Escuela sin recreo y vacaciones sin salir: una oportunidad “maker”

Herzel Nashiely García Márquez

Desde el pasado 20 de abril, los patios de las escuelas se han quedado vacíos. Las aulas silenciosas representan cuestionamientos muy pertinentes acerca del papel y función de “la Escuela” como tradicionalmente la conocemos; la gran pregunta que el siglo XXI ha traído a las estructuras institucionales, tan fortalecidas en el siglo anterior, encara hoy a la institución educativa, preguntando: qué de su estructura se debe conservar y qué debe ser replanteado ¿qué es aquello indispensable e irremplazable en el ambiente escolar como lo conocíamos hasta hace muy poco? Indudablemente, la convivencia es por mucho, uno de los principales valores que significa la experiencia escolarizada. 

Los actores educativos hemos perdido espacios en donde nos creamos y recreamos a partir de nuestras relaciones, sin embargo, en el caso específico de los estudiantes de educación básica, la ausencia actual de espacios como: “la hora de la entrada”, el recreo y la “hora de la salida” significa sin duda, una importante pérdida. Esta experiencia de falta de convivencia con sus amigos y compañeros, principalmente, se extiende al tiempo áulico, pues al trasladarse la instrucción a un ambiente virtual, la plática cotidiana, el comentario espontáneo y otras interacciones habituales entre los estudiantes, se encuentran ausentes. En este punto es indispensable considerar la importancia que tiene la contemplación por parte del profesor de espacios de colaboración, cooperación, coevaluación y retroalimentación entre estudiantes, sobre todo, en ambientes virtuales que exigen recontextualizar estos elementos del proceso de enseñanza-aprendizaje. 

La atención al estudiante en cuanto a la pérdida de estos espacios, considerados más allá del lugar físico, como momentos y situaciones en los que se relaciona e intercambia percepciones, sensaciones, ideas y pensamientos con otros, es prioritaria en estos días para el ambiente familiar. 

El ambiente escolar que los estudiantes han extendido a casa a través de los dispositivos ha podido sensibilizar a los padres de familia, sobre las habilidades socio-emocionales de sus hijos. Lo están viendo, están al pendiente de las llamadas entre amigos o la falta de ellas; se preocupan por saber si su hijo está asimilando bien o no el estar alejado de sus amigos, y por supuesto, se interesan en saber si tienen amigos. 

Desde el enfoque educativo, resulta muy significativa la frecuencia con la que padres de familia, expresan la gran preocupación que sienten por la convivencia que sus hijos están perdiendo al no asistir a la escuela, por las conversaciones que, desde su percepción, no se están dando en casa y que saben, pueden ser muy necesarias tenerlas con amigos y compañeros de clase; el interés académico que muestran los padres durante un periodo regular de clases ha sido fuertemente reemplazado por el interés sobre las amistades, niveles y posibilidades de colaboración y cooperación de sus hijos, incluso la atención parental se centra en saber cómo se siente su hijo ante esta situación que consideran realmente difícil. 

Las vacaciones, particularmente resultan un tema de gran preocupación para los padres; expresan preocupación porque sus hijos tampoco cuentan con ese tiempo, que independientemente de que salieran o no, significaba unión familiar, y la creación de momentos memorables para la infancia. De manera general, los fines de semana y periodos vacacionales, son espacios en los que se suelen generan experiencias familiares de impacto para el niño, convirtiéndose en recuerdos familiares; el niño se ve nuevamente frente a la pérdida de espacios de convivencia que resultan indispensables para todos los miembros de la familia. 

Es importante que además de reflexionar y cuestionar sobre el panorama tan retador que se nos presenta delante, especialmente sobre la contención que los niños puedan requerir, veamos la oportunidad como un modelado de resiliencia y presentemos propuestas para fortalecer en los estudiantes la capacidad de adaptación, para lograr crear nuevos espacios de convivencia. 

Una oportunidad interesante para la creación de estos nuevos espacios es el enfoque educativo “maker”, el cual recupera la filosofía del movimiento “Hágalo usted mismo” con aportaciones tecnológicas que incluyen la programación y el uso de herramientas como la cortadora laser o la impresora 3D, pero no dejan de lado, la costura, el tejido, y el uso de herramientas básicas. 

La cultura “maker” ha tenido un fuerte empuje en los últimos 20 años y se ha ido potencializando en el ámbito educativo de manera importante. El movimiento “maker” ha conseguido gran éxito porque parte de su fundamento es que todos podemos ser “hacedores” o “makers” y establece como base el trabajo cooperativo y el compartir el conocimiento, además de invitar al cambio de rol, de ser un consumidor a un prosumidor, es decir, alguien que produce lo que consume. Bajo estos fundamentos es que este enfoque ha logrado permear tan bien en la educación.; básicamente, la cultura “maker” busca propiciar que el estudiante resuelva problemas a partir de un proceso personal de investigación, diseño, prototipado y manufactura, y ¿qué mejor oportunidad de resolver problemas de manera creativa y cotidiana que estos días? 

Las actividades “maker” se extienden hacia el diseño que pueda dar origen a un textil creado por el propio niño, una receta innovadora, o la edición de un vídeo que sirva a sus compañeros como repaso de alguna lección o bien, a través del que comparta lo que ha aprendido en su ambiente familiar. 

El enfoque “maker”, sobre todo en estos días de contingencia, significa la oportunidad de aprender directamente de la familia con la que el niño se encuentra conviviendo en estos días, sobre todo aquello que involucre los talentos y destrezas que se desean “heredar” a las nuevas generaciones y que ahora, encuentran una pausa muy pertinente para lograrse. La pausa que hoy tenemos nos dota de tiempo, de espacios, de oportunidades para convivir para crear realmente un aprendizaje significativo a lo largo de la vida traducido en memorables recuerdos. 

 

*Consultora académica de la Red de Colegios Semper Altius

 hgarcia@rcsa.mx 

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