Las dificultades del cambio educativo en España. Entrevista a María Antonia Casanova (2ª. Parte)
- Pluma invitada
- 23 noviembre, 2023
- Opinión
- JUAN CARLOS MIRANDA ARROYO
Juan Carlos Miranda Arroyo
La Dra. Casanova es investigadora y profesora de la Universidad Camilo José Cela. Es consultora independiente. Se desempeñó como inspectora escolar en el sistema público español. Uno de sus libros más reconocidos y leídos, entre otros, es Manual de Evaluación Educativa (2023, Editorial La Muralla, 13ª. edición). La conversación con la Dra. Casanova se llevó a cabo en Madrid el pasado 18 de octubre.
Acerca del factor político ¿existe el riesgo de que por razones políticas venga un nuevo cambio de la ley educativa? Sobre todo, si viene otra mayoría en el Parlamento, otro partido político que domine, otras fuerzas políticas.
Ese riesgo está, se ha puesto de manifiesto durante todos estos años. Ahora acabamos de tener elecciones, todavía no tenemos nuevo gobierno, pero parece que, aunque hubiera ganado la oposición, no tenía intención de cambiar la ley, en este momento. A lo mejor podría hacer algún retoque pequeño, pero desde luego la intención de cambiar la ley no la tiene ahora mismo; pero todos estos años atrás, o sea, todas las leyes que hemos tenido, en el pasado reciente, han sido por cambios de partido en el gobierno, o sea que, evidentemente, la política está incidiendo muchísimo en la educación, no sé si para bien o para mal. Claro que la política incide en el sistema educativo. Eso no es novedad.
¿Cuál es tu apreciación sobre las resistencias al cambio de sectores académicos, especialistas, docentes, directivos de escuelas a la actual reforma curricular?
Siempre hay resistencias al cambio, no sé cómo nos las arreglamos, pero la resistencia es innata a la naturaleza humana.
Las actuales (resistencias) han venido, sobre todo, porque la ley se ha aplicado rápidamente, es decir, ha sido una aplicación muy acelerada en tiempo. Falta tiempo; ha faltado un año para la formación de profesorado.
¿Podrías ampliar un poco más este tema de la formación del profesorado en activo?
Sí. Ha faltado formación continua durante todo el año pasado, que debió ser de preparación del profesorado para saber programar y evaluar por competencias. Y este año haber comenzado a aplicar la reforma curricular, pero ahí también influye el factor político. Como había unas elecciones de por medio, si se perdían las elecciones, a lo mejor la ley no se aplicaba. Es un asunto de aceleración.
El INTEF, que es el Instituto Nacional de Tecnología de la Educación y Formación del Profesorado, que depende del Ministerio de Educación, tiene cursos buenos y tutorizados para profesores que están en ejercicio. Ese instituto funciona muy bien.
Y se han elaborado tres cursos: Uno para comprender toda la nueva arquitectura del sistema, incluyendo todo lo relacionado con las competencias y nuevos conceptos que se incorporan; otro para enseñar a elaborar situaciones de aprendizaje. Es decir, en vez de manejar la unidad didáctica, la elección de siempre, se abordan situaciones de aprendizaje más amplias, más atractivas, más globales; y otro de evaluación. Y a través de esos tres cursos, el año pasado, se ha beneficiado a miles de profesores.
Tuve la oportunidad de elaborar el curso de evaluación, o sea, el material de evaluación por competencias y con enfoque formativo; y he coordinado varios con ese enfoque, en el que se prioriza la evaluación de competencias y no solo por medio de exámenes.
Si en un momento determinado un profesor, para más seguridad, quiere saber qué conocimientos tienen o dominan los alumnos, diseña una prueba objetiva: un examen, pero no es solo eso. El examen sería un dato más que él tiene que añadir a toda la información que ha obtenido a lo largo del tiempo: de observar cómo trabaja el alumno, si colabora, si coopera, si sabe buscar información, si sabe argumentar, si sabe respetar un turno en el uso de la palabra, etc.
El profesor o la profesora requiere de todos los elementos de la formación integral para actuar en la educación de las personas: Si sabe aplicar y sabe resolver. El docente, para ello, pide un trabajo o promueve un proyecto donde el estudiante tenga que resolver determinadas situaciones. Por ejemplo, cómo hacer una visita desde Querétaro a Ciudad de México. Pues hay que ver cómo nos repartimos el trabajo, de qué tareas se ocupa cada uno y luego la exposición final, que es muy importante, porque ahí se comparte toda la información con el resto del grupo y es fundamental también trabajar la comunicación oral, que es otro aspecto, que no se trabaja; además, de esta forma no solo lo evalúo yo, profesora, sino que también lo hacen las y los estudiantes.
Cada grupo expone todo lo que ha hecho y entre todos coevaluamos lo que hemos hecho, lo que más nos ha gustado, lo que menos, y señalar dónde tenemos que mejorar, es decir, se aprende a autoevaluar, y también a que haya una heteroevaluación y una negociación.
