El alumno como fabricación o el alumno como autoconstrucción de cara a contextos específicos
- Miguel Ángel Pérez
- 26 enero, 2021
- Opinión
- Miguel Ángel Pérez Reynoso
Miguel Ángel Pérez Reynoso
En su brillante obra “Frankenstein educador” Phillipe Meirieu cuestiona las posturas o los modelos que tienden a pensar que los sujetos alumnos son “fabricados” a partir del trabajo de las escuelas y de los maestros. La fabricación de los sujetos a modo de un monstruo como Frankenstein o de una marioneta como Pinocho es fuertemente criticado por Meirieu. Pero si entonces el sujeto no es fabricado desde la educación entonces ¿Qué es lo que sucede?
Lo que el autor critica es esta postura de construir desde afuera a un sujeto que nunca será dueño de sí mismo, en contraparte Meirieu está a favor de un sujeto que se auto regule y se auto confeccione a imagen y semejanza de su propio deseo.
Hoy en día la tarea educativa está pensada en continuar con dicho compromiso, de seguir fabricando seres humanos a imagen y semejanza de los requerimientos del gran capital. Pero en ello las prácticas educativas se mueven con una inercia, al no detenerse para mirar los puntos ciegos o implícitos de dicha tarea.
Habría que pensar en una alternativa formativa de fondo, dicha alternativa ha sido la búsqueda de las ideas y las prácticas educativas desde la revolución de la escuela nueva a finales del siglo XIX. Incluso las pedagogías no directivas son fuertemente cuestionadas por dejar todo al garete o al libre albedrío de que algo bueno podrá pasar, pero muchas veces no pasa nada.
El horizonte del escenario educativo no es sencillo, debido a que con el arribo del siglo XXI entramos a una especie de crisis de ideas y de propuestas, hemos terminado por darle una salida a una serie de propuestas las cuales se mueven bajo el prefijo NEO: neoconductivismo, neoconstructivismo, neohumanismo, etc.; y en ello no sabemos que dichas propuestas terminan “refriteándose” las tesis clásicas o efectivamente lo neo implica una revisión y algunas correcciones novedosas de lo que se propone.
En última instancia yo estoy a favor de incorporar el componente innovador en el seno de las ideas y las prácticas educativas, sin preocuparnos tanto por los ismos o los clichés de dichas ideas.
Bajo esta ventana que nos abre la innovación en la tarea educativa, es bueno pensar en la construcción de alternativas que provengan desde la experiencia. El darnos la chance de experimentar y pilotear nuevas formas de hacer educación y sobre todo de ser capaces de sistematizar las buenas practicas, las cuales no son las que generan forzosamente mejores resultados sino aquellas que conectan significativamente a los actores con el contexto y con las respuestas a las necesidades educativas en turno.
Innovar no solo se trata de recurrir a lo nuevo en cada ámbito determinado, sino de responder adecuadamente a las necesidades educativas de cada sujeto, de cada entorno, de cada lugar con o sin política pública al respecto.
La innovación es la alternativa para superar los desafíos de una educación como fabricación de sujetos alienados y controlados por el propio sistema.