Las escuelas privadas y la necesidad de regresar al modelo presencial

Fidel Ibarra López 

Parto de la siguiente interrogante: ¿hay necesidad de regresar al modelo presencial? La respuesta, es sí. Y esa necesidad se instala en dos niveles: en primer lugar, los padres de familia están cansados. Así lo demuestra la evidencia empírica a la que hemos tenido acceso. En segundo lugar, la necesidad tiene que ver con las propias escuelas, sobre todo en el caso de las escuelas privadas. Y es aquí donde orientamos el análisis en el presente texto. 

¿Por qué necesitan regresar al modelo presencial las escuelas privadas? La respuesta es evidente: por una cuestión de orden académico y, sobre todo, de orden económico. Al desarrollarse un proceso de educación a la distancia -por el confinamiento a la que nos ha orillado la pandemia-, donde el salón de clases se ha trasladado a la casa de cada uno de los alumnos, más de algún padre de familia no ve la diferencia de desarrollar ese proceso en una escuela pública en lugar de una escuela privada. Y, por ende, la migración hacia el sistema público ha significado un golpe importante para las escuelas privadas. Por tanto, se apela al regreso al modelo presencial para poder sostener la matrícula, porque es este modelo donde la escuela privada marca la diferencia con respecto a la escuela pública. 

Sin embargo, aquí es donde se instala el debate. ¿En serio se va a poder regresar al modelo presencial? En realidad, esta interrogante me parece que está rebasada. La realidad que nos está planteando la pandemia, no permite tener una seguridad sobre un posible regreso a la modelo presencial en lo que resta del actual ciclo escolar. En todo caso, la pregunta no es si se va a regresar, sino cómo. Y en ese cómo se pone en juego el futuro de la educación privada en México, porque representa la vía para sobrevivir en el mercado. Y ese cómo tiene que ver, en concreto, con el modelo educativo con el que se va a regresar. 

Sin embargo, no observo que el acento se ubique en este aspecto. Más bien, se apela al regreso al modelo presencial y se antepone, para tal efecto, que se salvaguardarán todas las medidas sanitarias. Pero ¿y si no se puede regresar al modelo presencial con la totalidad de los niños que integran un grupo -por cuestiones sanitarias- y se tenga que optar, en cambio, por un regreso de forma escalonada donde unos niños tengan que tomar clases de forma presencial y otros a la distancia? O bien, que un padre de familia no quiera enviar a sus hijos a la escuela, por motivos de salud, ¿podrán las escuelas privadas continuar el proceso de enseñanza con esos niños? Lo anterior son preguntas básicas -o simples, si se quiere-, pero para el plano logístico de las escuelas, son preguntas de fondo que conllevan incluso, un proceso de innovación educativa.  

¿Innovación en qué sentido? En varios aspectos, señalo por lo menos cuatro: a) En la concepción sobre los fines de la educación; b) En el marco organizativo de la escuela; c) En el marco pedagógico; y con esto, en el marco didáctico; y d) En la infraestructura de la escuela. Estos cuatro aspectos, en términos reales implican la configuración de un modelo educativo y, por ende, de un modelo pedagógico. 

Pensar entonces en regresar al modelo presencial como única vía para mantenerse en el mercado, se observa en una primera instancia, como un error estratégico para la escuela. No está ahí la respuesta, porque no vamos a regresar a las mismas condiciones que conocimos antes de la pandemia. Esto ya cambió y no hay posibilidad de retorno. En ese sentido, la clave está en configurar un modelo educativo con el cual se pueda retornar a clases bajo las condiciones que nos impone la pandemia; es decir, en un modelo donde se tenga que realizar una clase con una parte de los alumnos de forma presencial y otros a la distancia, pero vinculados de forma sincrónica. Esta modalidad de clase híbrida es posiblemente el futuro de la clase presencial. Y es también, posiblemente, la vía para mantener viva a la clase presencial. 

Entiendo que se alcen voces desde la educación privada demandando el “fin del confinamiento” y el regreso a la clase presencial. Y que incluso amenacen con hacer uso de la figura del amparo para hacer efectivo el regreso a las escuelas -como lo señaló el presidente de la Asociación Nacional de Escuelas Particulares-; pero esa vía no resuelve el problema de fondo de las escuelas privadas, porque es una medida que solventa una situación crítica en el corto plazo, no en el mediano y largo plazo. 

La salida está en la configuración de un nuevo modelo educativo híbrido. Y cada escuela habrá de constituir el suyo, de acuerdo con sus propias capacidades. Haciendo un símil con el tema de la pandemia y la vacuna, el modelo híbrido es la vacuna para que las escuelas privadas se puedan mantener en pie en las actuales condiciones. 

Quien no lo entienda de esta forma y quiera mantenerse en la idea de regresar a las condiciones del modelo presencial del 2019, que siga ese camino. Pero en el mediano plazo, estará en desventaja para enfrentar la complejidad que se avecina. 

Cierro con lo siguiente: para situar en perspectiva la complejidad, hay que observar lo que está planteando Google para la educación básica. Este gigante tecnológico tiene a la mano, la posibilidad de configurar el futuro del aula en el mundo. Y aquí nos seguimos preocupando por el retorno al modelo presencial. 

El mundo cambió y no terminamos por aceptarlo todavía. 

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fidelibarralopez@gmail.com 

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