#VozDelProfe – Importancia del título y cédula profesional en el ámbito laboral

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Dra. Gloria Esther Trigos Reynoso*

Más allá de considerarse un trámite administrativo, cansado y costoso, la obtención del título profesional, su registro en el Padrón Nacional de Profesionistas y el contar con la cédula profesional respectiva, es una forma de demostrar que se ha concluido la etapa de estudiante de grado. De que se ha cerrado un ciclo para iniciar otro, el de la inserción laboral, en el que hay que informar a la sociedad qué formación tenemos y respaldarla con los documentos mencionados.

Al respecto, en la Gaceta Parlamentaria, Número 4242-IV del jueves 26 de marzo de 2015, en la exposición de motivos de una iniciativa que reforma el artículo 243 del Código Penal Federal, está documentado:

“Para el caso de México, la cédula profesional expedida por la Secretaría de Educación Pública, es el documento indispensable e idóneo para que un profesionista se ostente como es. Para obtener dicha licencia es necesario que el ciudadano haya cursado una carrera universitaria y haber aprobado los exámenes correspondientes, para posteriormente solicitar a la Dirección General de Profesiones el permiso correspondiente que lo ampare como perito en la materia que pretende desempeñar y cumpliendo los requisitos de ley.

La expedición de la cédula profesional es de vital importancia para la sociedad mexicana, por lo tanto es un tema de interés público que debe regularse con detalle”.

De acuerdo con la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), en términos legales es forzoso obtener la cédula en todos los programas de estudio superior, pero en la práctica hay disciplinas en las que los egresados comienzan a trabajar sin la necesidad del documento.

Por otra parte, la Ley del Ejercicio Profesional en el Estado de Tamaulipas (Reforma POE No.48 19-04-2012) en su título segundo, comprende propiamente la regulación del ejercicio profesional. Dentro de sus disposiciones generales establece que “se entiende por profesionista la persona física que habiendo cursado y aprobado las materias del plan de estudios de la carrera respectiva, prestado el servicio social y obtenido el título que lo acredita como tal de una institución de enseñanza superior reconocida oficialmente, se encuentra facultado para prestar servicio profesional”; asimismo, “cédula profesional, (es) el documento expedido por el Departamento de Profesiones y Legalizaciones de la Secretaría General de Gobierno, con efectos de patente para ejercer alguna de las profesiones a que se refiere el Artículo 5º de esta Ley en el Estado de Tamaulipas” señalando en el capítulo segundo que “las disposiciones de la Iniciativa que se refieren a la expedición de la Cédula Profesional en el Estado quedarán suspendidas, en tanto continúa vigente el Convenio celebrado con la Federación para tal efecto” debiendo el profesionista, inscribirse en el padrón del Estado para facilitar que la Secretaría General de Gobierno, cuente con una relación de los profesionales debidamente acreditados.

Ante este marco legal que acredita al Título y Cédula Profesional para ejercer distintos cargos públicos y empleos, nos preguntamos ¿a qué se debe que una vez concluidos los estudios de grado, no se procede a la titulación?, ¿los egresados sin título y cédula profesional tienen las mismas oportunidades en el campo laboral?, ¿tienen la misma remuneración por su trabajo?, ¿por el hecho de que algunos cuantos logran un buen empleo, sin contar con título y cédula profesional pero sí con excelente recomendación o relaciones sociales, se debe desestimar el valor de esos documentos?, ¿cómo se demuestra formalmente, la formación académica recibida en una institución de educación superior?, ¿qué están haciendo las instituciones educativas para reducir la brecha existente entre el número de egresados y el de titulados?.

En definitiva no se puede atribuir a sólo negligencia o desidia de los egresados en cuanto a cerrar el ciclo de formación de estudios superiores. En cambio, mucho pueden hacer las instituciones para invertir este orden de cosas al contar con información clara, y sobre todo oportuna, acerca de las causas que impiden realizar dicho trámite.

Por ejemplo, en el acercamiento que tuvimos con las primeras dos generaciones de becarios PRONABES (2001-03), en lo sucesivo G01-03, y considerando que este grupo es representativo de la población estudiantil en general, se pudo detectar que un factor que afecta el trámite de la titulación es que el alumno tenga algún tipo de traslado, sobre todo de ciudad, como se muestra en la Tabla N°1.

