Hacia la educación digna en México

José Carlos Buenaventura[1]

La educación del individuo, además de desarrollar sus habilidades innatas, tendría como fin cultivar en él un sentido de la responsabilidad hacia sus semejantes, en lugar de esa glorificación por el poder y el éxito que prevalece en nuestra sociedad actual.

Albert Einstein[2]

La discusión sobre la educación en México no puede estar nunca terminada. Comprendida como proyecto, está siempre dándose y por darse; ella tiene su base en el pasado y su concreción en las ideas de futuro que genera una sociedad para sostenerse o para construirse otra. En el tiempo presente, la educación se materializa a través de proyectos, políticas y acciones. Hacia el futuro, se piensa y delinea a largo plazo para llevar a cabo políticas determinadas; proyección donde se juegan los ideales de ser humano a formar.

En otras palabras, al hablar de educación, inevitablemente discutimos los procesos de humanización, fenómeno que no acabará nunca a menos de que el mismo ser humano desparezca de la Tierra, puesto que su existencia implica lucha de diferentes proyectos educativos que persiguen la continuidad de una sociedad o la construcción de otras distintas.

En este texto se presentan algunas ideas para alimentar el debate sobre el tipo de educación que se necesita en México, haciendo especial hincapié en que el proyecto educativo dominante sigue teniendo rasgos neoliberales, y que para poder pensar en una educación alternativa es necesario dar un nombre más claro así como precisar los contenidos. En este espacio, a esta otra educación le damos el nombre de “educación digna”.

No es algo novedoso hablar de dignidad y educación. Es más, en el actual artículo tercero constitucional, que atiende a la educación, aparece tal concepto junto con muchos más. Sin embargo, no se expresa claramente ni qué es la dignidad ni cómo la podríamos relacionar con la educación. Sólo aparece, con error de poderme equivocar, como una muy buena intención que se debe llevar a cabo. Sin duda esto es meritorio; no obstante, es necesario la existencia de contenidos más desarrollados, como ocurre con el concepto de excelencia[3].

El concepto dignidad tiene múltiples significados. La palabra “dignidad” proviene del latín dignitas, y ésta de dignus (merecedor de ser respetado[4]). Etimología que relacionamos aquí con algunos conceptos construidos desde la Filosofía Tojolabal –que de forma sorprendente nos dio a conocer Carlos Lenkersdorf desde la década de los noventa del siglo veinte hasta su muerte– para poder construir lo que entenderemos como educación digna.

Carlos Lenkersdorf, en su libro Conceptos tojolabales de filosofía y del altermundo, para presentar el concepto de dignidad, remite al de jnantik lu’um (Nuestra Madre Tierra[5]). Lenkersdorf señalaba:

Nuestra Madre Tierra, ja jnantik lu’um, representa una realidad fundamental para los tojolabales. Por eso, respetarla no se refiere sólo a ella, sino a todos sus hijos, es decir, la milpa, las plantas, toda la naturaleza, todo lo que hemos hecho, porque lo producimos con lo que Nuestra Madre Tierra nos proporciona. Este respeto implica el reconocimiento de la dignidad de todo lo que nos encuentra y que encontramos en nuestra vida.[6]

A partir de lo anterior, nos referimos como educación digna al proyecto social, cultural, histórico, económico, político y pedagógico que tiene como objetivo formar a los seres humanos como merecedores de respeto a sí mismo, a los otros seres humanos y a los seres vivientes, a lo otro, a la naturaleza, al planeta Tierra, a la Madre Tierra, Pachamana, jnantik lu’um, con el fin de que permanezca la vida humana.

Se puede cuestionar que esta forma de conceptualizar la educación digna sólo se queda en el nivel de la ética, ya que se erige desde uno de los conceptos básicos: el respeto; y no atraviesa el resto de dimensiones de un proyecto educativo. Cuestionamiento que encuentra eco cuando se concibe, por ejemplo, que la ética y la política están destinadas a grupos sociales distintos, pues en la cotidianidad se suele percibir que los valores y principios éticos deben ser acatados por las clases sociales bajas, mientras que las élites y grupos con poder realizan política movidos por otras reglas y otros fines. De esta manera, podría pensarse que la educación digna se queda en una buena intención o en cierto romanticismo al estilo occidental, pero que no es viable llevarla a cabo. Por ello, surge la necesidad de presentar algunos elementos que, consideramos, no se quedan en el plano de las buenas intenciones, sino que quieren ir al plano de la propuesta y de la acción.

La dignidad pasa por diferentes dimensiones para ser plena. Por un lado, por el plano individual y el colectivo; por otro, por el plano planetario (o cósmico, en términos de Carlos Lenkersdorf). En la educación digna, el individuo no tiene que ser negado o no escuchado, articulándose siempre con la colectividad humana. Sin embargo, la lección que nos deja hoy en día la pandemia por el Covid-19, es que el ser humano no debe colocarse como el único centro de los procesos pedagógicos. Nuestra relación con la naturaleza, con el planeta Tierra, debe ser pensada de otra manera, con otra racionalidad, otra forma de tener juicio o corazón (K’ujol) –en términos de los tojolabales, pueblo maya de Chiapas.

Para que haya una educación digna, dicha educación nos debe servir para resolver nuestros problemas de vida, sociales, culturales, económicos, psicológicos, corporales, etc. No podemos domesticar el discurso. Cuando hablamos de una educación digna, no hablamos de problemas perfectamente bien delimitados o dados –ya sean como campos problemáticos o ejes problemáticos completamente definidos–, sino como problemas que se ubican y se construyen con el otro al conocerlo: al convivir, al comer, al soñar, al sufrir con él o con ella.

