México en PISA 2018
- Pluma invitada
- 13 febrero, 2018
- Opinión
- Roberto Peña Reséndiz
Roberto Peña Reséndiz*
El pasado 10 de febrero Manuel Gil Antón publicó su habitual artículo en contra de todo lo que huela a la reforma educativa, ahora dedicado a la estrategia que la SEP ha preparado sobre el examen PISA 2018. Más allá de sus ocurrencias, por cierto cada vez más amargosas, merece la pena una reflexión más seria. Para la SEP la evaluación constituye un instrumento de enorme valor para contribuir a mejorar la calidad educativa de nuestro país.
Con este motivo ha instrumentado diversos programas de evaluación del logro de los estudiantes de Educación Básica y Media Superior (ENLACE, PLANEA); asimismo, y de forma complementaria a estos programas evaluativos nacionales, nuestro país participa en evaluaciones internacionales como el Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), con el objetivo de determinar en qué medida los estudiantes de 15 años, que llegan al final de la etapa de enseñanza obligatoria, han adquirido diversas competencias relevantes para participar activa y plenamente en una sociedad globalizada y competitiva.
Para que la información obtenida en estos estudios contribuya a mejorar la calidad de nuestro sistema educativo es fundamental que, además de que se realicen con rigor técnico, los estudiantes evaluados participen en las mejores condiciones, de tal manera que el resultado obtenido sea reflejo de sus conocimientos y habilidades.
En el caso de PISA en 2018, el INEE coordinará la aplicación nacional de este estudio a alumnos de 15 años de una muestra cercana a 300 escuelas de educación secundaria y de educación media superior de todo el país. Con este motivo la SEP, en coordinación con las autoridades educativas locales, desarrolla una estrategia dirigida a los alumnos de 15 y 16 años que tiene, entre otros, el propósito de fortalecer las competencias lectoras, matemáticas y de ciencias en los alumnos de tercero de educación secundaria y primero de educación media superior, para que los primeros logren ingresar mejor preparados a la Educación Media Superior y para que quienes ya ingresaron la concluyan satisfactoriamente. Además, con la estrategia se busca familiarizar a los alumnos y a los docentes con el tipo de instrumentos de evaluación utilizados por PISA, así como con la estrategia informática para su aplicación en virtud de que dicha prueba se administra mediante computadora.
También se pretende motivar a los alumnos para que realicen su mayor esfuerzo en su participación en la aplicación de PISA 2018, destacando que valoren que representan a México; esto es particularmente importante porque los alumnos podrían no dar importancia a la prueba al identificar que su resultado no tiene alguna repercusión escolar. Por otra parte, se busca estimular a que los alumnos participen y contesten la prueba con el n de cumplir con los estándares internacionales establecidos por la OCDE, para dar validez a los resultados. Este tipo de acciones previas a la aplicación de PISA, como las que ahora planteamos, son realizadas en otros países participantes en PISA como Estados Unidos, Canadá, Colombia, Panamá, Perú, entre otros. Incluso la OCDE tiene un apartado dentro del sitio de PISA denominado “Take a Test (Try the test-PISA)” mediante el cual se ofrecen públicamente preguntas de muestra para que los alumnos se familiaricen con las pruebas de matemáticas así como para explorar los conceptos y habilidades que se evalúan; asimismo, la OCDE pone a disposición de quienes quieran consultarlo, reactivos utilizados en sus evaluaciones, con el n de que los sustentantes conozcan mejor el texamen de que se trata. Adicionalmente, el organismo internacional ofrece, por conducto de los consorcios participantes en la elaboración de la prueba, asesoramiento sobre estrategias para mejorar la motivación y la participación en PISA, basándose en la experiencia obtenida al trabajar con diferentes países. Como se puede ver, México está haciendo lo que es práctica común y ordinaria en otros países que participan en PISA. Por otra parte, es importante destacar que la estrategia formulada en nuestro país está dirigida a por lo menos 11 mil planteles de educación secundaria y 4 mil de educación media superior: no está focalizada exclusivamente a los alumnos ni a las escuelas de la muestra nacional que participará en PISA en 2018, pues la SEP no tiene acceso a la muestra cofindencialmente resguardada por el INEE.
La aplicación 2018 de PISA constituye una valiosa oportunidad para que alumnos, docentes, directivos, autoridades educativas, medios de comunicación y sociedad en general, nos preparemos conociendo la importancia del estudio, las características de su aplicación (tipo de reactivos, tiempo disponible para la resolución, etc.) y motivemos a nuestros estudiantes para que realicen su mayor esfuerzo en la prueba. Nada perverso puede encontrarse en esta estrategia, a menos que se lea con un daltonismo que suele ver “vochos rojos” donde no los hay.
*Director General de Evaluación de Políticas de la Secretaría de Educación Pública
Publicado originalmente en El Universal