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Meade: quien bien te quiere, te hará llorar

En su momento, creí haber oído mal: escuchaba por la radio, de regreso del trabajo, el tercer debate de los candidatos a la Presidencia de la República, que fue en Mérida y, para más señas, el 12 de junio del 2018. Recuerdo: estaban en el tema de la educación. Ricardo Anaya expuso que la Reforma Educativa no tiene problema de concepción —faltaba más: fue uno de sus progenitores y la aprobó con entusiasmo—, sino de implementación. Es buena, pero los del PRI la han echado a perder al ponerla en práctica mal. Propuso llevarla a cabo de manera correcta, y dijo, como acostumbra y ya enfada, “con toda claridad”, que lo haría de la mano de las y los maestros de México. Ergo, su dicho es falso, pues, desde el origen, la reforma acusó al magisterio de los decientes resultados del aprendizaje en la escuela mexicana. Como señaló un día: en política, y por ende en política educativa, no se cometen errores; hay solo una equivocación, y lo demás son consecuencias.

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