La perversión del dato
- Delma Cecilia Martínez Muñoz
- 24 noviembre, 2015
- Opinión
- evaluación del desempeño docente
La estadística ha sido hasta la fecha, el factor determinante para sustentar una reforma sin forma educativa pero con gran fondo político. El día de hoy diversos medios amanecen con encabezados de declaraciones hechas por el Secretario de Educación Aurelio Nuño, tales como: Evaluación docente en 27 estados rebasó el 92% de participación. Casi tan certero como el manejo de porcentajes que hizo días anteriores en Michoacán, sobre que más del 100% de los maestros se han inscrito en la evaluación. La perversidad del número utilizada por el discurso oficial, ha fijado un imaginario donde el supuesto éxito de la reforma educativa se basa en que la mayoría de los docentes está conforme con ser evaluado o al menos solo los grupos “non gratos” manifiestan lo contrario.
Declaraciones de secretarios de educación de los estados, tales como “Los que no se presenten quedarán despedidos” o ”Se presentarán porque… No van a poner en riesgo no solamente su plaza, sino su seguridad social, prestaciones, antigüedad, préstamos, vivienda, servicio médico, derecho a jubilación…” (p. 8A del Heraldo de Chihuahua) han sometido al maestro a lo que Vivian Forrester denomina “El horror económico”. Entonces, ante estos números en apariencia avasalladores e irrefutables que convierten al docente en el centro de esta vorágine de terror, el magisterio se ve sometido a la paradoja de “Ser o no Ser”. Situación que ha sido polarizada por ambas visiones del terreno en disputa.
Maestras y maestros inscritos en el examen, coinciden en charlas de pasillo, que algunos elementos sindicales dialogaron con ellos y manifestaron las incomparables “bondades de hasta un 35% de aumento en su sueldo” a lo cual comentan: “Tristemente mi necesidad económica me llevo a esto” o “La necesidad nos hizo caer”. Nuevamente la perversa seducción del número. La Ley General del Servicio Profesional Docente, establece en su Capítulo IV que habla Del Reconocimiento en el Servicio, específicamente en su artículo 45 que aquellos docentes que destaquen por su desempeño serán objetos del reconocimiento que le otorgue su autoridad educativa u organismo descentralizado correspondiente. Sin embargo ya existen declaraciones por parte de organizaciones sindicales que aquellos sindicatos adscritos al subsistema estatal no pueden entrar en este esquema de incentivos, pues corresponde al subsistema federalizado y de ingresar perderían los esquemas otorgados por el Estado.
Aunado a esta marea de desinformación al docente, se encuentra el documento lanzado por la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente denominado Programa de Promoción en la Función por Incentivos en Educación Básica del 31 de mayo de 2015, donde en su apartado VII se establece lo referente a Incentivos que hablan de 7 niveles con una vigencia de hasta 4 años, los cuales hacen referencia a los resultados destacados en la Evaluación del Desempeño. Y es aquí donde aparece nuevamente la perversidad del número que envuelve a los docentes en una explicación no muy detallada de que para alcanzar el máximo se requieren 28 años siempre y cuando en todas las evaluaciones accedas al tan anhelado adjetivo “destacado”. En el subtítulo 2.14 del mismo documento, se hace referencia a que los incentivos se calculan tomando en consideración el sueldo base, situación que habrá que analizar a fondo pues este sueldo en caso de docentes federales representa el concepto 07 sin acumular absolutamente ninguna otra prestación y que aparte se gravará por el impuesto sobre la renta y las deducciones de seguridad social en su caso de pensión alimentaria.
Docentes que presentaron el examen, mencionan haber sido presa de esta perversión y sacralización del número. Que aparece de manera constante en declaraciones de Secretarios de educación en los diarios de circulación estatal y nacional con la promesa de otorgar aumentos desde un 31% o más, de manera automática en el sueldo a los mejores promedios de zonas rurales y marginales (p. 8A El Heraldo de Chihuahua, 22 de noviembre)
En este álgido momento nacional, se suscitan debates entre ambas posturas ideológicas, mismas que hacen correr frases como: pecan de inocentes, son cobardes, no tienen un compromiso de justicia, son unos vendidos, etc. Miles de adjetivaciones flotan en el aire sobre aquellos que se inscribieron “por su gusto” en el examen de permanencia. Sin embargo, la radicalización de las posturas tiende a generar divisiones en las filas magisteriales. Una postura crítica, no se adquiere de la noche a la mañana, es un proceso arduo y es necesario que este aspecto sea considerado por aquellos que están generando los frentes de batalla contra la mal llamada reforma educativa.
Lo anterior deja grietas muy profundas para ahondar en los vericuetos de la supuesta Reforma Educativa, que maquiavélicamente hace que el fin justifique los medios y recurre al macabro juego de estrategias que van desde la amenaza, la siembra del miedo, ostentación de la verdad absoluta y por supuesto tocar fibras tan sensibles como la necesidad económica de cientos de maestros y maestra que desean una vida más digna para ellos y su familia. No podemos instalarnos en los polos del discurso porque entonces caeremos en uno de los actos predilectos del poder “divide y vencerás”. Debemos recordar las palabras del pedagogo Paulo Freire “Nadie educa a nadie-nadie se educa a sí mismo-, los hombres se educan entre sí con la mediación del mundo”. Necesitamos seguir mediando para construir un diálogo a lo largo y ancho de la república que permita entender la perversión del número y deshacer esa vorágine que derrumbará los derechos magisteriales y generará una lucha encarnizada al interior de los grupos docentes.
Maestra de Educación Básica en nivel secundaria con Especialidad en Español, en la Escuela Secundaria Emiliano Zapata de Cd. Cuauhtémoc, Chihuahua. Realiza sus estudios de doctorado en el Instituto de Pedagogía Crítica IPEC de Chihuahua.