 

Tabla N°1. N° de Becarios por Titulación y Tipo de Traslado. UAT. G01-03

Titulados Tipo de Traslado Total
Sin traslado Foráneo Local
468 48 3 519
No 325 61 4 390
Deserción 176 60 8 244
Total 969 169 15 1153

 

Se observa en estos datos que mientras la mayoría de los becarios que no se trasladan se titula, la mayoría de los becarios con algún tipo de traslado, no se titula o deserta. Estos resultados se ven fortalecidos al encontrar que existe una relación altamente significativa entre las variables: traslado y titulación.

Profundizando un poco más en la titulación, se puede observar en la Tabla N°2 qué sucede con relación a las opciones que prefieren los becarios que se trasladan y cuáles, los que no se trasladan.

Tabla N°2. N° de Becarios por Opción de Titulación y Tipo de Traslado. UAT. G01-03.
Opción de Titulación Tipo de Traslado Total
Sin traslado Foráneo Local
Curso 187 30 1 218
Promedio 125 10 1 136
EGEL 82 3 1 86
Examen Gral. de Conoc. 37 1 0 38
Materias de Maestría 21 1 0 22
Tesis 16 3 0 19
No titulado 325 61 4 390
Deserción 176 60 8 244
Total 969 169 15 1153

 

Se puede apreciar que el grupo de becarios que no se traslada conserva un patrón similar a los que se trasladan, en la mayoría de las opciones; sin embargo, se detecta una diferencia interesante en cuanto a la opción de tesis ya que mientras que en los que no se trasladan, esta opción se encuentra en sexto lugar o sea el último, en el grupo de becarios con traslado foráneo ocupa un cuarto lugar dejando en el último lugar a la opción examen general de conocimientos. En los becarios con traslado local, no figuran esas opciones en sus preferencias de titulación. Se encontró relación altamente significativa en las opciones de EGEL y promedio, disminuyendo a solamente significativa en la opción de examen general de conocimientos. En el resto de opciones no existe ninguna relación.

Con estos resultados se podría aventurar una hipótesis en el sentido de que los  becarios buscan titularse lo más pronto posible, quienes lo pueden hacer. Por ello, las opciones más favorecidas son: cursos de titulación, promedio y EGEL. Las otras tres requieren más tiempo o recurso económico: tesis, examen profesional y materias de maestría.

Lo anterior lleva a pensar en la forma natural en que se está dando la titulación; no obstante, es válido en este punto, preguntarnos acerca de lo que persigue el programa becario. ¿Es sólo que ingresen y permanezcan hasta su egreso formal? o, ¿también espera que quienes egresen lo hagan con suficientes habilidades, como las interpersonales, para incursionar con éxito en el mundo tan cambiante en que vivimos?  Si éste es el caso, la opción de tesis ¿no sería el reflejo de una formación más polivalente para ese propósito?, las materias de maestría, ¿no se constituirían en un primer peldaño para fomentar los estudios de posgrado, toda vez que pueden ser revalidadas si deciden continuar con ese nivel de estudios?

Esta reflexión permite recordar las palabras de la Dra. Bracho (2005) cuando menciona citando a Roemer (1998) que es necesario igualar las condiciones de arranque para los distintos individuos (cuando van a ingresar a la universidad). Sólo que aquí se aplicaría al momento del egreso al preguntarnos, si nuestros becarios ¿tienen o cuentan con las mismas competencias para incursionar en el ámbito laboral que los que no tienen esta condición?

Por otra parte, al analizar estos datos desde la perspectiva del tipo de egreso, oportuno y con rezago (Tabla N°3), resulta interesante comentar por lo menos tres situaciones:

Primera, el porcentaje de egreso es de 78.8 y de deserción es de 21.2. Visto así, podría pensarse que son buenos resultados. No obstante, al acercarnos un poco a conocer el dato real de titulación nos damos cuenta de que apenas un 45.0% de los egresados logra obtener el título y cédula profesional correspondientes, contra un 33.8% que no lo logra.

