¿Es ridículo reprobar a los niños? El Acuerdo 11/03/19

En su más reciente video (https://www.youtube.com/watch?v=EQciCdNgoZY), el Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, afirmó que es ridículo “reprobar” a los niños, ya sea por sus faltas de asistencia en preescolar o, en primero y segundo de primaria, por diversos problemas que se pueden presentar durante su formación en estos grados escolares y, por tal motivo, “sugiere”, para el primer caso, una reprobación a los padres de familia puesto que es su responsabilidad llevar a sus hijos a la escuela y, para el segundo, un acompañamiento personal (supongo del docente) para atender las problemáticas que viven los pequeños (supongo, en sus respectivos hogares).

Lo anterior, derivado de lo que él llamó: “una crítica en las redes sociales” sobre las disposiciones normativas contempladas en el Acuerdo 11/03/19, por el que se establecen las normas para la evaluación del aprendizaje, acreditación, promoción, regularización y certificación de los educandos de la educación básica, publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF), hace unas semanas.

Pues bien, el pasado 2 de abril, a través de este espacio y otros, en donde tan amablemente me abren sus puertas para publicar algunas reflexiones en torno al tema educativo, abordé este tema, pensando en primera instancia, en lo que pasaría con los clubes escolares implementados a partir del Modelo Educativo 2017 y, en segunda, sobre los lineamientos que habrán de seguir los maestros y maestras, para evaluar el aprendizaje de sus alumnos. Debo reconocer que esta última parte, no lo hice a profundidad; sin embargo, dada la relevancia del tema que hoy nos ocupa, les dejo algunas ideas sobre ese Acuerdo y, desde luego, considerando las declaraciones realizadas por el Secretario. Veamos.

En el mencionado acuerdo se señala que:

  1. a) Cambian los criterios de acreditación. En preescolar se acredita sólo por cursar el grado correspondiente. En primaria, para 1º y 2º grados, al igual que en preescolar, solo por cursar el grado correspondiente; en 3º, 4º y 5º, sólo con asistencia mínima del 80%, promedio mínimo final, en el grado escolar, de 6 y calificación aprobatoria en al menos 6 asignaturas del componente curricular campos de formación académica, y las áreas de artes y educación física del componente curricular áreas de desarrollo personal y social, cursadas; para 6º, sólo con asistencia mínima del 80% y promedio final mínimo de 6, en todas las asignaturas del componente curricular campos de formación académica, y las áreas de artes y educación física del componente curricular, áreas de desarrollo personal y social, cursadas. En secundaria, 1º y 2º grado, se podrá acreditar con la asistencia mínima de 80%, promedio final en el grado mínimo de 6 y calificación aprobatoria en al menos 6 asignaturas del componente curricular, campos de formación académica, y las áreas de artes y educación física, del componente curricular áreas de desarrollo personal y social, cursadas. El 3º de secundaria se acreditará al tener, un mínimo de 80% de asistencia y un promedio final mínimo de 6 en todas las asignaturas, del componente curricular campos de formación académica, y las áreas de artes y educación física, del componente curricular áreas de desarrollo personal y social, cursadas.
  2. b) Cambios en los criterios de promoción, sobre todo en educación primaria, al establecer que, deberán promoverse los estudiantes simplemente con haber cursado el 1º y 2º grado, por lo que éstos, deberán ser promovidos al 3º. Y, en secundaria, el alumno de 1º y 2º grado, una vez cumplido lo que señala el artículo 11, fracción III, inciso b), deberá ser promovido al 3º.

Lo expuesto, parece ser el tema que le ocupó al Secretario de Educación y que lo llevó a difundir el video; no obstante, algunos colegas, como Ángel Díaz Barriga, en sus redes sociales, publicaron algunas ideas relacionadas con dicho tema (los invito a leerlo); no obstante, desde mi perspectiva, tanto el video como el Acuerdo al que he hecho referencia, ponen en el centro del debate nuevamente el quehacer docente que cada uno de los profesores desarrolla en sus respectivos centros de trabajo. Esto, porque por un lado al maestro como tal, se le deposita una responsabilidad que no le es ni ha sido reconocida y valorada como debiera, pero sí muy exigida: la formación de sus alumnos; y por el otro, el aprendizaje que de esa formación se desprende.

