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Lo efímero del Nuevo Modelo Educativo

El Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia (ODEJ) es una plataforma para el pronunciamiento público, impulsado por el campo estratégico en modelos y políticas educativas del Sistema Universitario Jesuita (SUJ). Su propósito consiste en la construcción de un espacio de análisis informado y de posicionamiento crítico de las políticas y las reformas educativas en México y América Latina, arraigado en la realidad social acerca de las injusticas del sistema educativo, y recupera temas coyunturales y estructurales con relación a la agenda educativa vigente.

La historia reciente en México parece mostrar que en cada periodo presidencial se repite la creación y presentación de una propuesta educativa que invariablemente anuncia que en el mediano y largo plazo se harán posibles los avances educativos que el país demanda, y aunque, no parece ser suficientemente claro qué es lo que el país demanda, la población no deja de tener esperanza en que la educación posibilita una mejor calidad de vida. Con ello entramos a un círculo, no precisamente virtuoso, donde los avances siguen siendo insuficientes al carecer de una visión crítica e histórica.

Un punto central en el documento oficial del Nuevo Modelo Educativo es el perfil de egreso del estudiante, mismo que muestra once fines, con metas específicas para cada uno de ellos y para cada uno de los niveles educativos desde el preescolar hasta la educación media superior.

Entre los fines y ámbitos se enmarcan contenidos que corresponden a las siguientes temáticas:

  • Lenguaje y comunicación.
  • Pensamiento matemático.
  • Exploración y comprensión del mundo natural y social.
  • Pensamiento crítico y solución de problemas.
  • Habilidades socioemocionales y proyecto de vida.
  • Colaboración y trabajo en equipo.
  • Convivencia y ciudadanía.
  • Apreciación y expresión artística.
  • Cuidado del medio ambiente.
  • Habilidades digitales.

Esta temática no presenta mucha novedad si la comparamos con la propuesta curricular de la Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB), que se enfocaba en:

  • Elaboración de proyectos didácticos.
  • Situaciones problemáticas orientadas a la indagación y la formulación de argumentos que validen los resultados.
  • Procedimientos formativos basados en el diálogo, la reflexión crítica, los proyectos de trabajo, el desarrollo del juicio ético, la participación.
  • Secuencias didácticas relacionadas con el arte, el lenguaje, además del entorno natural y social (SEP, 2011).

La RIEB integraba un enfoque socio-cultural y cognitivo basado en una epistemología de pensamiento crítico y científico (SEP, 2011). Fue resultado de un proceso que inició en 1993 y se consolidó a finales de 2006 mediante acuerdos entre los sectores interesados.

El nuevo modelo educativo es sin duda resultado de la sistematización de diversas perspectivas sociales propuestas por el CIDE (2016), sin embargo, el momento en que se presenta e intenta poner en operación no parece estar en su favor. Por un lado, surge de un mandato autoimpuesto a través del artículo transitorio número 12 de la versión 2013 de la Ley General de Educación (Diario Oficial de la Federación, 2013) que a la letra dice: “a efecto de dar cumplimiento a la obligación de garantizar la calidad en la educación, las autoridades educativas deberán proveer lo necesario para revisar el modelo educativo en su conjunto, los planes y programas, los materiales y métodos educativos”. Por otro lado, se anuncia como respuesta a los problemas detectados al inicio del periodo gubernamental, con los tiempos políticos operando en contra, después del cuarto año del sexenio, en el ocaso del actual gobierno federal.

Aunque se llega a aceptar que los cambios de un modelo educativo, cualquiera que sea, implican una visión de largo plazo, no parece considerarse la necesidad de un proceso de apropiación cultural por parte de los docentes y la sociedad, mismo que requiere mayor tiempo y cuidado, lo cual seguramente va más allá de los tiempos sexenales.

El hecho es que los modelos educativos siguen más vinculados a las necesidades y oportunidades de los gobiernos de turno que a lo propiamente educativo. Se proponen verticalmente versiones recicladas que no aportan mayor espacio a la construcción desde la escuela. Una muestra está en el asunto de la autonomía que, aunque es un concepto usado en el discurso y normativa oficial desde hace bastantes años, no deja de ser en la práctica un intento pobre. Está reducida a que la escuela y su director tengan ahora la “oportunidad” de gestionar recursos materiales y económicos, poniendo así en evidencia la carencia de recursos que enfrenta la propia Secretaría de Educación para cumplir con los mandatos constitucionales y limitando el tiempo del director para dar un seguimiento creciente a los procesos educativos de su escuela.

El actual modelo educativo, como anteriores modelos, no deja de ser un documento general, con poca posibilidad de efectividad, pero aún más frágil a diferencia de otros por el tiempo en que se promulga, a menos de dos años de terminarse el sexenio 2012-2018, y con poca posibilidad de continuidad por parte del partido en el poder.

De esta manera se puede afirmar que la relación entre gobierno, escuela y sociedad, sigue sin encontrar un carácter verdaderamente constructivo. Los mecanismos para concertar siguen sin ser relevantes y la verticalidad no deja de estar presente. Incluso, lo que se llegó a pensar como un buen medio para el desarrollo de los centros educativos y su vínculo con su contexto cercano, los llamados Consejos de Participación Social, siguen siendo una posibilidad latente. Por otra parte, lo que podría ser un espacio de crecimiento de la autonomía escolar, como son los Consejos Técnicos Escolares, no dejan de ser un espacio de trabajo mensual dedicado a seguir puntualmente lineamientos preestablecidos por autoridades a nivel federal, dando poco margen de acción a directores y docentes para decidir de manera más autónoma y con base en su experiencia y las necesidades del contexto donde se ubica su escuela.

Las escuelas de educación básica continúan siendo asumidas por las autoridades como un elemento operario de las decisiones centrales sin mayor margen de autoría por parte de quienes integran las comunidades escolares (docentes, directivos, padres de familia, etc.). Ante esto cabe preguntarse, ¿qué se puede esperar de este Nuevo Modelo Educativo? ¿cuál es la autoría que le imprimirán los maestros? ¿o se trata más de lo mismo? ¿será sólo un problema de confianza en los subalternos o será también que los intereses políticos y económicos atados a lo educativo no quieren ser trastocados? ¿no es tiempo ya de dar paso a lo propiamente educativo sin estructuraciones apresuradas?

Referencias

CIDE (2016). Consulta sobre el modelo educativo. Disponible en línea en: https://www.cideconsultamodedu2016.info/

Diario Oficial de la Federación (2013). Decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de la Ley General de Educación. Disponible en línea en: http://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5313841&fecha=11/09/2013

SEP (2011). Plan de estudios 2011. Educación básica. Disponible en línea en: https://www.gob.mx/sep/documentos/plan-de-estudios-educacion-basica-en-mexico-2011

SEP (2017). Modelo educativo para la educación obligatoria (2017). Disponible en línea en: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/198738/Modelo_Educativo_para_la_Educacio_n_Obligatoria.pdf

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