En este sentido, el contenido de una educación digna no se hace desde el escritorio, sino con la experiencia y la vivencia que se tiene con los otros y las otras, en un diálogo de encuentros y desencuentros. Se señala esto porque los discursos educativos críticos tienden a ser domesticados. Así se puede hablar de Freire, Giroux, Carlos Marx, Simone de Beauvoir, Michel W. Apple, usando sus conceptos críticos, pero con prácticas que se vislumbran lejos de los contenidos que construyeron tales pensamientos. A esto se suma la ausencia de postura política clara, ya sea por analfabetismo político o por ocultar una posición en afán de ser políticamente correcto. Hoy en día, parece estar de moda autoproclamarse crítico y tener, no obstante, una práctica contraria, donde la coherencia entre práctica y discurso se vuelve una relación incorrecta.

Ante lo dicho anteriormente, se plantean diversas ideas que pueden arrojar algunos contenidos a lo que aquí se ha llamado como educación digna. Estas ideas nacieron a partir de la experiencia y del trabajo con diferentes poblaciones con las cuales se ha convivido en los últimos años: con jóvenes en situación de calle, estudiantes de nivel bachillerato que estudian en escuelas oficiales en el Estado de México –zona oriente–, con maestras y maestros de los pueblos originarios de Guerrero, con jóvenes universitarios de diferentes universidades públicas y privadas. Las ideas que presentamos a continuación nacen de mi experiencia con las personas con las que he convivido –convivencia como una forma de construir conocimiento– y con la lectura e intercambio con pensadores y pensadoras reconocidas de México.

Al hablar de ideas nos referimos a uno de los productos del pensamiento indispensables para transformar la realidad. Ya apuntaba José Gaos, en los años cuarenta, en su texto En torno a la filosofía mexicana, lo siguiente:

He aquí el primer principio de una ‘nueva filología’: la idea es una acción que el hombre realiza en vista de una determinada circunstancia y con una precisa finalidad. Si al querer entender una idea prescindimos de la circunstancia que la provoca y del designio que la ha inspirado tendremos de ella sólo un perfil vago y abstracto. Este esquema o esqueleto impreciso de la efectiva idea es precisamente lo que suele llamarse ‘idea’ porque es lo que, sin más, se entiende, lo que parece tener un sentido ubicuo y ‘absoluto’. Pero la idea no tiene su auténtico contenido, su propio y preciso ‘sentido’ sino cumpliendo el papel activo o función para que fue pensada y ese papel o función es lo que tiene de acción frente a una circunstancia. No hay, pues, ‘ideas eternas’. Toda idea está adscrita irremediablemente a la situación o circunstancia frente a la cual representa su activo papel y ejercita su función.[7]

En los siguientes apartados se presentan algunas ideas que considero importantes en el momento de pensar una educación digna. Ideas que deben comenzar, sin duda, por el planteamiento de objetivos. Y es que la importancia de tales en el inicio de todo proyecto radica en que se tornan fundamentales para llevar a cabo procesos de transformación y cambio. Como bien señala Pablo González Casanova:

La alfabetización crítica se vincula a la reestructuración de sistemas de acuerdo con objetivos. Esta meta exige ir más allá de la construcción tecnocientífica del sujeto histórico, en busca de la tensión entre el sujeto pensante y actuante y de las condiciones a la vez subjetivas y objetivas para el conocimiento y la acción.[8]

Los objetivos son necesarios para poder andar. No sólo debemos seguir pensando en experiencias educativas locales y regionales, sino en un proyecto y sistema complejo que respete las propuestas locales y regionales y al mismo tiempo dé pie a un proyecto educativo nacional, que resulte pertinente y pueda dar respuestas favorables y democráticas a cada uno de los pueblos, comunidades y sectores donde se lleve a cabo.

Asimismo, hoy en día ante la pandemia por el Covid-19, se torna necesario reconstruir el espacio de la escuela. El actual problema de salud devela un problema educativo. No pueden seguir existiendo grupos con alto índice estudiantil –de treinta hasta setenta alumnos–, pues las condiciones no sólo impactan en materia de salubridad, sino en el deterioro de enseñanza–aprendizaje tras condiciones no aptas ni cómodas.

El debate de la escuela como espacio está volviendo y no sabemos con exactitud cómo se modificará el sistema educativo vigente. Debate sobre la reconfiguración de la educación después de la cuarentena del Covid-19 en el cual debemos estar presente los interesados en la educación, pues genera la coyuntura para el asalto a nuevos modelos educativos. Ante esto, presentamos las siguientes ideas.