La negociación es también parte de la evaluación. Se trata de que los alumnos sepan qué es evaluar; para qué se va a evaluar y qué se va a hacer con los datos, que no solo es potestad mía, y esto no es un asunto administrativo, es formativo.
Si hay una reunión colegiada, vosotros que tenéis los consejos técnicos escolares, en México, será importante que en ese consejo técnico escolar no se trate de decir: “Éste tiene un 5 y éste tiene un 8”. No. En el CTE vamos a ver cómo va ahora el programa analítico elaborado, según la SEP, que se está aplicando, para saber cómo está funcionando, bien o no tan bien.
Si tenemos que cambiar algo hay que evaluar; hay que ir evaluando el proceso, porque estamos trabajando con personas, niños, niñas y jóvenes. Si no está saliendo bien ese programa que, fundamentalmente, es una hipótesis de trabajo, por lo que no sabemos cómo va a funcionar; por eso, la evaluación formativa nos permite cambiar de inmediato cualquier disfunción que se esté produciendo. Habrá que cambiarlo. No vamos a hacer perder un año a todos esos niñas y niños que tengo en la escuela.
Si hay que modificarlo, se hace durante el proceso, no al final del año. En ello radica la importancia de hacer la evaluación del programa; la evaluación del plan de mejora que tenéis en México, por ejemplo. A eso me refiero sobre la evaluación del plan de mejora, sobre lo que ya di alguna charla para directores escolares en Guanajuato.
Lo que yo veo en la filosofía de la nueva escuela mexicana, es que habla también de evaluación formativa, de evaluación de procesos, no solo de aplicar la evaluación final del plan de mejora, sino también en forma procesal, porque el plan de mejora no puede esperar un año para saber si está funcionando el programa o no.
Se tendrá que ir evaluando por lo menos cada mes; tener una reunión o varias, hacer una reflexión y decidir, mediante indicadores, “esto está funcionando, pero esto otro no”, porque si no, no tiene sentido.
¿Qué opinas respecto al posicionamiento “no rupturista” de la comisión española de cambio curricular?
Creo que tanto la LOE como la LOGSE estaban bien planteadas. A mí me parecen dos buenas leyes. Lo que hace falta es aplicarlas; llevarlas a los hechos. Pues eso es lo que no ocurre, entonces no es rupturista, pero sí que en el desarrollo de los decretos curriculares va todo establecido en base (al desarrollo) de competencias.
Ese es un cambio muy fuerte dentro del aula, porque hay que cambiar la metodología de enseñanza. Es decir, hay que utilizar metodologías activas de proyectos, de aprendizaje basado en problemas, basado en retos… Y si tienes tecnologías pues gamificación y aula invertida, y lo que te parezca como docente y como equipo docente, pero hay que cambiar metodologías. Y ahí hay resistencias al cambio por parte del profesorado.
Hay una cultura que no se cambia fácilmente. Entras en algunos colegios ahora y el modelo de clase es lo mismo que se ve en la fotografía que tengo ahí, que enseño algunas veces a mis estudiantes en la universidad: El aula de Antonio Machado, en Baeza, del siglo XX. Eso mismo se hace en este primer cuarto del siglo XXI. Bueno, los muebles son más modernos, pero la estructura escolar y los métodos son exactamente los mismos: Ahí está el profesor encerrado con su pizarra digital, o no, me da lo mismo, pero todos los alumnos uno detrás de otro escuchando y sin comunicarse entre ellos.
Y si eso se empieza así con niños de 6 años, pues desde luego en la universidad ya es lo habitual.
En España ¿Las instituciones formadoras de docentes son congruentes al cambiar sus planes y programas de estudio para armonizar con la actual reforma curricular?
Aquí las universidades son las que tienen los grados de maestro de infantil y de primaria, y luego en los grados de diferentes materias; y si alguien quiere dedicarse a la enseñanza secundaria, tiene que hacer un máster para dedicarse a ello; hay que hacer un máster de un año.
¿Y sí hay cambios en los planes y programas ahí?
En las universidades, para todas las carreras y para todos los grados, sí se ha tenido en cuenta la nueva ley y se han incorporado los cambios, pues toda la parte de evaluación de competencias, de diseño universal para el aprendizaje, está presente. Todo lo que se ha incorporado nuevo, que no existía cuando la LOE.
Ahora, por eso, se han tenido que incorporar algunos elementos nuevos que no había en el 2006. Los tres principios del diseño universal para el aprendizaje, todo el concepto de competencias y cómo evaluar competencias. Por ejemplo, en mi universidad, se han cambiado los programas del grado de maestro de infantil y de primaria. Y en el máster también se han incorporado esos conocimientos con enfoque de desarrollo de competencias.
En alguna charla con la Escuela Normal Superior del Estado de México, dije que cuando las escuelas formadoras de maestros enseñan todo esto tienen que hacerlo practicándolo. No puede ser una enseñanza teórica solamente, porque si no el profesor que sale de ahí no sabe cómo hacerlo. Si se sigue haciendo una enseñanza totalmente teórica, es decir, las y los estudiantes explican qué es un método de proyectos o lo que es una gamificación sí, pero si no lo hacen en las aulas, en las Escuelas Normales Superiores, cuando las y los futuros profesores lleguen a una secundaria no lo van a poder hacer, porque no saben cómo hacerlo.
