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Balance educativo. IV

Puede ser entonces que una meta de tipo incremental no sea suficiente.

El gobierno federal (2018-2024) ganó múltiples simpatías ante el magisterio al prometer, en campaña, que la “mal llamada” reforma educativa sería echada para abajo si ganaba. Minimizando los aciertos y sobredimensionando los errores de la reforma pasada, algunos académicos y líderes sindicales empezaron a construir una narrativa cándida del docente. 

Había que ensalzar, simplificar y tergiversar. Eran tiempos electorales. Definir  la problemática real de los maestros de manera consistente fue complicado. La emoción y la sensiblería tomaron la delantera para aglutinar fuerzas. Un nuevo corporativismo menos material y más etéreo emergió. Con éste, el control del magisterio por parte del gobierno no disminuía, sólo se volvía más sútil e  iba a enfrentar menos resistencia.

Pero las malas ideas derivan, generalmente, en malas políticas e ineficiencia. Universidad Crítica hizo notar que los objetivos educativos nacionales eran inconexos. La equidad, así como la mejora de la educación iban por un lado y la “revaloración” del magisterio por otro.  

Reflejo de la particular manera de “gobernar”, se establecieron las metas para la “revaloración magisterial”. Una de ellas fue netamente incremental: aumentar, de un ciclo a otro, la matrícula de estudiantes en las escuelas normales. En principio, esto no es negativo si se tuviera un diagnóstico sobre qué escuelas, regiones, modalidades, y niveles requieren un mayor número de profesoras y profesores. Es decir, si hubiera una lógica de planeación más integral y de largo plazo.

El Cuarto Informe de Gobierno reporta que las metas relacionadas con el incremento porcentual de la matrícula en las normales se cumplieron, incluso se rebasaron, al pasar de 5.9 a 8.3%  en 2020 y de 6.3 a 6.8 en 2021. No obstante, la falta de personal docente en ciertas áreas y en determinadades modalidades educativas sigue prevaleciendo. La Comisión Nacional de Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) muestra que en las escuelas preescolares públicas unitarias, es decir, donde sólo hay un docente que atiende los distintos grados, hacen falta profesores de “especialidad”, que son aquellos que ofrecen clases de Educación Física, Artes e Idiomas.

Este perfil de docentes también escasea en las primarias multigrado y en las telesecundarias del país. ¿Se están formando más maestras y maestros en estas áreas como para esperar que pueden cubrir estos vacíos y hacer realidad la equidad en términos de aprendizajes? No lo sabemos y sería bueno que el Quinto Informe de Gobierno reporte si el aumento de la matrícula en las normales va aparejado a una estrategia de equidad y calidad educativa. 

Desde hace más de ocho años, el ahora extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación  mostraba que era urgente “anticipar las necesidades de formación inicial” y advertía ya un “déficit para sustituir a los docentes que se pensionarán si se descansa únicamente en los egresados normalistas”. Puede ser entonces que una meta de tipo incremental no sea suficiente, aunque se cumpla, y por otro lado, que esos aumentos poco tengan que ver con la equidad y la calidad. Pensémosle mejor para no cometer los mismos errores. Centrémonos en lo educativa y socialmente importante. 

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