¿Formación no es lo mismo que aprendizaje? Como bien sabemos, la primera es más amplia, incluye aspectos que si bien es cierto son parte de ese aprendizaje, van más allá de las aulas escolares, por ejemplo, los problemas que suceden en casa o lo que su entorno le presenta cotidianamente como un hecho objetivado y que, sin el tratamiento que la escuela le brinda a través del docente, pude ser aprendido y aprehendido de forma incorrecta. En este sentido, bien valdría la pena preguntarse si el alumno va a la escuela a formarse y aprender; desde luego, la respuesta es inequívoca, asiste a ambas cosas. La diferencia radica en lo que brevemente le he expuesto y cuya responsabilidad recae en el maestro o maestra.

¿Cuántos niños no asisten a la escuela porque sus padres son comerciantes y los días viernes, sábados, domingos y lunes los apoyan en la venta de sus productos?, ¿cuántos niños no asisten a la escuela porque sus padres no tienen empleo y ni para el pasaje tienen?, ¿cuántos niños no asisten a la escuela porque sus abuelos se han hecho cargo de sus nietos dado que sus padres emigraron a Estados Unidos?, ¿cuántos niños no asisten a clases porque tienen que trabajar para apoyar económicamente en casa? En fin, son muchas las preguntas y, con seguridad, muchas las respuestas.

Si bien es cierto que éstas son dificultades que se viven en las escuelas, también es cierto, que no ha habido una política pública que atienda las problemáticas sociales y económicas que viven cientos de familias en nuestro país. Pensar en que los padres tendrían que estar “reprobados” porque no llevan a sus hijos a las escuelas, es simplista. Habría que pensar y repensar los niveles de desempleo que existen en México o, bien, los millones de mexicanos que viven en pobreza y pobreza extrema. ¿Algo podría hacerse al respecto? No lo dudo, pero esa no la responsabilidad del profesorado o, acaso éste, por más que hable con los padres de familia, los concientice sobre la importancia de la escuela y los sensibilice en cuanto a la responsabilidad que tienen para sus hijos, ¿les dará el recurso económico necesario para que los niños, sus hijos, asistan a la escuela, bien desayunados y con todos los materiales requeridos?

Ahora bien, se habla de un acompañamiento personal del profesor hacia los alumnos que no asistan con regularidad a la escuela; al respecto, ¿sabrá el Secretario cuántos niños hay en cada aula de cada institución educativa? Ciertamente hay importantes variaciones entre contextos y regiones del país, pero ¿cómo dar un acompañamiento personal si en muchas escuelas el número de alumnos rebasa los 30 o 35 o bien, las exigencias administrativas (burocráticas) hacia los maestros estrangulan su quehacer docente? No niego que parte de su papel como docentes, es hacer uso de la pedagogía y de las estrategias (didácticas) para que sus alumnos aprendan, a pesar de que éstos no asistan a la escuela; sin embargo, esas cuestiones pedagógicas y didácticas son, muchas veces rebasadas, por algunas de las cuestiones como las que he expuesto.

Finalmente, si hacemos un comparativo entre los distintos Acuerdos que se han publicado en esta materia, las variaciones son significativas; sin embargo, ¿cuáles han sido los resultados que se han obtenido con dichos cambios a los Acuerdos?, ¿cómo está la educación en México?, ¿cuál ha sido la capacitación, actualización y profesionalización que han recibido los maestros para que su trabajo sea mucho mejor del que ya vienen realizando? Sí, esta última pregunta, cobra singular relevancia porque en el sexenio pasado, el dinero que la Secretaría de Educación tenía destinado para ello, fue “bien” trabajado para posicionar la imagen de la reforma educativa y de Aurelio Nuño.

En suma, no es ridículo reprobar a los niños; éstos deben seguir con su formación escolar desde que ingresaron a la escuela, aún y a pesar de las dificultades que pueden o no vivir en sus hogares y contextos; no obstante, esa formación debe incluir entre otras cosas, una escuela debidamente equipada, con profesores altamente capacitados, con directivos que asumen su papel, con autoridades educativas que entiendan la importancia de la educación, y con una participación activa de los padres de familia puesto que éstos deberían contar con un empleo seguro, bien remunerado, y con el tiempo suficiente para asistir a los centros escolares de sus hijos.

Vaya, lo que es ridículo, es que se hayan realizado una serie de foros para que se conociera las problemáticas que viven cotidianamente los docentes y padres de familia, y muy poco, pero poquísimo, se haga al respecto. Eso, desde mi perspectiva, sí es ridículo, no el que se ponga en el centro del debate y (per) juicio (otra vez), el papel del maestro.

Facebook Comentarios

Leave A Comment