Objetivos educativos

  1. Que los maestros de todos los niveles sean formados por los mejores científicos, filósofos y humanistas.
  2. Construir una dialéctica pedagógica compleja entre los conocimientos de las ciencias, las humanidades y el conocimiento de los pueblos[9].
  3. Recuperar la experiencia y sistematizar los saberes que los diferentes actores educativos han realizado a lo largo del tiempo para la reconstrucción del sentido común.
  4. Enseñar cada una de las pedagogías de los pueblos en sus los determinados espacios y temporalidades de las y los estudiantes.
  5. Reconocer al magisterio y valorar su papel como sujeto que ha participado en la consolidación y transformación del país a través de su labor educativa y de sus capacidades cognoscitivas para incidir en la realidad histórico-social y en la cultura de los sujetos que forman.
  6. Construir proyectos educativos propios a partir de las bases epistemológicas y morales de los pueblos, respetando los principios de laicidad, pública y gratuita de la educación.
  7. Construir una nueva moral y ética para el magisterio para hacer frente a la corrupción y a las contradicciones existentes en el gremio.
  8. Re-articular la escuela con la realidad concreta y más cercana; que todo pueblo, comunidad y colonia se convierta en escuela; construir los diferentes espacios pedagógicos que necesitamos.
  9. A nivel de educación básica (preescolar, primaria, secundaria) enseñar a leer, a escribir y hacer cuentas, así como transmitir la cultura general más actualizada.
  10. Dignificar la educación en todos los niveles educativos.
  11. Construir una democratización cognitiva, ello implica enseñar aquellos conocimientos aplicados a la transformación de la realidad que coadyuven a dignificar a todos los seres humanos.
  12. Crear proyectos artísticos que conciban al arte como un campo de posibilidades del desarrollo de la imaginación y de la sensibilidad humana, que permitan reconstruir el tejido social para que esta praxis cultural abra paso a concientizar sobre los procesos de violencia y guerra que hay en México. Estos proyectos artísticos deben ser para todos.
  1. Romper simbólicamente con las paredes de las escuelas. Los maestros deberán salir de las aulas y enseñar en otros espacios y tiempos. La ciudad y el campo deben convertirse en espacios pedagógicos de forma consciente.
  2. Construir instrumentos culturales, didácticos y artísticos que confronten la educación que da la televisión, ya que lo que está en juego son formas de cómo deben ser las personas así como modelos de comportamiento y pensamiento.
  3. Hacer una campaña, muy parecida a las misiones culturales de José Vasconcelos, donde se pueda enfrentar el rezago en los procesos de lectura, escritura y en las operaciones básicas para toda la población.
  1. Hacer una campaña de enseñanza sobre la historia actual de México, ya que lo que está en juego es el sentido común que tienen las personas en su vida cotidiana. Trabajar con los últimos treinta años en México, el periodo neoliberal. Enseñar Historia, pero no desde enfoques de la “Historia de bronce” que se ha divulgado, sino desde las historias de distintos sujetos sociales y desde las memorias colectivas de las naciones, de los estados y las comunidades.
  1. Formar a las niñas, niños y jóvenes como escritores. No podemos sólo quedarnos en la alfabetización; hay que perseguir la democratización de los procesos educativos y cognitivos.
  2. Enseñar a pensar.[10]
  3. Llevar a cabo una tríada de acciones pedagógicas en la formación de la infancia en México: “el bien hablar”, “saber escuchar” y “escribir” para que desde niños se pueda participar en diálogos. Tomada esta tríada en un sentido democrático, en la cual no sólo sean unos cuantos los que tengan acceso a espacios donde se enseñen estas habilidades que consideramos fundamentales, sino todos los niños.

Educación preescolar y primaria

  1. Enseñar a leer, escribir y a hacer cuentas. Articulado esto con la transmisión de la cultura general de los avances más actuales de las ciencias, las humanidades, las artes y los conocimientos de los pueblos. Alfabetizar en diferentes lenguajes, ya sea desde las lenguas indígenas, los lenguajes informáticos u otros necesarios en el espacio donde se vive.
  2. Enseñar en las lenguas originarias de cada región en todas las escuelas de México, tanto en contextos rurales como urbanos.
  3. Construir una didáctica con todo el cuidado necesario para enseñar el español como segunda lengua, pero no como un acto de colonización, sino buscando la comunicación entre los diferentes pueblos que integran la sociedad mexicana. Esto a partir de la premisa de que la comunicación se logra sólo cuando el otro es sujeto, como sostenía Carlos Lenkersdorf desde la Filosofía Tojolabal.
  4. Enseñar los diferentes tipos de historia: personal, nacional, regional y mundial.

Educación secundaria y bachillerato

  1. Transmitir al estudiante la cultura general más actualizada.
  2. Articular la educación propedéutica con la técnica: los jóvenes necesitan aprender oficios para tener herramientas de trabajo.
  3. Auspiciar producciones académicas y laborales con los jóvenes, recuperando la experiencia de los jóvenes de la ENP de principios del siglo XX, pertenecientes al Ateneo de la Juventud, quienes publicaban sus ideas y tenían un alto nivel de repercusión en la opinión pública.
  4. Continuar con la enseñanza de las lenguas originarias de cada región en todas las escuelas de México, tanto en contextos rurales como urbanos.

Nivel licenciatura

  1. Lograr que la formación profesional se lleve a cabo en diferentes espacios fuera de las aulas universitarias, ya que sus procesos pedagógicos deben buscar que los conocimientos aprendidos sean aplicados desde los primeros semestres o ciclos de formación en la sociedad, las colonias, pueblos, estados, municipios, comunidades u otros espacios.
  2. Desarrollar en los jóvenes una responsabilidad pública con la nación y con la sociedad mexicana.
  3. Revalorizar la importancia pedagógica del nivel licenciatura para el desarrollo de la nación.
  4. Fortalecer los conocimientos, habilidades y valores que se enseñan en este nivel.
  5. Ofrecer cursos de Historia con los mejores profesores de México en todas las carreras.
  6. Realizar el servicio social para aportar en la resolución de los problemas sociales de la nación mexicana.

Nivel posgrado

  1. Lograr una vinculación de la investigación académica, científica y humanística con las necesidades de la sociedad para su fortalecimiento.
  2. Formar investigadores y docentes para que logren articular sus desarrollos teóricos y tecnológicos con las problemáticas de los diferentes sectores sociales.
  3. Desarrollar conocimientos a partir de lo que la gente pregunta y necesita[11].

