¿Proyectos Integradores en las Escuelas Normales?
- Abelardo Carro Nava
- 15 enero, 2016
- Opinión
- plan de estudios escuelas normales
En mi pasada entrega, en este mismo espacio, realicé una somera crítica a la implementación del Plan de Estudios 2012 en las Escuelas Normales. En esas mismas líneas argumentaba, que su puesta en marcha en las instituciones formadoras de docentes, ha representado serias dificultades para quienes hacen uso y manejo de éste, consecuencia de una escasa capacitación, así como también, de la gran diversidad de perfiles y trayectorias académicas que en el medio puede encontrarse.
Pues bien mi estimado lector, en esta ocasión, quisiera dar paso a algo positivo; a una propuesta que desde hace unos meses un grupo de docentes de la entidad Tlaxcalteca hemos echado a andar con el propósito de mejorar la educación que reciben los futuros maestros. Se trata pues, de algo que hemos denominado “Proyectos Integradores”. Si, tal vez alguien pueda decir que esto no es nuevo, que desde hace un buen rato se viene hablando de ello, o que el mismo Plan considera la generación de aprendizajes a través de proyectos, problemas, estudios de caso, etcétera. La verdad de las cosas es que esto es cierto, sin embargo, una de las características que tiene este proyecto, ha sido la articulación de contenidos y evidencias de aprendizaje a través de lo que hemos denominado “Mapa de contenidos”. Pero vayamos por partes para que, de manera general, explique de qué se trata dicha propuesta.
Una vez que tuvimos en nuestras manos la malla curricular que propone el Plan de estudios, y una vez que las autoridades de la escuela nos dieron a conocer el curso que estaríamos impartiendo durante el semestre, nos dimos a la tarea de concentrarnos en Academia para realizar un análisis de los contenidos de cada uno de los espacios curriculares. Hecho esto, procedimos a socializar los mismos y, sin que lo hayamos contemplado de esta manera, nos dimos cuenta que las lecturas, videos, páginas electrónicas, en fin, muchas de las actividades que ahí se proponían, coincidían, tanto en tiempos como en unidades de aprendizaje, así como también, en productos y criterios de desempeño.
De hecho algo que nos llamó la atención en demasía, fue la propuesta que el curso de Proyectos de Intervención Socioeducativa hacía, dado que a partir de éste, se consideraba integrar los diversos espacios curriculares para que se lograra el objetivo: el que los estudiantes diseñaran un proyecto a través del cual pudieran echar a andar una propuesta cuyo impacto no se limitaría a la escuela, sino a la comunidad en la que se encontraba realizando sus prácticas profesiones. Fue entonces que las interrogantes comenzaron a surgir, ¿será posible que los docentes podamos desarrollar proyectos integradores en todos los semestres para favorecer el aprendizaje de nuestros alumnos?, ¿será que con ello logremos articular los contenidos y, de manera colegiada, podamos tomar los acuerdos para que el estudiante no se llene de trabajos y tareas que, muchas de las veces, solo atosigan su labor en el aula y en casa?, ¿será posible que con dichos proyectos los profesores demos paso a una nueva forma de hacer mejor nuestro trabajo? En fin, muchas interrogantes y pocas respuestas. Lo importante de ello, es que a través del diálogo, análisis minucioso de los cursos, y la toma de acuerdos, se pudo lograr el objetivo, si no de manera completa, al menos con un buen avance, pero de eso más adelante comentaré al respecto.
En ese entonces, la idea ahí estaba. El gran reto que enfrentábamos era desarrollarlo porque, como es normal, no todos estaban convencidos, de hecho, hubo quienes rotundamente se negaron a participar; no obstante esta situación, decidimos continuar y dimos paso a los hechos.
