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La fe y la diatriba

En su obra The Quest for Certainty, el filósofo estadunidense John Dewey quien además asesoró al alto funcionariado de la Secretaría de Educación Pública para instituir el sistema escolar mexicano elaboró sobre la búsqueda de la certeza en la vida social y en la ciencia y el conocimiento. La certeza cae en el terreno de la fe, las creencias, lo inmutable. En cambio, la indagación de la verdad científica presupone la duda y requiere de métodos para explorar la realidad. Esta verdad puede mudar, mas tiene validez si la evidencia y la comprobación persisten.

  • Durante su visita a San Juan Lachigalla, Oaxaca, el presidente Andrés Manuel López Obrador alegó que los nuevos libros de texto gratuitos tienen “como objetivo dejar atrás la individualidad y el egoísmo, con el fin de contar con una generación apegada al entendimiento del ser humano en sociedad, por lo que sentenció que se modificaron para que ‘no se endurezca el corazón’” (Infobae, 25/VI/2023).

Insistió en su creencia de que “los que nos van a relevar que tengan esa formación humanista, que piensen siempre en los demás”. Con su labia habitual prescribió que su palabra es suficiente para establecer que el humanismo es el pilar fundamental de los libros de texto de la Cuatroté. Su fe relumbró: “Ahora tenemos que recoger la experiencia de la organización de las comunidades indígenas, de todas las culturas como la zapoteca, lo que ustedes hacen, de cómo trabajan unidos, lo que es la organización, lo que es el servicio a la comunidad, lo que es la ayuda mutua, lo que es el amor al prójimo”.

Luego retornó a la diatriba como justificación. Insistió en que los textos vigentes se elaboraron durante la época neoliberal, que privilegió el individualismo sobre el sentido de comunidad. Sin embargo, su gobierno guarda con recelo los materiales que entrarán a las escuelas en agosto. Con el apoyo de Alfonso Cepeda Salas (el jefe de la facción mayoritaria del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación) tratará de convencer al magisterio de que la palabra del presidente López Obrador basta para garantizar excelencia (que no calidad) en la enseñanza.

No obstante, no será tarea sencilla, hay dudas aún entre los convencidos de la 4T. Los materiales comienzan a circular en dosis homeopáticas, uno por cada salón de escuela para que los maestros los conozcan. En entrevista con La Jornada (23/VI/2023) Francisco Bravo, director de la escuela primaria Leonardo Bravo, de la Ciudad de México, afirmó que los libros de texto gratuitos son una conquista del pueblo de México y que los nuevos le parecen bien. Pero “no nos dejen solos, porque la reacción puede ser muy negativa. Los maestros podrían sentirse abrumados, más presionados y optar por seguir haciendo las cosas como siempre, con dictado y planas”.

El maestro Bravo se refería a la ausencia de actualización de los docentes y su lenguaje no implicó certeza (“puede ser”). No pienso que alguien lo califique de neoliberal o de conservador, es militante de la 4T, pero expresa el recelo de los maestros, aunque la mayoría no lo manifieste.

La prueba del ácido de los nuevos materiales vendrá pronto. Tal vez su contenido comunalista estará invadido de creencias en los valores decoloniales y “humanistas”, en diatribas contra el neoliberalismo y el mestizaje (aunque ya le bajaron al volumen frente a los mestizos), pero sospecho que, aunque no sea su propósito, sembrará más dudas que certezas. Además, están alejados de la práctica de los maestros, consagrada por décadas de experiencia en las aulas.

  • Rumio que, sin evidencia de su valor, los nuevos libros de texto serán un experimento que le saldrá muy caro a México. Una herencia nefasta de la 4T que no tiene que ver con el amor al prójimo ni ablandará el corazón de quien los lea.
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