Ideal de formación: formar a los seres humanos como sujetos

En un proyecto de educación es fundamental pensar en el ser humano a formar, ya que tal ideal responde al tipo de sociedad o civilización que se persigue tener; en esto se juega el futuro de las sociedades, las naciones y del mundo. Considero importante recuperar la idea de la formación de sujetos[12], enfatizando que se puede formar al ser humano desde la infancia como sujetos: sociales, colectivos, histórico e individuales,[13] donde ser sujeto implica ser actor y constructor de una historia propia, lo cual está íntimamente relacionado con ser ciudadano de la nación mexicana. Pablo González señala en relación al tema: “La formación del sujeto histórico-cognitivo-y-político de una alternativa humana –que supere un punto de partida sólo animal y no lo olvide– debe comprender la tensión entre el sujeto pensante y actuante y las condiciones sociales de su pensamiento y acción…”[14].

Hoy en día a las niñas, niños y otros educandos se les forman como objetos, seres que realizan proyectos e ideas de otros agentes sociales que no permiten el desarrollo socio-económico ni la dignidad de los pueblos, ya que no responden a los problemas ni necesidades propias; como señalan diferentes feminismos latinoamericanos, son “seres para otros”. Hoy nos encontramos ante el reto de formar objetos o sujetos.

Problemas educativos

Para pensar y delinear la formación de las niñas, los niños y las y los jóvenes como sujetos y a otros educandos, es necesario partir de los propios problemas educativos de la nación mexicana para hacer posible este objetivo pedagógico. Se vuelve fundamental identificar los problemas educativos que tiene la mayoría de la población, donde la construcción y percepción de los problema pedagógicos es valioso como punto de partida para poderlos resolver. En este sentido, tenemos que recordar que los problemas que son importantes para las grandes mayorías, como mujeres, niñas, niños, adultos, pueblos originarios, afros, no corresponde a la lógica de los grandes empresarios y a los gobiernos neoliberales, por lo que es esencial reconocer desde los propios actores educativos cuáles son nuestros problemas, así como qué tipo de sociedad se persigue al resolverlos y al construir conocimiento.

Para resolver los problemas educativos no debemos pensar en solucionar primero los globales o abstractos, ante los cuales nos sentimos impotentes sin lograr concretarlos. Por el contrario, debemos resolver primero los problemas propios y así construir las relaciones necesarias para acudir a los nacionales e internacionales. Con esto no quiero decir que los problemas particulares, comunales y coloniales no estén relacionados con dimensiones más amplias, nacionales o globales, sino que a partir de nuestras circunstancias nos podemos abrir a pensar las otras dimensiones, sin perdernos en abstracciones y bloqueos mentales que los poderosos quieren que tengamos: estar bloqueados mentalmente para no juntarnos, organizarnos, aprender juntos, equivocarnos y conocernos, ya que dentro de nuestras diferencias, también yace lo común.

A continuación señalaré como ejemplo algunos de los problemas que he identificado, los cuales quizás no sean los más importantes o fundamentales a resolver; sin embargo, los coloco como ejemplo para analizar y poner énfasis en que debemos partir de nuestros problemas y experiencias.

Colonización pedagógica

La colonización pedagógica se va a comprender como los múltiples procesos de imposición a los pueblos sobre el tipo de formación de ser humano, que no permite el desarrollo propio de los pueblos, las naciones, ni su dignificación, sino por el contrario, se persigue su dependencia en atención a objetivos políticos y pedagógicos de otros, además de que están sostenidos a través de la construcción de psiques que no permiten ubicar relaciones y nexos históricos con sus antepasados y sus pueblos; se configuran las ideas de que existen seres superiores e inferiores. En relación a esto, Jauretche señalaba para el caso argentino: “Creo que la sustancia de la colonización pedagógica se sostiene en la sobrevivencia del esquema sarmientino de civilización y barbarie. La parte que se consideró culta de la sociedad argentina, que se asimiló a la técnica europea y se deslumbró con sus valores, cometió un error típico de los que confunden cultura con civilización, como lo siguen sosteniendo todos los días”[15].

La colonización pedagógica sigue presente en México cuando se considera que los pueblos originarios no poseen conocimientos, sino mitos, creencias, tradiciones, por lo que se les ve como menores o incapaces para aportar en la resolución de los problemas nacionales e incluso de sus propios problemas, y si en algún momento se les considera como “conocimientos” se les ve como locales sin dimensión universal. La colonización pedagógica va de la mano con el colonialismo interno del que habla Pablo González Casanova desde la década de los sesenta: “La definición del colonialismo interno está originalmente ligada a fenómenos de conquista, en que las poblaciones de nativos no son exterminadas y forman parte, primero, del Estado colonizador y, después, del Estado que adquiere una independencia formal, o que inicia un proceso de liberación, de transición al socialismo o de recolonización y regreso al capitalismo neoliberal”[16].

Discriminación

Un problema fundamental es la discriminación, que de acuerdo al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es: “dar trato desigual a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, de sexo, etc.”[17] Esto lleva a negar la humanidad de la otra persona, o verlo como cosa, lo cual atenta contra la dignidad humana y tienen como consecuencia la negación de derechos. La discriminación en general es un problema clave en un proyecto de educación que busca el respeto entre los diferentes, sean éstos pueblos o individuos. Hoy en día la discriminación en México se lleva a cabo en sus diferentes formas, ya que la explotación, la globalización de la pobreza y la acumulación del capital en manos de pocos, hacen necesario que la discriminación permanezca.