Por semestre, cada uno de los colegiados se dio a la tarea de hacer el análisis de los cursos en un “mapa de contenidos”; para ello, se utilizó un formato en Word o en Excell – eso fue lo de menos – lo importante era que tuviera los siguientes elementos: semestre, curso, trayecto formativo, unidades de aprendizaje (número y nombre), competencias que se favorecen (genéricas y profesionales), contenidos, evidencias de aprendizaje y criterios de desempeño. Hecho esto, el diagnóstico de cada uno de los grupos fue más que necesario, además de los datos y/o información que pudiera brindarnos el programa de tutoría recientemente implantado. Conocer al estudiante, al grupo, al semestre, fue fundamental para que el proyecto se desarrollara.
Con todos los elementos anteriores, iniciamos la elaboración del Proyecto Integrador; éste, consideraba la siguiente estructura: título del proyecto, introducción, formulación del problema, objetivos, descripción del proyecto (marco teórico y metodología), carta descriptiva, planes de sesión, cronograma de actividades, bibliografía, anexos y rúbrica para evaluaciones parciales y finales. Importante fue en este proceso, definir el curso que sería el eje rector de dicho proyecto, por ejemplo, en primer semestre se consideró al Sujeto y su formación docente o bien, en tercer semestre, el de Iniciación al trabajo escolar, esto, por las características de cada uno de ellos y por los resultados obtenidos en la valoración inicial. Así, a partir de esta definición y el diálogo entre profesores, se pudo concretar el proyecto como tal, con la idea, repito, de mejorar aquel aspecto que identificamos podíamos atacar o mejorar.
Como se podrá imaginar mi estimado lector, los debates fueron intensos, sobre todo, porque nos centramos única y exclusivamente en lo académico, lo pedagógico, lo didáctico. Creo, si no me equivoco, éstos fueron de los momentos más enriquecedores que pude haber vivido en este medio. Lograr que la política y otros temas pasaran a un segundo plano, fue un verdadero triunfo. Y digo un triunfo porque, sin ser peyorativo, en reiteradas ocasiones suele introducirse este elemento en las reuniones de academia y colegiado sin que se obtenga nada bueno.
En fin. Los proyectos elaborados por maestros y para los maestros con el propósito de favorecer los aprendizajes de sus estudiantes, fueron un elemento que pudo introducir una forma diferente de realizar el quehacer docente. Muchas veces cuando hablamos de que tal o cual maestro trabaja mediante “Proyectos o Problemas”, pensamos que es un asunto fácil, que cualquiera puede hacerlo; sin embargo esto no es del todo cierto. Requiere de romper “esquemas”, varios de ellos, anquilosados en una férrea tradición normalista y vaya, a fuerza de ser sincero, tengo que reconocer que esto en cierta medida, rompió con el paradigma.
No, no es la panacea esto que se plantea. Dista mucho de ello, sobre todo porque cuando utilizamos el término “carta descriptiva” nos recuerda a lo que en la década de los 70’s se utilizaba en Tecnología Educativa, o bien, lo que recientemente Frida Díaz Barriga ha trabajado y difundido, por ejemplo, en el XIII Congreso Nacional de Investigación Educativa llevado a cabo en la ciudad de Chihuahua. Digo, el mismo Ramsés Barroso también ha hecho valiosas aportaciones al respecto. No obstante ello, considero que esta propuesta, por la experiencia adquirida, puede favorecer varias cuestiones: el diálogo pedagógico entre profesores para el diseño y elaboración de proyectos que integran los contenidos y los conocimientos de éstos; la generación de aprendizajes en los estudiantes a través de las competencias propuestas en plan de estudios; y, la posibilidad de avanzar en la mejora educativa tan necesaria en nuestros días.
Finalizo mis ideas con dos cuestiones que me parece importante mencionar –no creo que estén de más–. Señor Secretario Nuño: en las escuelas normales hay propuestas que usted debería conocer en lugar de amedrentar al magisterio. Señores del INEE: en las escuelas normales también se conoce de evaluación, habría que acercarse y conocer las propuestas que en éstas existen. Cierto, no sucede en todas ni en todos, pero más vale la persuasión que el hostigamiento o… ¿me equivoco?
Docente en Escuelas Normales en Tlaxcala
Twitter: @Lalocoche