Segunda, si vemos sólo el dato de egreso oportuno, nos damos cuenta que son 769 los que lo logran de esta manera, pero sólo el 59.0% se titula. Entonces, ¿de qué sirvió la dedicación del 41.0% restante durante su trayectoria universitaria, si al concluirla no obtienen el documento que respalda y avala su formación?, ¿si al concluirla, no encuentran trabajo por carecer de estos documentos y deciden emigrar a otro país?,  ¿cómo impacta la situación referida, en la vida de estos egresados y de sus familias?

Tercera, ubicando nuestra mirada en los que egresan con cierto rezago (por lo regular prolongan sus años de estudio a seis o siete, aunque hay quienes registran hasta once años), vemos que son 140 alumnos los que logran terminar a pesar de las dificultades que hayan tenido para lograrlo; pero, sólo el 46.4% se titula, elevándose con ello a 53.6% los que no lo hacen, por diferentes motivos.

Tabla N°3. Porcentaje de Titulados según Tipo de Egreso. UAT. Gen 01-03

Egreso Becarios Titulados Total
No Deserción
Oportuno 454 315 0 769
59.0% 41.0% 0.0% 100.0%
Con Rezago 65 75 0 140
46.4% 53.6% 0.0% 100.0%
Deserción 0 0 244 244
0.0% 0.0% 100.0% 100.0%
Total 519 390 244 1153
45.0% 33.8% 21.2% 100.0%

 

“Ello se debe en la mayoría de los casos, a cuestiones de tipo económico y a desinformación sobre las opciones de titulación que ofrece cada institución. Este hecho pone en desventaja a los egresados que no tienen el documento que los acredite oficialmente como profesionistas en determinada carrera respecto a los que sí realizan su trámite.

Por otra parte, también se ha detectado que hay quienes han obtenido su título y cédula profesional después de hasta once años (de haber egresado), quizá debido a que en su trabajo se les requiere para algún ascenso. ¿Por qué sucede esto? Acaso no se podrían establecer acciones para que nuestros egresados se titulen en un periodo máximo de uno a dos años después de concluir sus estudios, incluyendo en ellas quitar barreras burocráticas que sólo sirven para ampliar el poder secretarial?” (“Conocer al alumno, estrategia contra la deserción” publicado el 12 de octubre, 2016 en Campus Milenio y el 01 de noviembre, 2016 en Educación Futura).

Finalmente, al analizar la titulación registrada por áreas de conocimiento, encontramos que las de Ciencias de la Salud, Educación y Humanidades, Ciencias Agropecuarias, Ciencias Sociales y Administrativas y, Ciencias Naturales y Exactas, presentan un mayor índice de titulación y menor de no titulación, a diferencia de Ingeniería y Tecnología que refleja un resultado inverso.

En un análisis más puntual, se detecta que las Licenciaturas en Computación Administrativa, Finanzas y Banca, Psicología, Trabajo Social, Contador Público; las Ingenierías en Ciencias Ambientales, Sistemas Computacionales y Sistemas de Mercadotecnia; así como las carreras cortas de Computación Administrativa y Tecnologías de la Información,  presentan algo en común: el porcentaje de no titulación es mayor que el de titulación. En el resto de las carreras profesionales el índice de titulación es mayor o igual, al de no titulación.

El debate acerca del valor o importancia de los documentos que hemos señalado, título y cédula profesional, está abierto. Si bien, se puede considerar que es relativo, también se hace necesario advertir que no es cuestión de sumar opiniones en un sentido o en otro; más bien se plantean estas reflexiones, como parte de la responsabilidad social de las instituciones de educación superior, tanto en ofrecer una oferta educativa adecuada a las condiciones de desarrollo socio económico, como de procurar que sus egresados cuenten con las credenciales necesarias para facilitar su inserción laboral.

De manera que, junto con los resultados presentados, quedan planteadas estas reflexiones a la vez que seguimos analizando el comportamiento de subsiguientes generaciones.

Dra. Gloria Esther Trigos Reynoso

Dirección de Sistemas Administrativos

Universidad Autónoma de Tamaulipas

gtrigos@uat.edu.mx

 

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