La educación bancaria en tiempos de Pandemia

Octavio Pérez Cabrera*

La crisis global por el coronavirus ha planteado grandes cambios sociales, políticos y económicos. En lo social, ha modificado las dinámicas de las personas, en su interacción y en sus actividades educativas y laborales. En este sentido, en México las autoridades se han visto en la necesidad de buscar estrategias para aminorar el contagio y el avance de la pandemia, una de ellas fue la suspensión de actividades educativas de nivel básico y medio superior en todo el país a partir del 20 de marzo de 2020, con esta medida se buscó la protección de la salud de los estudiantes. Lo que vino después, fue un largo confinamiento voluntario y, por ende, un aislamiento para evitar el contacto social. Niños y jóvenes tuvieron que irse acostumbrando a una nueva realidad, que trajo estragos emocionales para muchos ante la imposibilidad de convivir con lo externo y socializar para el aprendizaje significativo y para la vida.

Ante este nuevo contexto, fue necesario replantear la escuela desde afuera, una escuela que siguiera cumpliendo su objetivo: el aprendizaje de los alumnos. Así fue que, la Secretaría de Educación Pública (SEP), se propuso como reto, que los alumnos siguieran aprendiendo a pesar de las circunstancias y, que esto sólo se podría lograr con la implementación de la Educación a Distancia, con el uso de las diferentes herramientas tecnológicas existentes. Así lo refirió el Secretario de Educación Pública: “A pesar de la adversidad con nuestras maestras, maestros y la familia podemos avanzar sin que eso signifique abandonar la escuela”. Es por ello que, se eligió a la televisión como el gran emisor del aprendizaje, a través de las televisoras privadas como las transmisoras del mismo y el alumno desde casa como el receptor de la información, programada y coordinada por la SEP.

Es así que, el arranque de este nuevo ciclo escolar 2020-2021 este 24 de agosto, iniciará con esta nueva modalidad. Tal hazaña, ha sido comparada con las misiones culturales de los tiempos de Vasconcelos, primer Secretario de Educación Pública. Así lo mencionó el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador: “a casi 100 años de las misiones culturales de José Vasconcelos, con los instrumentos nuevos y la televisión y el uso de la radio, vamos a llevar a cabo el plan educativo”. Es cierto que, la gran tarea post revolucionaria fue de gran envergadura, cuyo fin era abatir el analfabetismo y llegar a todos los rincones más apartados del país, sobre todo a las comunidades indígenas, mestizas y rurales como una exigencia de justicia social. Consagrada hoy en día en el Artículo Tercero de la Constitución, como derecho de toda persona a recibir educación.

Así la figura del maestro jugo un papel fundamental para cumplir con el objetivo propuesto, las misiones eran ambulantes y se movilizaban a lo largo del territorio nacional, tenían un contacto directo con las comunidades que atendían y caminaban grandes distancias para que la educación fuera presencial, el conocimiento era socializado y vivencial de acuerdo a su contexto, así se convertía en un aprendizaje verdaderamente significativo y para la vida. En este sentido, cabe mencionar la diferencia con la propuesta actual, en donde se corre el riesgo de mal interpretar la democratización de la educación con la tenencia de un aparato de televisión, que de acuerdo al censo 2019, realizado por el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) más del 90% de la población cuenta con un televisor. Con esto la SEP justifica la estrategia como idónea para la continuidad de la formación y la consecución de los aprendizajes de los alumnos frente al televisor, ya que, aquí el medio es el fin, mientras todos tengan un televisor todos aprenden, dejando afuera otros aspectos importantes para lograr el aprendizaje significativo y la formación integral del alumno, proclamada en la Constitución.

La visión de la propuesta es muy parecida a la crítica que en su momento hiciera el pedagogo y filosofo brasileño Paulo Freire, una visión bancaria de la educación. En este modelo, “el maestro es el sujeto de la educación y el educando es el receptor que recibe todos los contenidos de la sabiduría. La tarea del maestro es llenar a los educandos con los contenidos de sus conocimientos”. Se entiende entonces que, aquí la SEP como coordinador, elaborador y seleccionador de los contenidos es el maestro, las televisoras Televisa, TV Azteca y otras con su señal, como los medios para que dichos contenidos lleguen al receptor, un alumno pasivo desde casa. Esta forma de enseñar, impide al alumno el análisis y la reflexión crítica, la socialización a través del diálogo con sus pares, el cuestionamiento de la realidad de lo que le presentan y formarse una conciencia propia de su realidad. Aunque el alumno esté en casa acompañado por un adulto, trabajará desde la individualidad, sin una retroalimentación que le permita reforzar o modificar un conocimiento. De acuerdo a Freire: “El diálogo en la educación permite compartir las ideas de unos con otros y lleva a la socialización; contrario a la individualización en el aprendizaje, muy propia de la educación tradicional o educación bancaria, que es individualista”. Este proceso que describe Paulo Freire, muy difícilmente se pueda cumplir con un alumno aislado, viendo programas televisivos, virtuales o escuchando la radio sin contacto con la realidad.

Un aspecto importante, es la enorme distancia del protagonismo que tuvo el maestro misionero en la época de Vasconcelos con el maestro del presente, pues aún con toda la voluntad y disposición que tenga el docente ante la situación actual por interactuar a distancia con sus alumnos, su papel se reduce a un mero administrador de actividades y calificar exámenes, es decir, no hay un papel definido del docente en el programa “Aprende en casa”, aunque en el discurso se oiga: “el docente es insustituible”.

Finalmente, los dispositivos tecnológicos propuestos por el gobierno en la estrategia de educación a distancia, sólo deben tomarse como herramientas de apoyo para la educación y no como fines en sí mismos, de lo contrario sería una contradicción pedagógica. Pueden ser recursos para coadyuvar en ciertos procesos de aprendizajes, pero pensar que serán la solución, es negar el verdadero potencial del niño para lograr aprendizajes colectivos y colaborativos a través de la socialización, la cual es fundamental en el desarrollo integral del ser humano, que va desde las relaciones con otros sujetos, creando lazos afectivos, experimentando los valores y, que más tarde le posibilitarán integrarse a una sociedad de manera más activa y participativa, es decir, formarse en una educación para la vida.

*Mtro. en Gestión de la Convivencia en la Escuela.

Violencia, Derechos Humanos y Cultura de Paz
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