Ahí tiene que cambiar la metodología, en la propia Escuela Normal Superior, porque si no, será lo mismo que pasa aquí en la universidad. Y ese es un fallo que yo creo que, si se sigue manteniendo la formación del profesorado en la universidad, habría que superar y se deberían incorporar todas estas novedades.
¿Qué estructuras e instituciones educativas son las que más han aceptado favorablemente el cambio?
Aquí tenemos escuela pública, que es la que mantiene el Estado totalmente, y que es gratuita. En la infantil, que es de 0 a 6 (es como vuestra inicial y preescolar), junto con la primaria, la secundaria obligatoria y el bachillerato público. Y también las universidades públicas.
Pero a la vez tenemos un sistema muy particular, que son los centros “concertados” o escuelas concertadas. Son escuelas que antes eran privadas, pero que asumen una serie de obligaciones como si fueran públicas; y el Estado les paga el profesorado y gastos de funcionamiento y mantenimiento, de manera que las familias no pagan nada por la enseñanza. Pueden ser cooperativas de padres o maestros o instituciones religiosas o laicas.
Pueden cobrar por actividades extraescolares, pero con unos precios que les fija el Estado, es decir, la administración, al igual que lo que pueden cobrar por el comedor escolar que aquí hay en todas las primarias; son como las escuelas de tiempo completo. Está muy generalizado que todo el alumnado se quede a comer en la escuela, tanto en la escuela pública como en la concertada o privada.
Las escuelas concertadas suelen trabajar bien, porque de lo contrario se quedarían sin alumnos.
Aquí no hay la evaluación de profesores que tenéis vosotros, aquí no se evalúa al profesorado de forma general; no hay un sistema de incentivos económicos como en México. Los sindicatos jamás se han puesto de acuerdo con la administración para que haya una evaluación del profesorado seria, rigurosa. Entonces lo que se ha hecho es que cada 6 años, si el profesor hace 100 horas de formación personal, le pagan un poquito más (sistema de acreditaciones durante la formación), y si es director cobra más, si es jefe de estudios cobrar más, si es secretario cobra más. Depende de los cargos que ocupen en la escuela.
La concertada elige a sus profesores, cosa que es muy bueno, porque puede tener un proyecto educativo y si el profesor encaja en el proyecto, bien y si no, se va. Aquí, en la pública, no pasa eso: hay que tener un liderazgo muy fuerte para decir “vamos a llevar adelante este proyecto”, y conseguir que todo el equipo lo comparta. Y esto se está logrado de antemano en la concertada, no en la escuela pública.
Sin embargo, la escolarización de los niños se hace exactamente igual que en la pública: tiene que admitir a todos los niños del barrio, de acuerdo con el baremo que sale cada año para escolarizar: proximidad al centro, hermanos en el centro, etc., una serie de indicadores que se respetan para la admisión. Las familias piden tres centros por orden de preferencia y ahí entran concertados y públicos; y los concertados están obligados a recibir a los alumnos que les manda una comisión de escolarización, donde hay directores e inspectores. Hay una comisión para cada zona.
Y se escolarizan los niños que les manda la comisión de escolarización. En los concertados pueden elegir al profesorado, pero no pueden elegir a las y los alumnos. Cosa que sí hace la privada. La escuela privada tiene libertad absoluta para todo, menos para cuestiones básicas, es decir, las instalaciones tienen unos requisitos obligatorios para todos los centros, las titulaciones del profesorado o el seguimiento del currículum oficial.
¿Pueden insertar materias de su conveniencia, como religión?
La religión está en todas las escuelas, públicas, privadas y concertadas. Además, la administración paga al profesor de religión. Eso está en la ley. Son acuerdos que tenemos firmados con el Vaticano.
¿Eso lo legitima la Unión Europea también?
Sí. Pero hay que tener en cuenta que es obligatoria la oferta de la religión por parte de la escuela, pero es voluntaria para los alumnos. Puede cursarse o no.
¿Quieres agregar algo más, María Antonia?
Creo que el profesorado está muy implicado en que cambien las cosas. Hay muchas escuelas que ya llevan tiempo trabajando muy bien, con programación por proyectos, desde hace años, aunque no sin dificultades.
Veo que cada vez hay más profesoras y profesores comprometidos. En los estudios de Talis, España aparece en buen lugar, porque hay mucha oferta formativa, tanto en universidades como en centros de profesores, a través del INTEF, que ofrece cursos a distancia, híbridos, semipresenciales.
Espero que cambiemos, de forma generalizada, porque ha habido mucha innovación, pero todavía hay resistencias en algunas escuelas, en algunos centros, en algunas zonas, así que tengamos esperanza en que alguna vez tengamos una educación realmente actualizada y que avancemos al ritmo que nos exige la sociedad.
Muchas gracias.
@jcma23