Sandra Reyes Alvarez*
En febrero del 2021 fui invitada a participar en el rediseño del Marco Curricular Común de la Educación Media Superior (MCCEMS). El equipo incluye a filósofos de formación con experiencia docente tanto en Educación Media Superior (EMS) como en Educación Superior (ES) y también a docentes sin formación disciplinar pero que imparten asignaturas de filosofía en la EMS.
En febrero del 2022 se realizaron unas mesas de discusión sobre el rediseño del MCCEMS, incluyendo el Área de Conocimiento de Humanidades (ACH). Fue hacia mediados de este mes que el Observatorio Filosófico de México (OFM) externó sus inquietudes al respecto, haciendo algunos señalamientos que comenzaron a generar polémica entre los círculos de filosofía en México, particularmente en la Ciudad de México y algunas Universidades estatales.
El asunto es que muchas de las observaciones hacían evidente una falta de conocimiento del proceso del rediseño, del equipo que ha estado trabajando, del contexto y funcionamientos de la EMS y especialmente de las formas de trabajo docente. Ante esto, planteo la siguiente pregunta:
¿Qué humanidades, específicamente qué filosofía y qué literatura se tiene/puede enseñar en la Educación Media Superior (EMS)?
Para responder a esta interrogante habría que rastrear la genealogía de las humanidades, concebidas como disciplinas y también como un enfoque y proyecto que podríamos referir de manera más contundente al siglo XIV y XV durante en Renacimiento, pero quizás para algunos es incluso anterior. Hecho esto, hay que, de nueva cuenta, rastrear cómo llegaron las humanidades a México. Vale la pena señalar el papel que la Universidad Nacional Autónoma de México, especialmente su Facultad de Filosofía y Letras tuvieron respecto a la conformación de las humanidades en nuestro país, y si bien su concepción no se agota en estas instituciones, sin duda tuvieron una incidencia considerable.
Ahora, si pensamos en cómo se fue y ha ido construyendo la EMS en México, si bien puede referirse a la fundación de la Escuela Nacional Preparatoria, esta entidad es sólo un momento -muy importante sin duda- y una fracción de la vasta oferta educativa del nivel medio superior, el cual, por cierto, se funda en su mayoría entre los años 60’s y 90’s del siglo XX.
Otro aspecto medular que considerar para responder la pregunta inicial es la variedad de subsistemas de EMS, nombrar a cada uno con sus enfoques, historias, objetivos y contextos específicos sería demasiado, pero sí podemos concebir dos grandes clases de EMS: bachilleratos generales y bachilleratos tecnológicos. Los primeros, de manera muy genérica, se han concebido como una suerte de propedéutico para el ingreso al nivel superior; en tanto los segundos, como una formación técnica para introducirse al mercado laboral.
Ahora, si bien las finalidades anteriores pueden mantenerse, eso no implica que la EMS comience a generar un nuevo sentido específico para dicho nivel que permita pensar la experiencia estudiantil más allá de un aspecto meramente académico, sino como un momento particular en la vida de las y los jóvenes donde la escuela -y todo lo que conlleva- les haga sentido para su propia existencia.
Dicho eso, también es necesario saber y reconocer la diversidad de perfiles docentes que se dedican a impartir las asignaturas pertenecientes al área de humanidades, tales como filosofía, ética, lógica y literatura. En su gran mayoría, se trata de docentes que carecen de una formación profesional en el área, en ocasiones con carreras afines como pedagogía, psicología, derecho, sociología, historia, antropología, estudios latinoamericanos, etcétera, pero también existe un gran número de casos, sobre todo en bachilleratos ubicados en zonas rurales o apartadas donde el personal docente que imparte estas asignaturas cuenta con estudios lejanos al área como administración, contaduría, educación física, biología, entre otras.
El MCCEMS quiere ser un tronco común que permita al estudiantado de EMS una formación integral. En el caso del Área de Conocimiento Humanidades busca dar un fundamento más sólido a las asignaturas que ya existen en varios subsistemas, algunos desde su fundación y en otros casos de reciente introducción, pero también busca abrir la puerta a las humanidades en subsistemas donde antes no existía este tipo de asignaturas.
La cuestión entonces es que cualquiera que suponga que la enseñanza de las humanidades, de la filosofía y la literatura puede ser igual a la que se enseña en el nivel superior o en sistemas de bachillerato autónomos donde los perfiles y programas están acotados y responden a la tradición de su origen, habrá que señalar que están ignorando la complejidad y diversidad que constituye a la EMS y que se ha mencionado de manera breve pero precisa antes.
