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Focos amarillos

Si bien a lo largo del país grupos religiosos protestan contra los nuevos libros de texto gratuitos y otros grupos sociales los refutan con acidez, en varios estados el reclamo es de los gobiernos que incluso se ampararon o se rebelaron. Parece que implantar las aristas principales de la Nueva escuela mexicana —si es que llega a instaurarse— será más difícil de lo que imaginaron el presidente López Obrador y el gobierno de la Cuatroté.

Este lunes, el ministro Luis María Aguilar Morales desechó una petición para levantar la suspensión que impidió distribuir los libros de texto gratuitos en Chihuahua solicitada por la Secretaría de Educación Pública y de la Consejería Jurídica del Ejecutivo Federal (Excélsior, 12/09/23). El asunto no es sólo judicial, también hay diatriba. Los líderes de la secciones 8 y 42 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación organizan a sus bases para protestar contra el gobierno de Maru Campus (PAN) e intentan movilizar a la ciudadanía para que exija que los libros lleguen a las escuelas. Pero, según informes locales, los dirigentes ni siquiera cuentan con el apoyo de la mayoría de los maestros.

En Coahuila, el gobernador Miguel Ángel Riquelme no dio su brazo a torcer y los libros no de distribuyen. Tampoco en Aguascalientes ni en Querétaro, ni en porciones del estado de México. Desde el lunes circulan cuadernillos de apoyo en las escuelas de educación básica pública en Querétaro. En los territorios donde la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación predomina entre los maestros, la distribución de los libros de texto es irregular, prefieren sus propios materiales que, dicen, sí tienen bases pedagógicas y el verdadero espíritu comunitario. La jerarquía de la Iglesia católica, aunque con cautela, también los rechaza porque su elaboración fue irregular, la SEP improvisó y generó confusión. El Episcopado revindicó la labor de los docentes y llamó a que en conciencia rescaten los elementos valiosos para sus alumnos.

En Tamaulipas la trama es más espinosa. Allí no es el gobierno —Américo Villareal es de Morena— quien se opone sino la dirigencia de la sección 30 del SNTE y, a juzgar por la movilización y huelga, la generalidad de los docentes secunda al líder. El paro también tiene motivos locales por falta de pagos.

Quieren el sueldo mínimo de 16 mil pesos que prometió el presidente. Extraña que el Comité Ejecutivo Nacional no haya tomado posición, los cabecillas tamaulipecos contradicen la consigna de Alfonso Cepeda Salas de apoyar a la Nueva escuela mexicana.

Trascendió que, al menos en estados norteños, en el sector privado recibirán los libros, pero no los usarán en las clases. En Guerrero, el gobierno de Evelyn Salgado advirtió que retirarán el Revoe, a las escuelas particulares de educación básica que no utilicen el plan de estudios y se nieguen a entregar los nuevos libros de texto gratuitos. Quizá otros gobiernos de Morena lancen amenazas similares.

La secretaria Leticia Ramírez Amaya lanza más exhortaciones y la SEP incrementa su propaganda con el ánimo de convencer a padres de familia y maestros, incluso con actos que rayan en lo ridículo, como el baile de la maestra Ana María Prieto Hernández, en la conferencia vespertina del 16 de agosto en Palacio Nacional para explicar la diferencia del “humanismo” de los nuevos libros de texto. Y con el lero lero se aventó contra el individualismo y el egoísmo. El video se hizo viral de nuevo (https://bit.ly/48cfHeG).

El debate sobre los nuevos libros de texto está lejos de agotarse y en algunas zonas los ánimos están caldeados; es probable que haya actos de violencia. Cada vez se prenden más focos amarillos que, conforme avanza la política electoral, pueden convertirse en rojos. Esperemos que no arda la llanura.

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