, para quien lo desee rememorar: https://www.youtube.com/watch?v=AsNRQM_qzbw

En las semanas posteriores a este hecho se publicaron diversos textos donde los autores analizaron esta situación y algunos expusieron su propio listado de libros. En lo particular, tuve varias respuestas desde diversos ángulos: el profesional, el de la literatura, el espiritual, de la motivación, los biográficos, entre otras tipologías. Pero, en la exigencia de mencionar tres, me decanté por: Hace falta un muchacho, de Arturo Cuyás; La educación bancaria de Paulo Freire y El poema pedagógico de A. S. Makarenco, por mencionar la década de los 15 a los 25 años de edad.

Hoy, cuando han pasado más de dos decenas de meses con la sindemia del Coronavirus, ante la necesidad de avizorar el futuro, sobre todo en lo referente al regreso a las aulas universitarias, preguntarse por los libros que nos marcaron durante el confinamiento, parece oportuno para identificar referentes coadyuvantes en el diseño de las hojas de ruta, siempre siguiendo a Morín respecto de una educación para la incertidumbre.

  • Expandir la universidad más allá de la enseñanza remota de emergencia. Ideas hacia un modelo híbrido post-pandemia de Hugo Pardo Kuklinski y Cristóbal Cobo (2020). Aparte de los capítulos trazados para los docentes y estudiantes, plantean dos apartados: para los gestores de la interfaz del campus y para los gestores relacionados con la apropiación tecnológica. Impacta el preámbulo dónde la interrogante ¿Y si hubiéramos empezado antes de empezar?, nos ubica cronológicamente en el año 2000 donde ya el conocimiento circulaba a través de lo digital, aún más, años atrás ya había textos sobre la Sociedad en Red (Manuel Castells), lo cual indica el tiempo perdido. 

Al inicio del 2022, las instituciones de educación superior que siguen sin poder responder o adaptarse a las restricciones sanitarias para lograr los aprendizajes de manera remota, sin duda, formulan una imagen de estancamiento o retroceso. Los autores ayudan a pensar cómo deben ser las universidades al resignificar su relación con el aprendizaje a distancia y la incorporación de la virtualidad. Es inspirador y concreto para ir por lo mejor de ambos mundos: lo presencial y lo remoto.

  • Pensar más allá de los límites. Perspectivas sobre los futuros de la educación superior hasta el 2050. Por UNESCO IESALC (2021). En primer lugar, es un texto que parte de un enfoque prospectivo, que dicho sea de paso es una metodología olvidada o estancada en la educación superior. Es un informe de una primera fase de un proyecto sobre los futuros de la educación superior en América Latina y el Caribe con el objetivo de “repensar la educación y dar forma al futuro”. Presenta las respuestas de 25 expertos a dos preguntas: cómo le gustaría que fuera la educación superior en el 2050; y, cómo podría contribuir la educación superior a tener mejores futuros para todos en 2050. No se identifica un único camino a seguir sino múltiples vías prometedoras para formular políticas y estrategias.   

Considero que los apartados sobre dar forma a los propósitos de la educación superior y el diseño de una educación superior para todos; pueden posibilitar una reflexión al interior de las instituciones. La creación y difusión del conocimiento, la diversidad intercultural, la solidaridad, la sustentabilidad, la interdisciplinariedad y la dimensión humana, los conocimientos pertinentes en el contexto, la reducción de la brecha digital, el aprendizaje en red, la internacionalización, la flexibilidad y la personalización, entre otros aspectos, sin duda deben impactar la actualización de los modelos educativos universitarios, cuyo epicentro del sismo fue el Coronavirus.  

  • Repensar nuestros futuros conjuntamente, un nuevo contrato social por la educación. La UNESCO conformó una Comisión Internacional sobre el Futuro de la Educación y publicó en noviembre del 2019 un informe en el cual señala que todo nuevo contrato social debe basarse en los principios que sustentan los derechos humanos: inclusión, equidad, cooperación, solidaridad, responsabilidad colectiva e interconexión; y deberá regirse por los dos principios fundamentales: garantizar el derecho a una educación de calidad durante toda la vida; y, reforzar la educación como bien público y común. ¿Podremos las universidades concretar esto? El futuro inmediato lo dirá.

El apartado “Entre las promesas del pasado y las incertidumbres del futuro”, sin duda, se convierte en el punto de partida para la discusión colectiva al interior de las universidades. Allí se plantea que la agravación de las desigualdades sociales y económicas, el cambio climático, la pérdidade biodiversidad, un uso de los recursos que sobrepasa los límites planetarios, el retroceso democrático y las tecnologías de automatización disruptivas son las características de nuestra coyuntura histórica actual. Aunque, mirar hacia el futuro nos pone frente a un cuadro aún más sombrío, sin embargo, son posibles múltiples futuros alternativos, con transformaciones disruptivas en diversas esferas clave, entre ellas: Las tecnologías digitales encierran un enorme potencial de transformación, pero aún no hemos descubierto cómo hacer realidad sus numerosas promesas; La pedagogía debería organizarse en torno a los principios de cooperación, colaboración y solidaridad; Los planes de estudios deberían hacer hincapié en un aprendizaje ecológico, intercultural e interdisciplinario que ayude a los alumnos a acceder a conocimientos, y producirlos, y que desarrolle al mismo tiempo su capacidad para criticarlos y aplicarlos. 

Dejando atrás la “universidad de papel” en palabras de Luis Porter, respecto de los planteamientos de cambio, reforma o innovación, la idea de identificar los textos anteriores, seleccionados por su contenido macro, es con el propósito de insistir en no regresar del confinamiento a la misma universidad, sino a una donde nos preguntemos por el futuro, y nos dispongamos a forjarlo, en palabras de la UNESCO, pacífico, justo y sostenible, y ante ello, por enésima vez, se vuelve a concluir que es necesario transformar la educación, donde la inversión en cosas (recursos materiales) no aparece en primer lugar, concordando con las propuestas de Rosa María Torres..

Desde los valores de la justicia social, siguiendo las enseñanzas de P. Latapí, sin duda, los textos orientadores durante la pandemia para la construcción del regreso podrán ser aquellos que nos indiquen la crisis actual, los indicadores de la pobreza del aprendizaje, respecto de su calidad y efectividad, de las pérdidas del aprendizaje, por supuesto, desde su impacto presente y futuro en el PIB, en el marco de las desigualdades que ya existían y que se han profundizado. Las respuestas o sustitutos de la educación remota, si bien no se niega su potencial, todavía están lejos de ser innovaciones ante la brecha digital.

 

Vivimos en un mundo de apariencias,

y los que dirigen la educación superior así lo perciben y lo asumen,

y quizás por eso se preocupan tanto por promover la simulación…

 

Luis Porter

 

Facebook Comentarios

Leave A Comment