Leer en la Red. La formación educativa en la virtualidad
- Pluma invitada
- 10 junio, 2020
- Opinión
- Miguel Ángel Pérez Reynoso
La contingencia producto del riesgo por el COVID – 19 se ha tornado en un plan de choque en nuestro entorno inmediato, que ha servido para desnudar y poner en evidencia las inconsistencias de la organización y funcionamiento del sistema educativo nacional.
Nuestro sistema ha servido para hacer evidente que el mismo se mueve a partir de hacer evidente que la mayoría de los sujetos somos analfabetas cibernéticos; cuando las escuelas se cierran, cuando los salones quedan cancelados como único espacio para llevar a cabo el acto de educar, cuando se tienen que buscar nuevas y diferentes alternativas de atención educativa es cuando nos damos cuenta de que no todos pueden ni tienen las herramientas, los conocimientos y las habilidades necesarias para hacer uso de las tecnologías como dispositivos pedagógicos en favor de la construcción de una estrategia global que contrarreste el propio clima de contingencia.
Durante estos meses de atención educativa en espacios virtuales, se ha permitido un amplio espectro de formas de atención y uso de diversas plataformas digitales, desde Facebook, WhatsApp, Zoom, Meet, Classrom, etc.; maestros y maestras se han visto obligados a tener acceso al uso de herramientas que desconocías en meses atrás.
En algunos círculos académicos el debate ha girado en torno a preguntarse de ¿Cuál es el nivel educativo con mayores necesidades en el contexto de la contingencia? Las universidades y todo el subsistema de educación superior han copado gran parte del debate y han hegemonizado de las propuestas.
La formación profesional y la atención a alumnos y alumnas de este amplio universo educativo, requiere -se dice- condiciones óptimas para cumplir con los objetivos educativos. Pero en otro lugar la educación básica que aporte es las más numerosas del sistema, tienen requerimientos y necesidades muy específicas, las cuales se han tratado de resolver a partir de lineamientos y decretos nacionales, junto con acuerdos o alianzas mediáticas. Al igual de lo que sucede en la educación media.
Desde mi punto de vista cada nivel educativo tiene exigencias diferenciadas, de conectividad de la generación de guiones pedagógicos y de formas de darle seguimiento a la atención que se brinda a los usuarios del mismo. La nueva normalidad no existe, es una metáfora o un chiste de mal gusto, la nueva normalidad será muy parecida a la realidad que tenemos ahora.
Bajo este clima y a reserva de evaluaciones puntuales, considero que la realidad nos ha rebasado en mucho, actualmente se vive bajo un hartazgo de lo virtual, se han confundido los medios en el uso de las herramientas con los fines educativos cuyo contenido es lo verdaderamente importante o como decía Jimeno Sacristán es lo que realmente importa.
Educar hoy en día en nuestro país se ha traducido en la creación de una compleja cápsula virtual y la tarea es un video juego, con muchos desafíos y muy pocas soluciones a la mano y cuyos usuarios permanecieron entumidos durante muchos años y en algunos casos durante toda su vida.
Habría que evaluar la experiencia desde los usuarios, la Red es vasta es compleja, es abundante. Es más, todo está en el internet, el Dr. Google todo lo sabe o todo lo tiene, el problema es el uso que le estamos dando a la información. ¿Cómo se leen los textos en la red que, de qué manera sirven para crear textos propios? Ahí está el problema, nos damos cuenta que los alumnos y alumnos universitarios no son capaces en la mayoría de los cases de expresar ideas propia por escrito todo es consulta, cortar y pegar. Y eso es riesgoso hoy en día.
Creo que nadie sabe en que terminará todo esto, incluso nadie sabe cómo, cuándo y bajo condiciones esto inició. Lo que sí sabemos, es que vivimos bajo un contexto complejo de riesgos, de desafíos de nuevas oportunidades, bajo un entorno de atención educativa ni siquiera imaginado. Tenemos que aprender a leer en la Red a educarnos en la virtualidad, a formarnos en la distancia, aunque no haya ni abrazos, ni vínculos directos; pero sí mucha energía humana muy necesario en estos días de contingencia.