Extender la mano a la Educación Privada
- Pluma invitada
- 2 septiembre, 2019
- Opinión
- fidel ibarra
Fidel Ibarra López*
Hace unos días publicamos un artículo en este mismo espacio donde señalamos que había preocupación en los actores de la educación privada respecto al proyecto educativo del gobierno federal. Y esa preocupación tenía que ver con tres aspectos: En primer lugar, con el sentido de las leyes secundarias que se están discutiendo en la Cámara de Diputados; en segundo lugar, con el modelo educativo de la Nueva Escuela Mexicana -donde se ofrece poca claridad sobre el rumbo de ese modelo-; y, en tercer lugar, con un “escenario de empoderamiento” de la educación pública en detrimento de la educación privada. Para el caso de este último punto, citamos en el artículo al empresario Américo Ferrara, dueño del Instituto Brillamont, en San Pedro, Nuevo León, el cual llega a afirmar en una entrevista -a un medio de comunicación- que la tendencia en la actual administración federal es la “nacionalización de la educación.
El artículo se publicó el pasado 12 de agosto, y en la conferencia “mañanera” del pasado lunes (26 de agosto), el presidente López Obrador se refirió al tema señalando que van a “…mantener el sistema de educación pública, gratuita, de calidad en todos los niveles escolares sin hacer a un lado la educación privada”. Esta pieza discursiva, tiene el propósito -obviamente- de enviar un mensaje de “tranquilidad” a aquellos actores privados que muestran cierta inquietud con la situación que se está presentando en el escenario educativo nacional.
No obstante, me parece que la declaración se queda corta. El declarar “no los vamos a dejar de lado”, significa en los hechos un “no los vamos a desplazar, van a seguir ofreciendo educación como lo están haciendo en este momento”. Y la declaración así, en efecto, puede atemperar en cierta forma las “preocupaciones de los directivos” del ramo educativo; pero se queda corta, porque bien podría haber señalado que la “educación privada es una aliada” en el sistema educativo nacional para alcanzar los propósitos que este gobierno pretende llevar a cabo en la materia.
De igual manera, el presidente pudo haber extendido la mano para que los empresarios y directivos formen parte de todo proceso que se está llevando a cabo en su gobierno, y se sumen en esto que se ha dado en llamar la “Nueva Escuela Mexicana”. Así como a la discusión de las leyes secundarias en los aspectos que interesan a los actores de la educación privada.
Como señalamos en su momento, “si a los particulares se les deja en claro hacia dónde va la educación” (…). Con ello se ganará un aliado más en el proyecto educativo. Y no un adversario que esté cuestionando reiteradamente el rumbo”.
Pero me parece, que ese paso le cuesta al presidente. En reiteradas ocasiones ha manifestado que durante el periodo neoliberal “se impulsó de forma encubierta la educación privada”, con lo cual se dejó de lado -ahí sí- a miles de estudiantes. Y se quedaban sin estudiar, porque no se incrementaba la cobertura en la educación pública -sobre todo a nivel universitario- y, por lo tanto, tenían que recurrir a la educación privada y pagar una colegiatura.
Coincido en el hecho de que el Estado debe hacerse cargo de la educación en un estado-nación; pero la lectura que ofrece el presidente es una parte solamente del tema. Un sector de la población en México si tiene los medios económicos puede recurrir -si así lo decide- a la educación privada, aun si se tiene una oferta educativa por parte del estado. A ese sector de la población es la que atiende la educación privada. Y eso no tiene nada que ver con política educativa, neoliberalismo o política económica. Es una decisión del ciudadano. Y eso no va a cambiar, a menos que se fortalezca -lo cual sería extraordinario para los intereses nacionales- la calidad educativa de la educación pública.
En lugar de observar con reserva a la educación privada, deberían concebirla como un aliado estratégico. Y explico el porqué: la gran apuesta del gobierno federal es el tema de la cobertura educativa; pero con el nivel de infraestructura educativa que se tiene actualmente, no se puede incrementar el nivel de cobertura más que en algunos puntos porcentuales. Y lo saben. ¿Por qué no explorar con la educación privada algunas vías con las cuales se puede incrementar ese rubro? Digo, si se hace un acuerdo con los empresarios de mayor peso en la economía nacional para generar un mejor escenario económico en términos de inversión, empleo y crecimiento económico, ¿por qué no plantear en el mismo sentido una alianza con los empresarios del sector privado para sacar adelante la educación del país? ¿O es acaso que los acuerdos con la iniciativa privada se circunscriben solamente a ciertos aspectos económicos?
El recelo hacia la educación privada es por motivos ideológicos; pero al igual que en los movimientos tácticos que realiza el gobierno federal en materia económica, donde acuerda -con una dosis importante de pragmatismo- una alianza con los empresarios para acelerar la economía nacional, así mismo se debe operar en materia educativa. Y acordar con los empresarios del sector privado una alianza con la cual le puedan coadyuvar a los objetivos de la política educativa -como el caso de la cobertura y la inclusión-.
No es un asunto ideológico, sino de realidad política y social: hay que extender la mano a la educación privada.
*Investigador Titular del Centro de Investigación e Innovación Educativa del Sistema Educativo Valladolid (CIINSEV).