Hoy es necesario identificar las diferentes caras de la discriminación y construir mecanismos para que disminuya o desaparezca, ya que la discriminación divide a los pueblos de México, y produce violencia entre los diferentes grupos humanos que integran la sociedad mexicana. Entre las formas de discriminación que hay en México se encuentran: el racismo, la homofobia, el clasismo, el sexismo, la discriminación a los discapacitados, la discriminación por la edad, a los migrantes, el machismo, discriminación por creencias religiosas, entre otros tipos de discriminación.

El problema de la discriminación y sus formas es fundamental para mantener el orden establecido como lo menciona Immanuel Wallerstein: “El racismo ha servido como ideología global para justificar la desigualdad. Pero ha sido mucho más. Ha servido para socializar a los grupos en su propio papel dentro de la economía. Las actitudes inculcadas (los prejuicios, el comportamiento abiertamente discriminatorio en la vida cotidiana) han servido para establecer el marco de comportamiento legítimo y apropiado para uno mismo y para los demás en su unidad doméstica y su grupo étnico. El racismo, como el sexismo, ha funcionado como ideología autorrepresiva, modelando las expectativas y limitándolas.”[18]

Analfabetismo

De acuerdo al INEGI, en México, para el 2015, existe una población 4 millones 749 mil 057 que no sabe leer y escribir[19], población equivalente a la de varios países del mundo. La población de Finlandia es 5, 482,010 habitantes casi el mismo número de personas que no saben leer y escribir en México de 15 años o más[20]. Cómo se puede leer, el número de personas que son analfabetas oficialmente en México es muy parecido al número de habitantes de diferentes países en el mundo. El problema del analfabetismo es tener otro país dentro de México con una población que no sabe leer ni escribir, lo cual es muy grave, y continuaría siendo igual de grave si sólo fueran unos cientos, o si se pensara que el problema no es importante porque quienes son analfabetas son mayores de sesenta años. Pensar así es una forma de discriminación a un determinado grupo por su edad, por considerarlos como personas no productivas para la economía mexicana; sin embargo, sólo basta con salir a las calles para darse cuenta de que los ancianos en México siguen trabajando y aportando a las economías familiares, más cuando los jóvenes no están encontrando fuentes de empleo dignas.

El problema de analfabetismo se agrava cuando en la escuelas a los estudiantes no se les puede ayudar para que desarrollen las habilidades de la escritura y la lectura, porque en el salón de clase el maestro no pueden dedicar el tiempo suficiente a cada estudiante para desarrollar la lecto-escritura, ya que se tienen grupos con más de cuarenta estudiantes –en algunos lugares llegan hasta los sesenta– y los espacios áulicos no son los adecuados para que se lleven a cabo los procesos de enseñanza-aprendizaje. No es sólo una cuestión de utilizar la mejor didáctica o la que esté de moda, sino de llevar proceso pedagógicos donde la convivencia y el conocer a cada estudiante se vaya logrando, ya que el proceso de alfabetización en la escuela es un proceso de humanización, socialización y de conocimiento sobre el mundo; es la lectura de la realidad, como ya señalaba acertadamente Paulo Freire.

Una dimensión última del analfabetismo es la relacionada con los pueblos originarios, los integrantes de los pueblos originarios durante largo tiempo han aprendido a escribir y hablar en español, pero pocas veces han llegado a perfeccionar la lectura y la escritura en las lenguas originarias, lo cual es fundamental para que se conserven hoy en día sus culturas: pasar de lo oral a lo escrito.

No saber escuchar

Otro problema que es fundamental enfrentar y resolver por medio de una educación democrática es el relacionado con el no saber escuchar. Alguien que trabajó el problema fue Carlos Lenkersdorf, el cual se refiere a que en ciertas lenguas y culturas de occidente se da mayor importancia al hablar y no al escuchar; eso ocurre con el español en nuestro país. Lenkersdorf divide las lenguas en lenguas habladas y lenguas escuchadas. El escuchar al otro permite conocer su cultura, cosmovisión y los modos de vida de las personas. Carlos Lenkersdorf propuso el concepto de cosmoaudición. Él decía: “estamos enfatizando la habilidad de hablar y escuchar su lengua, porque así de veras vamos a comunicarnos a fondo con los tojolabales”[21]. Escuchar permite conocer al otro, ya pueblos, jóvenes, niños, niñas u otros, el escuchar al otro es reconocer su humanidad y que es sujeto, que puede decir, actuar, pensar y transformar la realidad.

Para lograr la comunicación es necesario hablar y escuchar, si no están alguna de las dos acciones no es posible la comunicación. En la actualidad el no escuchar sigue dominando, por ejemplo el Estado Neoliberal no escucha a los ciudadanos, sostiene “su verdad” a través de una razón cínica. Menciona Enrique Dussel que la razón cínica: “es la razón que tiene el poder y no está decidido a compartirlo. Por ello no acepta argumentos, ni entra en debates ni discusiones que puedan poner en cuestión su poder.”[22]La razón cínica convierte al otro en un objeto, es colonial, quien tiene este tipo de razón es el único sujeto para decidir y construir la dirección de procesos económicos, culturales, científicos, políticos; no se les escucha a los otros y por lo tanto no se logra el diálogo. Dice Enrique Dussel: “El Otro ha sido aniquilado como otro”.[23]

Desaparición de las lenguas originarias

El Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) reconoce que todas las lenguas y variantes lingüísticas indígenas (originarias) se encuentran en riesgo de desaparición, aunque con diferentes niveles: muy alto riesgo de desaparición, alto riesgo de desaparición, riesgo mediano de desaparición, riesgo no inmediato de desaparición[24]. Esto se debe tomar como un problema central en una propuesta educativa democrática: buscar que disminuya o se resuelva completamente, para la conservación de las lenguas y su revitalización, a través de reconocer que uno de los lugares donde se producían procesos que provocaban que se dejaran de usar las leguas, es la escuela, ya que en ella se obligaba a que únicamente se hablara en español y se producían procesos de discriminación donde a los hablantes se le inferiorizaba, maltrataba y excluía.

