Rogelio Javier Alonso Ruiz*
Desde finales de 2019, el mundo ha entrado en una situación de alarma sanitaria, como pocas veces se recuerda en épocas recientes, ante la propagación del coronavirus, patógeno que puede llegar a provocar neumonías que, en los casos más graves, traen consecuencias fatales. La propagación del virus ha provocado una serie de medidas en muchos países del mundo, que van desde la difusión de medidas de higiene y prevención, hasta la cancelación de eventos masivos, el cierre de fronteras y la suspensión de clases. Las escuelas mexicanas, lugares a los que acuden diariamente más de treinta millones de estudiantes, son quizá el espacio público de mayor relevancia para considerar en la prevención del contagio del coronavirus, dada la naturaleza de su actividad y la dimensión de la población que atiende. ¿Están preparadas las escuelas mexicanas para afrontar la emergencia sanitaria actual?
Una de las medidas elementales para la prevención del contagio del coronavirus es el lavado frecuente de manos con agua y jabón. La disponibilidad de agua, aunque pudiera suponerse que es una condición mínima para la existencia de un plantel educativo, no está totalmente garantizada. A nivel nacional, sólo el 52.1% de las escuelas primarias tienen suficiente agua, mientras que el 47.7% de las mismas tienen insuficiente o no tienen. El problema se agudiza en las escuelas primarias indígenas y comunitarias, donde sólo en una de cada cuatro (26.8%) y cada tres (31.7%), respectivamente, hay suficiente agua (INEE, 2019a, p. 279). El lavado de manos se realizaría en condiciones diferentes: en 68.8% con agua de la llave, mientras que el 26% con agua en tambos u otros contenedores (INEE, 2016, p. 27). De este modo, las penosas condiciones de la infraestructura escolar mexicana harían que muchos de los alumnos tuvieran dificultades para practicar una medida higiénica tan básica como el lavado de manos.
Otra de las recomendaciones para evitar el contagio del virus en cuestión es el distanciamiento social. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (2020), se sugiere guardar una distancia mínima de 1.5 metros con las personas que presentan síntomas de coronavirus. Aunque con la aplicación de los filtros al entrar a la escuela y a los salones se supone que no debería ingresar ningún alumno con indicios de portar el virus, una falla en la detección de estos estudiantes sería sumamente riesgosa para la propagación del virus, quizá mucho mayor que en cualquier otro espacio público. De esta manera, las condiciones de las aulas pueden representar un espacio propicio para una infección masiva: de acuerdo con el INEE (2016, p. 39), uno de cada tres docentes (31%) de los tres grados superiores de educación primaria considera que el tamaño de su salón de clases es pequeño para el número de estudiantes. A lo anterior habría que agregarle que, en muchos de los casos, los alumnos comparten mesas de trabajo con algún compañero, por lo que, literalmente, están hombro a hombro con ellos. Considerando lo anterior, si el filtro realizado por padres de familia y maestros no es totalmente efectivo, las consecuencias pudieran ser bastante desfavorables dadas las condiciones de las aulas.
Existe otra condición importante que se debe considerar para afrontar el reto que plantea la presencia del coronavirus: la cultura y la preparación de las escuelas para este tipo de situaciones. En este sentido, de acuerdo con el INEE (2016, p. 60), en los planteles de educación primaria existen carencias importantes para la prevención y la atención de contingencias: por ejemplo, una de cada cinco no tiene recursos para afrontar una emergencia, mientras que sólo la mitad (54.8%) cuenta con integrantes del comité de seguridad y emergencia escolar Estas situaciones, aunadas a otras como el hecho de que una de cada tres escuelas reporte nunca haber sido fumigada (INEE, 2016, p. 64), hacen suponer que muchas instituciones educativas no cuentan con ni con la preparación ni con los medios adecuados para afrontar escenarios que pongan en riesgo la integridad de sus alumnos.
Por último, otro factor a considerar para afrontar adecuadamente el reto sanitario es la participación de padres de familia. Será fundamental su disposición para que las medidas de prevención sean realizadas con efectividad. Desafortunadamente, “en México se han identificado tensiones entre las expectativas de los padres de familia y las de los docentes. Los maestros se enfrentan a una participación limitada de las familias” (INEE, 2019b, p. 73) Una investigación de Valdés, Martín y Sánchez (2009) sobre la participación de los padres de alumnos de educación primaria en las actividades escolares de sus hijos sostiene que la debilidad más importante de la intervención de los padres de familia en la escuela tiene que ver con “la interacción y comunicación [… con] los maestros, lo cual denota que el punto más crítico de la participación de los padres está referido a su relación con los docentes” (p. 15). Además de lo anterior, la experiencia de los docentes dice que, en muchos casos, los padres de familia priorizan sus necesidades laborales a tener que evitar enviar a sus hijos a la escuela, incluso en casos de enfermedad. Será importante pues asegurar, mediante la concientización correspondiente que los llamados provenientes de las escuelas tengan eco en los hogares de los alumnos.
En suma, se observa que muchas escuelas mexicanas tendrán dificultades considerables para atender la situación de emergencia sanitaria actual: desde las condiciones de infraestructura, pasando por la cultura de prevención ante riesgos naturales, hasta la contribución de padres de familia. El coronavirus, además de las lamentables consecuencias que ya ha suscitado en algunos países, pondrá al descubierto algunas de las carencias de las escuelas mexicanas. Sin embargo, seguramente sacará a relucir muchas de las fortalezas de nuestras instituciones educativas, entre ellas, a sus docentes, quienes anteponiendo su profesionalismo y vocación, están ya acostumbrados a cumplir las diversas tareas que se les encomiendan aún con carencias como las que se han referido en este escrito. Es indudable pues que la escuela mexicana será pieza fundamental para hacer frente a la emergencia sanitaria actual.
*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc. Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter: @proferoger85
Facebook: El Profe Rogelio
REFERENCIAS
INEE (2016). Infraestructura, mobiliario y materiales de apoyo educativo en las escuelas primarias. ECEA 2014. México: autor.
INEE (2019a). Panorama educativo de México 2018. Indicadores del Sistema Educativo Nacional. Educación Básica y Media Superior. México: autor.
INEE (2019b). Personal y organización escolar de la escuela primaria mexicana. ECEA 2014. México: autor.
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD (2020). Preguntas y respuestas sobre la enfermedad por coronavirus (COVID-19). Disponible en: https://www.who.int/es/
VALDÉS, A., MARTÍN, M., y SÁNCEZ, P (2009). Participación de los padres de alumnos de educación primaria en las actividades académicas de sus hijos. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 11( 1). Disponible en: http://redie.uabc.mx/vol11no1/