Quienes se han opuesto -sin argumentos válidos y sólidos- a la propuesta del MCCEMS, no toman en cuenta la diversidad, complejidad, problemática y contextos que conforman los subsistemas de EMS, hablan de que los nombres de las asignaturas y sus contenidos sean los de la tradición a la que ellos pertenecen, pero no toman en cuenta los aprendizajes con que llegan los estudiantes a EMS, quienes no han estado jamás en contacto con una formación humanística. Eso es algo que está apenas tratando de incorporarse a la Educación Básica (EB). Sin darse cuenta, pretenden que el estudiantado de la EMS revise contenidos disciplinares tal como se haría en el nivel superior, o al menos con ese enfoque, lo que sin duda sería contraproducente. Un ejemplo, que no es excepcional, sino la regla, es que la asignatura de lógica, que se enseña en varios subsistemas de la EMS resulta ser una de las asignaturas más reprobadas y también de las menos agradables para las y los jóvenes. Esto se debe, principalmente, a que los contenidos de esta asignatura son muy parecidos a los de sus homónimas en las facultades de filosofía de distintas universidades, es decir, no están pensados para el nivel medio superior. Esto lo que único que produce es falta de interés en la juventud, incentiva la deserción escolar y al mismo tiempo coloca en problemas muy serios a la gran mayoría de docentes quienes, como se dijo, no cuentan con formación filosófica-literaria suficiente.
Esto último no implica que las y los docentes sin un perfil en humanidades no hayan en estos años desarrollado conocimiento filosófico y literario y habilidades para la enseñanza, sin embargo, les resulta más complicado planear y dar una clase -en términos de contenido disciplinar- respecto a quienes cuentan con una formación profesional en el área.
Optar por una formación disciplinar tradicional sólo podría ser efectivo a nivel superior e incluso allí habría que cuestionar si las formas de enseñanza (didáctica) siguen siendo vigentes, efectivas, satisfactorias y valiosas, para docentes y estudiantes. Pero en el nivel medio superior, este tipo de enseñanza genera muchas más dificultades que beneficios tanto para docentes como para estudiantes.
La cuestión en la EMS es que los contenidos no son el punto neural, sino las formas, yo puedo revisar a Platón o a Hegel o leer una novela o un poema, pero si lo hago centrando todo aprendizaje en que el contenido es lo más importante, por lo tanto, me olvido de cómo hacer que el contenido y sobre todo su posible aplicación, trastoque a la estudiante. Entonces, quizás no es tan valioso que como docente me esfuerce en que el estudiantado sepa quién fue Kant o qué dijo en su texto “¿Qué es la ilustración?” Más bien tendría que enfocar mi planeación y práctica de enseñanza en estrategias didácticas y lecturas seleccionadas de manera acorde al nivel y perfil de mis estudiantes, para que de esta manera puedan ser capaces de someter a crítica algo, un discurso, una práctica.
Esto no quiere decir que se deje de revisar autoras y autores clásicos y consagrados, problemas y temas de la tradición filosófica y literaria… No, no se trata de eso, sino de revisarlos conforme a los objetivos específicos de la EMS, así como desde la localidad en que estudiantes y docentes se hallan, de modo que les faciliten compartirlos y aplicarlos en sus experiencias individuales y colectivas, para analizar sus prácticas de vida, la política y formas de organización de su comunidad y para proponer alternativas o discutir las existentes.
Si a partir de lo anterior, alguien afirma que con ello la filosofía desaparece o se difumina, hay que responder de manera contundente y señalar que se está en un error. La filosofía en el MCCEMS no desaparece ni se diluye, por el contrario, se le abre la puerta para implementarse en subsistemas de la EMS donde no ha estado presente y se potencia en donde ya existe. Decir que la filosofía desaparece expresa una enorme ignorancia de las condiciones problemáticas, variadas y complejas de la EMS, pero también demuestra un anquilosamiento hacia formas y contenidos específicos de la filosofía, como si fueran el único camino posible para acercarse a este saber. Están, por otro lado, desconociendo el enorme valor y trabajo que durante décadas docentes de EMS han hecho, sea con formación filosófica profesional o sin ella; adecuando contenidos tan complejos y poco atractivos para las y los estudiantes, y dándoles sentido a las experiencias que tienen, lo cual no fue gracias al contenido en sí mismo, sino a las prácticas didácticas, a cómo proponen revisar, por ejemplo, la dialéctica hegeliana, o la propuesta política que se dibuja en el existencialismo francés, las propuestas que la filosofía de la liberación o la teoría decolonial tienen para ofrecerles. El asunto es que si se ha logrado enseñar humanidades en la EMS no es gracias a los contenidos en sí mismos, sino a las didácticas que crean las condiciones para que al estudiantado se los apropie.
Ahora bien, si alguien señala por eso que los docentes de EMS banalizan la filosofía, o que no hacen filosofía auténtica, entonces parece que el viejo problema que interesó a los grandes maestros de la Universidad acerca de la existencia de una filosofía mexicana auténtica se sigue arrastrando, y no sólo en términos teóricos, sino en términos del valor y reconocimiento a las filósofas y a aquellos que enseñan filosofía en EMS.
La clave para no caer en conclusiones falsas y casi apocalípticas o generar falsos dilemas enmascarados de un interés genuino pero ignorante, es entender que las humanidades para EMS son diferentes, ni mejores, ni peores, ni más ni menos incisivas que las humanidades en Educación Superior. Se trata de unas humanidades adecuadas para EMS, reconociendo la tradición humanística en México, pero transformándola, refuncionalizándola para este nivel.
*Licenciada en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM y profesora en el Colegio de Bachilleres Ciudad de México.
Twitter: @sandroidefilos