Carlos Lenkersdorf nos hablaba de la importancia de las lenguas, él decía: “la lenguas encierran en sí mismas cosmovisiones que explican las particularidades de las estructuras lingüísticas, las expresiones idiomáticas y, en total, la idiosincrasia de idiomas determinados”[25]. En las lenguas se encuentran las cosmovisiones, conocimientos y la posibilidad de pensar de formas diferentes a las que domina el mundo occidental. De esta manera, con la pérdida de las lenguas, se pierden formas de ver y escuchar el mundo, conocimientos, formas de pensar y transformar la realidad.

El problema de la memoria

El problema de la memoria tiene varias aristas. Por un lado, el tipo de historia que se ha transmitido, para recordar determinadas cosas; por otro, la negación de la misma, llevando la discusión a una negación y mitificación sobre ella.

El problema de la memoria en México ha estado relacionado con la transmisión de un tipo determinado de Historia de bronce, donde se transmite fechas y héroes importantes; sin embargo, no así el sentido de los procesos, además de que se niegan a diferentes sujetos sociales e individuales que han participado en la transformación de la realidad. En este sentido, es necesario que se lleve a cabo una alfabetización sobre los procesos históricos donde estén los diferentes actores sociales, como mujeres, pueblos originarios, trabajadores, estudiantes y todos aquellos que participan en la construcción de la Historia. La memoria y la historia van de la mano.

Un punto importante en el que hay que detenernos es en que a la educación se le tilde como memorística, con lo cual se descalifica a la memoria, utilizada como sinónimo de repetir sin conciencia. Quizás la crítica en su momento fue adecuada; sin embargo, hay algunas cuestiones de los procesos educativos que deben ser aprendidos de memoria para poder realizar procesos cognitivos más complejos en el futuro. Hoy en día vivimos el resultado de esa educación que ya no ponía atención en la memoria, jóvenes que llegan a educación secundaria, bachillerato y hasta universidad sin saber sumar, restar acertadamente o sin haber aprendido las tablas de multiplicar, como resultado de satanizar a la educación como memorística. No hay que olvidar que sin memoria no hay educación.

Otro punto relacionado con el problema de la memoria es a lo que muchas veces se señala que los jóvenes o pueblos no tienen memoria. Esto es imposible, ya que todo proceso de educación, socialización o culturalización es un proceso de memoria que permite determinado tipo de humanización. Adquirir una lengua es ser heredero de determinado tipo de memoria. Algo que preocupa es que los jóvenes o pueblos no poseen la memoria o historia de su pueblo; sin embargo, sí tienen una memoria que los medios de comunicación, como las televisoras, los empresarios y los gobiernos, les han transmitido. De este modo, la educación se convierte en una lucha por la memoria: qué se desea que se recuerde.

Acceso y difusión del conocimiento científico y humanista actual

En México no hay un acceso y tampoco una buena difusión del conocimiento científico y humanista actual, lo que repercute en que los planes y programas de estudios de educación básica sean precarios. En el año 2017, quien era director del CONACyT, Enrique Cabrero Mendoza, señaló: “mientras la ciencia y la tecnología han evolucionado a pasos agigantados, su divulgación y socialización no han seguido el mismo ritmo”[26].

Por otro lado, se puede leer en los planes y programas de la reforma educativa una reducción en los contenidos y no un fortalecimiento del conocimiento. En el caso de las humanidades (como la filosofía,) ha habido un ataque hacia sus conocimientos, ya que se considera que no sirven para lograr los objetivos de calidad y eficiencia, que no permiten desarrollar “competencias” para resolver problemas laborales que son fundamentales para los empresarios, los contratadores. No hay que olvidar que una de las bases de la formación de las personas son las humanidades, pues lo que se busca con un modelo educativo democrático es la humanización y también el soporte de un desarrollo científico que busca la armonía entre las necesidades de la sociedad y el equilibrio ecológico con el planeta.

En la escuela está presente una lucha por lo que se transmite en las aulas. Por un lado, se busca transmitir conocimientos y por otro se siguen transmitiendo las ideologías de los grupos dominantes que imponen su visión del mundo y la realidad.

Ante el problema del acceso y la difusión se considera que es importante la democratización cognitiva, donde todos tendríamos que tener las posibilidades, las herramientas e instrumentos para tener el conocimiento actual de las ciencias y las humanidades, y donde la divulgación de la ciencia no sea visto como algo inferior o no importante, sino esencial para el desarrollo de una propuesta educativa democrática.

El problema de aprender conocimientos prácticos

Un último problema que queremos presentar en este momento es el relacionado con la enseñanza y el aprendizaje de conocimientos prácticos. Se convierte en un problema cuando se le da mayor peso en un sistema educativo a aprender conocimientos teóricos y se aleja de la práctica, de la realidad, de la resolución de los problemas de la comunidad. En ese sentido, es fácil imponer contenidos teóricos que no responden con la realidad de las personas que viven en determinados contextos.

Este problema está relacionado con la preocupación de no violar los derechos humanos de los niños, de que trabajen en la escuela. Este temor en la actualidad provoca que los niños y jóvenes no valoren las actividades laborales de la comunidad y de sus padres. Se piensa que si se habla o llevan a cabo actividades relacionadas con el trabajo, se explota a los niños o maltrata; sin embargo, se sabe que los pueblos originarios, a través de determinadas prácticas que se realizan en el trabajo comunal y familiar, transmiten sus conocimientos de forma oral y práctica. Es una de la formas como se estructura la comunidad pedagógica de determinados pueblos originarios y no originarios, si se eliminaran estos procesos pedagógicos se debilitaría la transmisión de la cultura y las cosmovisiones.

Por otro lado, al analizar el problema de la transmisión de conocimientos prácticos podemos señalar que existe una necesidad de que los niños al terminar su educación básica, sepan algunos saberes que les permitan obtener un trabajo digno, si por las circunstancias del país no puede continuar con sus estudios, por ello, no sólo debe ser la educación básica una educación propedéutica, sino técnica, en el sentido de aprender conocimientos que les permitan resolver problemas de su comunidad, pero también de su propia subsistencia.

Hablar de educación técnica nos es desde una visión empresarial o neoliberal, sino más bien la necesidad de que los jóvenes aprendan hacer, pero sin estar desvinculado del aprender a aprender y aprender a pensar, y está más cerca a la visión de lo politécnico, ya que en las diferentes comunidades y regiones en México existen distintos conocimientos técnicos y diferentes oficios que a las niñas y niños pueden aprender.

Saberes

Para hacer posible que las mexicanas y los mexicanos se formen como sujetos desde la educación básica se considera que deben tener varios saberes al finalizar esta etapa educativa, que tenga como base la transmisión de una cultura general: ciencias, humanidades, artes y los conocimientos de los pueblos. Considerando como saber al conocimiento profundo que posibilita llevar acabo cierta actividad intelectual y laboral, que permitan relacionarse con la realidad, resolver problemas y transformar la realidad[27]. Es importante hacer notar que tenemos conceptos en la historia y tradición de la pedagogía en México que responden más adecuadamente a lo que aspiramos que aprendan y sean los estudiantes en el futuro, al haber vivido y cursado diferentes procesos pedagógicos, por eso la noción de saber, responde más contextualmente a la realidad pedagógica que la noción de “competencia”, que además siempre ha sido un concepto ambiguo y complicado de comprender y es parte del discurso neoliberal dominantes. Entre algunos de los saberes que consideramos fundamentales se deben desarrollar en la educación básica son: saber leer y escribir en lenguas originarias, saber leer y escribir español, saber escuchar, saber oratoria, saber un oficio, saber matemáticas, saber historia, saber de ciencias y humanidades, saber preguntar, saber conocimientos de los pueblos originarios y saber pensar.

Cabe subrayar de estos saberes una tríada pedagógica que es esencial para que los otros saberes se puedan llevar a cabo. Esa tríada se compone del “bien hablar”, del “saber escuchar” y del “saber escribir” para buscar las posibilidades de construir diálogos que conduzcan a praxis que transformen la realidad hiriente en la que vivimos. De la misma manera, esta tríada tiene un sentido democrático, en el cual no sólo sean unos cuantos, sino todos los que tengan acceso a espacios sociales, políticos, científicos, artísticos y cotidianos en donde se enseñan estas habilidades que se consideran fundamentales.

El “hablar bien”, el “aprender a escuchar” y “escribir” son prácticas culturales que, desde una perspectiva pedagógica, se consideran como estrategias para que las niñas y los niños se formen como sujetos. Hablar bien, implica por un lado aprender oratoria para niñas y niños, y esto se abre en posibilidades cuando vivimos en países donde la diversidad cultural es muy grande, por lo cual se necesita hablar bien en la lengua materna y en el español, lo mismo escribir “bien” en la lengua materna y en el español. Además, agregaríamos un elemento más, en cuestión de la escritura: hay que aspirar a que las niñas y los niños se formen como escritores, que expresen y transmitan su realidad, que lean su realidad como planteaba Paulo Freire, pero que no se queden sólo en el nivel de alfabetizarse si no ir más allá, la escritura la debemos de apropiárnosla desde la infancia. En ese sentido las niñas y niños pueden ser oradores y escritores desde edades muy tempranas.

Esta propuesta de saberes no está peleado con el reconocimiento de qué México está constituido por una gran diversidad socio-cultural, epistémica, sexual, biológica y humana, por lo cual, buscar la unidad en la diversidad como matriz epistemológica y pedagógica se convierte en un gran reto que tenemos ante nosotros en México: reconocer la diversidad de proyectos y lo que se comparte en común.

Plantear ideas para la construcción de una educación digna es por un deseo de aportar en la discusión sobre el tipo de educación que necesitamos hoy en un mundo que está cambiando por un virus como el Covid-19. Es necesario repensar toda la educación para que la vida de los seres humanos permanezca, es vital cambiar los modos de formación de mujeres, intersexuales y hombres. Esperemos lograrlo.

[1] Coordinador del Seminario de Perspectivas Críticas en Educación de México y Latinoamérica: construcción de discursos y prácticas. Agradezco a David Elías Hernández por sus correcciones y a Miriam Isabel Arciniega Miranda y a Mauro Jarquín por su lectura y sugerencias.

[2] Albert Einstein, Sobre el humanismo. Escritos sobre política, sociedad y ciencia. Buenos Aires, Paidós, 2007.

[3] El concepto de excelencia ha sustituido al concepto de calidad de la anterior reforma educativa del gobierno de Enrique Peña Nieto. Sustitución conceptual que mantiene su contenido, entendidos ambos como el máximo logro de aprendizaje, cuya única diferencia se da en la articulación con el pensamiento crítico. Esto lo han demostrado en sus investigaciones Lucia Ferreiro, Roberto González y Marcelino Guerra en su texto: La continuidad neoliberal, así como Mauro Jarquín en su libro de pronta publicación: Pedagogía del capital. El concepto de excelencia se hace presente en la Ley General de Educación y con las leyes secundarias: Ley Reglamentaria del Artículo 3° de la Constitución en materia de Mejora Continua de la Educación y la Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros.

[4] Consultado: http://etimologias.dechile.net/?dignidad, consultado el domingo 26 de abril de 2020, a las 18:31

[5] Carlos Lenkersdorf, Conceptos tojolabales de filosofía y del altermundo, México, Plaza y Valdez, 2004, p. 67.

[6] Carlos Lenkersdorf, Conceptos tojolabales de filosofía y del altermundo, México, Plaza y Valdez, 2004, p. 128.

[7] José Gaos, En torno a la filosofía mexicana, México, Alianza Editorial Mexicana, 1980, p. 20.

[8] Pablo González Casanova, Las nuevas ciencias y las humanidades: de la academia a la política, Buenos Aires, CLACSO, p. 61.

[9] Se puede concebir a la “dialéctica pedagógica compleja”, en un primer momento, como el diálogo que realizan diferentes sujetos en torno al tipo de ser humano que se desea formar, no negando la existencia de múltiples ideales de ser humano y que ellos pueden estar presentes en la educación que se construye, tomando en cuenta el entramado y tejido social, cultural, político donde se encuentran los sujetos, sin olvidar los múltiples espacios y temporalidades que son elementos fundamentales en proceso de formación de los seres humanos. Existe otra idea importante en este marco de una dialéctica pedagógica y es que existen diversas pedagogías en un proyecto de educación, que están en constante diálogo.

[10] Se retoma la propuesta de Hugo Zemelman que desarrolla a lo largo de su obra, presente sobre todo en su última etapa cuando hace más claro su propuesta sobre el “pensamiento epistémico”, donde recupera aportes de la filosofía y los lleva al terreno de la metodología, la epistemología y la política.

[11] Esto lo propuso Pablo González Casanova en el Seminario de Perspectivas Críticas en Educación, en el año 2012, en la conferencia magistral titulada: “El conocimiento del mundo actual en las Ciencias Sociales”. Se puede ubicar el audio en: http://ru.ffyl.unam.mx/handle/10391/3928.

[12] La formación de sujetos en nuestra América es un objetivo pedagógico que ya varios pensadores han puesto sobre la mesas desde hace mucho tiempo, entre los que se encuentran Simón Rodríguez, Paulo Freire, Hugo Zemelman, Graciela Hierro, Adriana Puigross y distintos feminismos que habido en nuestra América. Entre algunas obras se encuentran: Paulo Freire, Pedagogía del Oprimido, México Siglo XXI, 2005; Marcela Lagarde y de los Ríos, Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas, México, UNAM, 2006; Hugo Zemelman, Necesidad de conciencia. Un modo de construir conocimiento, España, Anthropos, 2002; Hugo Zemelman, Los horizontes de la razón III. El orden del movimiento, España, Anthropos, 2011.

[13] Se considera que la formación de sujetos es un proceso socio-cultural y político que puede existir en el grupo social, clase, cultura o etnia de pertenencia desde que hay un ideal de ser humano, de cómo debe ser una niña o niño. Ser sujeto u objeto no es una esencia o naturaleza del ser humano, sino una construcción socio-cultural, histórica y pedagógica. A los seres humanos que viven en esta etapa se les puede comprender como seres que son y serán, seres en movimiento.

[14] Pablo González Casanova, Las Nuevas Ciencias y las Humanidades. De la Academia a la Política, Barcelona, Anthropos, 2005, p. 83.

[15] Arturo Jauretche, La Colonización Pedagógica, Chaco, Universidad Nacional del Nordeste, 1968, p. 5.

[16] Pablo González Casanova, Colonialismo interno [una redefinición], p. 2.

[17] Consulta realizada en: http://dle.rae.es/?id=DtHwzw2, el sábado 14 de enero de 2016, a las 17:15 horas.

[18] Immanuel Wallerstein, El capitalismo histórico, México, Siglo XXI, 2013, p. 69.

[19] Consulta realizada en: http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/analfabeta.aspx?tema=P, el días 14 de enero de 2017, a las 20:35.

[20] Consultado en: http://datos.bancomundial.org/indicador/SP.POP.TOTL, el sábado 14 de enero de 2017, a las 21:13 horas.

[21] Carlos Lenkersdorf, Aprender a escuchar, México, Plaza y Valdés, 2008, p. 23.

[22] Enrique Dussel, “Estado de guerra permanente y razón cínica”, en: Herramienta, primavera/verano 2002-2003, p. 32.

[23] Enrique Dussel, “Estado de guerra permanente y razón cínica”, en: Herramienta, primavera/verano 2002-2003, p. 33.

[24] Arnulfo Embriz Osorio, Oscar Zamora Alarcón, México. Lenguas indígenas nacionales en riesgo de desaparición, México, INALI, 2012, p. 18.

[25] Carlos Lenkersdorf, Filosofar en clave tojolabal, México, Miguel Ángel Porrúa, 2005, p. 12.

[26] Información consultada en: http://www.comoves.unam.mx/aldia/leer/15/necesario-mejorar-la-difusion-del-conocimiento-cientifico-en-mexico, el jueves 19 de enero de 2017, a las 9:40 horas.

[27] En pedagogía ha impulsado el debate y la construcción de conceptos en relación al saber Adriana Puiggrós, prueba de ello es el libro: Adriana Puiggrós, De Simón Rodríguez a Paulo Freire. Educación para la integración iberoamericana, Buenos Aires, Ediciones Colihue, 2015, p.p. 81-85.

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